Probablemente los aficionados a las cuatro ruedas asocien rápidamente el Omega con la famosa preparación de Lotus de aquel Lotus Omega de 1990 que pretendía poner contra las cuerdas al mismísimo BMW M5. Para la segunda generación (B) de la berlina alemana, ya hablamos del tope de gama Omega MV6 hace unos meses, con un tranquilo V6 que poco tenía en común con aquella variante eminentemente deportiva.
Pero compartir el banco de órganos con un gigante como General Motors era demasiado tentador como para no intentar otra “locura”, y así comenzó a gestarse el Omega V8, ya con el restyling recibido del año 2000. Del Corvette se tomó directamente el bloque LS1 de 8 cilindros en V con 5.665 centímetros cúbicos, que cabía sin problemas en el vano motor del Omega. De hecho, la versión australiana, denominada Holden Commodore, y que no era más que un Opel Omega con otro nombre, contaba entre su oferta mecánica con otro V8 de 5 litros.
El primer problema al adaptar el motor del Corvette sobrevino por la caja de cambios, ya que la configuración transaxle del deportivo americano no era compatible con la de la berlina (para el Lotus Omega sí que se empleó la del ZR1). Se recurrió entonces a una caja de cambios automática de cuatro velocidades que no podía con la potencia y par originales, así que se recortaron desde los 350 a 315 CV y la fuerza desde 500 Nm hasta 450. Se modificaron otros elementos como las válvulas para llegar a las 6.000 vueltas, pero en las pruebas surgió otro inconveniente, ya que a altas revoluciones la nueva unificación no funcionaba.
Una lástima, porque las prestaciones eran bastante prometedoras: velocidad máxima limitada a 250 km/h y un 0 a 100 en 7 segundos. Los consumos iban en consecuencia de las posibilidades del V8, con una media en ciclo combinado de 14 l/100 km y 18 l/100 km en ciudad. Las llantas del prototipo eran de 17 pulgadas y montaba discos ventilados en ambos ejes.
Al margen de los aspectos mecánicos, se trabajó de forma paralela sobre una versión que diese la bienvenida al siglo XXI y su tecnología. El nombre lo dejó claro: V8.com. Sobre la carrocería familiar Caravan alargada 130 milímetros para proporcionar más espacio en las plazas traseras, se emuló lo que iba a ser una “oficina con ruedas”.
Con solo cuatro plazas, todos los pasajeros tenían a su disposición una pantalla individual en LCD con 9,5 pulgadas. La del copiloto estaba colocada sobre el salpicadero al estilo flotante que tanto se lleva hoy en día, mientras que las destinadas a los “trabajadores” de las plazas traseras iban colocadas sobre los reposacabezas de los asientos delanteros.
Contaban además con acceso a Internet -no a mucha velocidad- y un sistema integrado de micrófonos y altavoces para realizar videollamadas, mucho antes de que Opel ofreciese conectividad 4G. Por su parte, el conductor disfrutaría de un tipo de Head-Up Display (HUD) que proyectaba la información sobre el parabrisas.
Finalmente, los ingenieros no consiguieron resolver los problemas generados por la transmisión, rompiéndose una y otra vez el disco que la conectaba con la salida del motor (¿misterios del efecto 2000?). El proyecto se dejó inacabado y ni el Omega V8 berlina ni el concept V8.com salieron a la luz.
Ángel Martínez
Soy uno de esos bichos raros a los que les apasiona hablar de coches y se pasaría horas comentando modelos o repasando la historia de la automoción. Pienso que la mayoría de ellos tienen su encanto, desde el deportivo con el que soñamos hasta el utilitario que te encuentras en cualquier esquina.¿Y porqué no transplantaron a capón la mecánica del Commodore SS?