Coche del día: Ford Fiesta 1.3 CVH Ghia

Coche del día: Ford Fiesta 1.3 CVH Ghia

No era brillante, pero resultaba una opción interesante en la gama Fiesta


Tiempo de lectura: 3 min.

El Ford Fiesta 1.3 CVH era un coche bastante esperado cuando se presentó allá por 1984. Su llegada a la gama se anunció en Marbella en febrero de aquel año, pero tardó varios meses en estar disponible en las tiendas. Su puesta en escena mejoraba la oferta del Fiesta, pero también lo ponía al mismo nivel que sus rivales y, en alguna ocasión, por encima gracias a unas buenas prestaciones y un buen agrado de uso, aunque con unos consumos que no eran los mejores.

A mediados de los 80, el Ford Fiesta ya se había ganado un lugar entre los polivalentes, coches que no llegaban, entonces, a los cuatro metros y que pesaban no más de 800 kilos, que sin tener dirección asistida, elevalunas eléctricos o cierre centralizado, hacían la vida mucho más fácil a los usuarios. De hecho, se puede decir que eran coches mucho más honestos que ahora, pues lo que veías es lo que tenías, ni adornos, aunque más exigentes en su conducción que cualquier coche posterior.

La puesta en escena del Fiesta 1.3 CVH buscaba mantener esa tendencia, la del coche honesto y cumplidor, con tres objetivos adicionales: mejorar las prestaciones, reducir el peso del conjunto y bajar consumos. Tres objetivos que, curiosamente, no se cumplían claramente en ninguno de los casos. El Ford Fiesta 1.3 CVH era igual de rápido que el Fiesta con motor Kent al que reemplazaba y también era un poco más pesado. En cuanto a los consumos, Si es cierto que se reducían, pero según las revistas de la época, en realidad era gracias a los desarrollos de la caja de cambios de cinco relaciones.

El motor 1.3 CVH era un cuatro cilindros de 1.296 centímetros cúbicos, con bloque de fundición y culata de aleación, que tenía además dos válvulas por cilindro y un árbol de levas. Destacaba por la presencia de taqués hidráulicos, de un control de avance electrónico y de un carburador Ford de venturi variable. La potencia anunciada era de 69 CV a 6.000 revoluciones, más 10,2 mkg a 4.000 revoluciones. Una cifras que se gestionaban mediante un cambio manual de cinco relaciones con un desarrollo final en quinta de 34,5 km/h a 1.000 revoluciones.

Ford Fiesta 1 3 CVH Ghia (2)

Con el motor 1.3 CVH, originalmente desarrollado para el Ford Escort, se reemplazó al 1.3 Kent que se usaba hasta la fecha

Dicha caja de cambios era, según la prueba publicada en la revista Autopista 1.323, uno de los causantes de sus bajos consumos, aunque también se le achacaba a la carburación, que, por otro lado, estaba muy enfocada a la eficiencia y le restaba cierto brío al motor, sobre todo en aceleración. Podía alcanzar los 153 km/h de velocidad máxima, que fue considerada como una cifra normal, salvo por el hecho de que, en cuanto aparecía cualquier mínimo repecho, la velocidad bajaba notablemente y obligaba a cambiar a cuarta para poder mantener el ritmo.

La conducción del Ford Fiesta 1.3 CVH estaba considerada como muy agradable, gracias a una calidad general bastante elevada, a unos mandos que se accionaban de forma suave y precisa, mientras que el conductor contaba con mucha visibilidad. Sin embargo, no todo son rosas en el camino, pues al parecer, según el señor Arturo de Andrés, quien firmaba la prueba antes mencionada, criticaba la falta de estabilizadora delantera, de una falta de equilibrio entre las suspensiones del eje delantero y el trasero, y unos frenos a los que faltaba potencia. Una serie de características que se dejaban notar a poco que se buscara exprimir las prestaciones del coche.

Básicamente, el Fiesta 1.3 CVH –se ofrecía con acabado Ghia– era un coche atractivo, bien equipado –no tenía elevalunas eléctricos ni cierre centralizado, por ejemplo, ni siquiera dirección asistida– y bien acabado, que ofrecía buenas prestaciones aunque no excepcionales, al tiempo que también permitía disfrutar de bajos consumos, aunque no eran los mejores del segmento.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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