El Breguet Type A2 se desarrolló en plena Segunda Guerra Mundial en Francia, donde se prohibió a veces a las grandes industrias locales dedicarse a su actividad para los particulares. Breguet era un famoso fabricante de aviones francés que tuvo que cerrar la producción de ese tipo de producto. Por fuerza tuvo que reconvertirse y dedicarse a la fabricación de otros productos, entre ellos los automóviles. Pero antes, un poco de historia.
En 1911 se fundó la Societé Anonyme des Ateliers d´Aviation Louis Breguet, caracterizada por su fuerza productiva y sus numerosas innovaciones tecnológicas. Breguet continuó su actividad después de la Primera Guerra Mundial y desarrolló la aviación civil con la creación del servicio Aeropostale, e incluso llegó a crear en la década de los 20 una aerolínea que se fusionó posteriormente con otras para dar lugar al nacimiento de Air France.
Después de que Francia firmase el armisticio con el invasor, el 22 de junio de 1940 -en la “humillación de Compiègne”– y se doblegase a la Alemania nazi, Breguet tuvo que cancelar todos sus contratos militares el 20 de julio del mismo año y, por lo tanto, suspender su producción militar. La fábrica de Vélizy-Villacoublay fue tomada por el invasor, por lo cual su personal se tuvo que trasladar a la que todavía permanecía en su poder, en Toulouse.
Se tuvo que buscar otra actividad para los trabajadores, destacando el desarrollo y fabricación de un automóvil eléctrico a causa de la gran carencia que había de gasolina en plena guerra para los franceses. En 1940 se produjo el primer vehículo propulsado por electrones, el Breguet Type A1, a partir de un motor eléctrico de 36 V suministrado por la empresa París-Rhône, y alimentado por seis baterías de 6 voltios cada una.
El Breguet Type A2 llevaba un esquema similar, pero con seis baterías de 12 voltios. El motor también estaba suministrado por París-Rhône -denominado TA 17-, y la energía se transmitía a la rueda (sí, a una de las traseras) mediante un variador con una marcha hacia adelante con tres posiciones diferentes y una marcha atrás que funcionaba por polaridad inversa.
Las baterías estaban agrupadas de tres en tres, situadas sobre el eje delantero y debajo del asiento, en el que se podían acomodar dos pasajeros -o tres muy apretados-; de esta forma se efectuaba un reparto más equilibrado de pesos. Curiosamente, en primera velocidad y marcha atrás el motor solo funcionaba con 36 voltios, la segunda y tercera con 72 voltios.
Lo que más llamaba la atención era su carrocería, con su frontal redondeado con dos faros circulares situados en el centro y la luna delantera dividida en tres partes, inspirado en la cabina de un avión; normal viniendo de un experto en aeronáutica. La vía trasera era más estrecha porque alojaba el motor eléctrico entre las dos ruedas, prescindiendo del diferencial (solo una recibía el par motor) y ahorrando peso. Las cuatro ruedas se frenaban mediante pedal y contaba con freno de estacionamiento manual que bloqueaba una rueda trasera, la opuesta a la motriz.
Su carrocería de duraluminium y su motor de 72 V le permitían alcanzar una velocidad máxima de 50 km/h y 65 km de autonomía -a una media de 40 km/h. A 20 km/h esta autonomía ascendía hasta los 100 km
La carrocería estaba asentada sobre un chasis tubular y construida en una aleación de aluminio conocida como duraluminium, añadiendo una disminución de peso extra (650 kg en orden de marcha). Podía sorprender la utilización del aluminio en un periodo de gran carencia de todo tipo de materias primas, pero Breguet tenía almacenado grandes cantidades de este material debido a su actividad de construcción de aviones. Para una mayor reducción de costes se tomaron prestados del Simca 5 el eje delantero, la dirección y el sistema de frenado.
La suspensión tenía una configuración curiosa, resorte transversal y triángulos oscilantes articulados en el eje delantero, en el trasero un amortiguador central de aceite. La dirección, obviamente no asistida, era de tornillo sin fin. El sistema eléctrico auxiliar -básicamente la iluminación- funcionaba a 12 voltios, algo no tan evidente hablando de coches antiguos.
Su precio resultaba muy elevado, unos 56.000 francos de la época, frente a los 36.630 francos que costaba adquirir un Citroën Traction Avant. Curiosamente, los Breguet Type A2 no se ensamblaron en la planta de Toulouse, sino en un pequeño taller situado en la población de Anglet, entre Biarritz y Bayonne, al suroeste de Francia.
Su producción se estima en unas 200 unidades, de las cuales solo sobreviven en la actualidad unas siete, incluyendo una que se expone en el Museo Regional del Aire en la ciudad de Angers, situada en el departamento francés de Maine-et-Loire. Si pasáis por La Haya (Holanda) hay otro en el Museo Louwman, fue rescatado del olvido tras 64 años en el garaje de un chateau -castillo- francés.
La unidad de las imágenes fue subastada por Artcurial hace tres años, en el Rétromobile 2017. Con el chasis número 94, había pertenecido a la familia Breguet y se estimaba que alcanzaría entre 40.000 y 60.000 euros, quedándose finalmente en 41.720 euros. Os hemos hablado anteriormente de otros coches eléctricos franceses de este particular periodo, Peugeot VLV, Satam Électrique, Licorne Mildé-Kriéger y CGE Type TB Cabriolet Tudor.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...COMENTARIOS