Como en el caso del BMW Z18, hoy en día los vehículos tienden a una mayor versatilidad. En ese sentido, conceptos como el de berlina están en franco declive mientras los SUV no dejan de crecer en todos los segmentos. Una situación que hunde sus raíces en la burbuja financiera previa al 2008, la cual agitó el mercado al ritmo de vehículos cada vez más grandes y ostentosos. Dos características aplicables al modelo más icónico de aquel proceso: el Porsche Cayenne, un cruce entre una berlina de lujo y todoterreno que se ve poco sobre caminos y bastante en centros comerciales y áreas residenciales.
Así las cosas, los diferentes tipos de carrocería que hemos manejado durante décadas van desdibujándose en un magma de chasis sobreelevados y chapa por doquier. No obstante, hasta hace no mucho los grandes fabricantes aún ensayaban con fórmulas destinadas a nichos de mercado muy concretos. Algo que BMW hizo muy bien durante la década de 1990, época en la que ya se encontraba desarrollando modelos SUV como el X5 (1999). Pero también coqueteando con diseños más puristas. Modelos pensados para amantes de las sensaciones deportivas, los cuales tuvieron su punto de partida en el Z1.
Un roadster ligero del cual sólo se fabricaron 8.000 unidades a pesar de que BMW registró unas 35.000 peticiones. Sin duda, un coche hecho para poner el foco mediático sobre los encantos deportivos de la marca, el cual sirvió como punto de partida para dos creaciones aparecidas en 1995. Una llegó a la producción en serie con la responsabilidad de prolongar la tradición de descapotables biplazas inaugurada por el seductor 507 en los años 50, el Z3. Otra quedó en fase de prototipo, condicionada por lo específico del mercado al que se podría dirigir. Hablamos de nuestro protagonista de hoy, el BMW Z18.
Del llamativo BMW Z1 de 1988 salieron dos prototipos presentados en 1995. Mientras el Z3 llegó a serie siendo todo un éxito para la marca, el Z18 se quedó como un prototipo inclasificable que anunció claves para entender los SUV de dos puertas
Durante el desarrollo del Z1, BMW consideró la posibilidad de incluir la tracción total para transmitir al asfalto los 170 CV y 245 Nm de motor de seis cilindros en línea (M52B25). Un adelanto técnico que fue dejado de lado para mantener una conducción estilo “vieja escuela” gracias a la propulsión trasera. Sin embargo, la idea de hacer un biplaza a cielo abierto con las cuatro ruedas motrices permaneció en los ingenieros de BMW Technik. Concepto que, finalmente, no llevaron a cabo en el ámbito de un modelo de asfalto sino en un híbrido entre deportivo y todoterreno.
De esta forma nacía el proyecto BMW Z18. Un cruce entre la conducción al aire libre propuesta por el Z1 y la capacidad de enfrentarse a todo tipo de obstáculos como si fueras en una motocicleta de la serie F de la firma alemana. Así, una carrocería moldeada en plástico bajo los mismos preceptos de estilo que alumbrasen al Z3 se instaló sobre un chasis sobreelevado con suspensiones de largo recorrido. La plataforma perfecta para montar un vehículo recreativo con capacidad de solventar agudos ángulos de ataque, salida y ventrales.
Respecto al tren motriz, existen diversas informaciones respecto a qué motor iba a ser el destinado para el BMW Z18, algo lógico en un prototipo que nunca llegó a las calles. Su mecánica estaba subordinada al papel del modelo, es decir, un ejercicio de diseño para explorar nuevos mercados. No obstante, lo más lógico es que se decantase -es lo que la mayoría de las fuentes apuntan- por el propulsor del M3 (E36). Este bloque con 321 CV y 350 Nm (S50) que de haber sido afinado para funcionar bien a bajas vueltas hubiera dado excelentes cualidades dinámicas al Z18 sobre terrenos resbaladizos.
Desafortunadamente, este vehículo nunca llegó a ver la luz del día, aunque sí planteó ciertos debates interesantes. El primero fue la hoy tan manida versatilidad de los vehículos, cruzando conceptos tan diferentes como el de un roadster y un todoterreno. El segundo, la posibilidad de que una marca generalista produzca modelos exclusivos en tirada corta a modo de nicho para coleccionistas y entusiastas. Y el tercero, bueno, no es tanto un debate, porque sí has llegado hasta el final del artículo, resulta obvio que el BMW Z18 logra transmitir la imagen de marca al haber atrapado tu atención.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS