El Ford Nucleon fue un concept car desarrollado por Ford a finales de los años 50, en plena efervescencia de la investigación de la primera etapa de la energía nuclear. No llegó siquiera a la fase de maqueta a escala 1:1, se quedó en estado de maqueta de tamaño más reducido.
Los conocimientos sobre la obtención de energía para fines pacíficos partiendo de la fisión nuclear estaba en su apogeo a finales de la década de los 50 del pasado siglo. Ya se experimentó en los 40 con fines bélicos, como bien sabemos, primero con infinidad de pruebas y después para finalizar la Segunda Guerra Mundial en Hiroshima y Nagasaki, forzando la rendición de Japón.
El departamento de diseño de Ford Motor Company estaba dirigido por entonces por George Walker. Fue uno de sus diseñadores, Jim Powers, inspirado al 100 % del auge de la energía nuclear, el encargado de diseñar un vehículo alimentado por energía atómica con plena libertad de diseño, hasta donde alcanzase su imaginación.
El diseño del Nucleon sustituía el motor convencional de propulsión por combustión interna por un pequeño reactor nuclear situado en la parte trasera del vehículo, partiendo de la suposición de que ello sería posible en el futuro, reduciendo el tamaño de los reactores nucleares. En resumen, sería como tener una central eléctrica en miniatura alimentada mediante un minirreactor alimentado por uranio.
En pleno apogeo de la investigación y desarrollo de la energía atómica los ingenieros de Ford dieron rienda suelta a la imaginación para diseñar un vehículo propulsado por combustible nuclear
La unidad de propulsión iría en la parte trasera del vehículo, lo más alejado posible del habitáculo para evitar una posible contaminación por radiación de sus ocupantes. Llevaría dos turbinas, una para proporcionar energía a las ruedas motrices y una segunda impulsaría un generador eléctrico para obtener la electricidad necesaria para hacer funcionar a todos los sistemas eléctricos del vehículo. Posteriormente el vapor de agua se condensaría en un circuito de enfriamiento y reenviaría al generador de vapor para su reutilización. Evitaría así el rellenado de agua.
El habitáculo estaba situado a caballo entre el eje delantero y el capó. Contaba con unas tomas de aire en el techo. Se podía considerar como un vehículo con el propulsor “todo detrás” y un habitáculo “todo delante”. La primera impresión que producía es que la parte delantera y la trasera estaban intercambiadas, no sabías qué parte del vehículo estabas mirando, si el morro o la zaga.
El espacio reservado para los ocupantes tendría unos enormes parabrisas y luneta trasera de una pieza, mientras que las laterales aparecían divididas en dos partes. Una especie de antenas emergerían de los extremos del techo en disposición horizontal, mirando hacia atrás. En el centro del capó trasero emergía la enorme turbina del reactor nuclear. Las ruedas delanteras iban carenadas hasta la mitad, y las traseras algo menos. En su parte trasera se veía claramente la influencia de la industria aeroespacial, tan de moda en el diseño de los coches de la época.
Sus 8.000 km de autonomía eran y son un sueño inalcanzable. Lástima que después de más de 70 años no se haya conseguido fabricar un reactor a escala doméstica sin riesgo para las personas
En un tiempo futurible se esperaba que el desarrollo de la fisión nuclear permitiría desarrollar unos reactores nucleares en miniatura, aptos para poderse instalar en automóviles, utilizando uranio u otro elemento radiactivo como combustible. Como su autonomía se calculaba en unos 8.000 km se planificó de forma que no era necesario cambiar el combustible una vez agotado, sino que se sustituiría el reactor nuclear entero.
Se crearía una red de estaciones de recambio de estos reactores, con diferentes opciones para elegir, con tamaños y potencias diferentes para un mejor rendimiento en autonomía, prestaciones o consumos. Esto supondría la desaparición paulatina de la red de gasolineras, algo que evidentemente no se cumplió.
Como era de imaginar, el proyecto se abandonó por dos motivos fundamentales: hasta el día de hoy no se ha conseguido fabricar un reactor nuclear lo suficientemente pequeño para alojarlo en el interior de un vehículo, y en segundo lugar, que nunca se llegó a poder garantizar la seguridad de los ocupantes, viandantes y para el equipo de mecánicos e ingenieros a la hora de repararlo en caso de avería o accidente.
Tal vez lo más complejo hubiese sido el blindaje necesario para la protección del reactor, pues se hubiese necesitado una ingente cantidad de plomo, a falta de desarrollar algún tipo de material aislante de la radiación producida por la fisión del uranio, por no hablar del almacenamiento del propio combustible. Se puede disfrutar de su maqueta a escala 3/8 en el Museo Henry Ford de la ciudad de Dearborn (Michigan, Estados Unidos).
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...COMENTARIOS