Presentar prototipos suele ser cosa habitual en las marcas, bien por mostrar sus señas de identidad de futuro, nuevas tecnologías o tan solo por llamar la atención del público en un salón del automóvil. Nuestro intérprete de hoy fue el primero turboalimentado de la marca de Múnich, y aunque hoy todos sus modelos -quitando los eléctricos-, se muevan gracias a la magia de un turbocompresor, este fue también el primero de la casa Bávara en equipar uno. Aventajado en ambos aspectos, el coche del día de hoy es el BMW Turbo Concept.
Presentado en 1972 en el marco celebración de los Juegos Olímpicos de verano de ese año, tenía sentido que así fuera, ya que fueron acontecidos en la ciudad que vio nacer a esta marca, Múnich. Dichos JJOO se hicieron tristemente célebres por el atentado contra varios deportistas israelíes por terroristas de Septiembre Negro. Volviendo al coche, la obra de Paul Bracq -ex diseñador de Mercedes-Benz y responsable de diseño de BMW desde comienzos de los años 70-, sería entre otras cosas un ejercicio de diseño que influiría profundamente en los posteriores M1 (E26), Serie 8 (E31) y Z1 -sobre todo en el primero-.
Con código interno E25, sería creado a partir de un chasis modificado del inminente BMW 2002, teniendo además el honor -y ya van tres con este- de ser el primer BMW con motor en posición central trasera -tampoco vendrían muchos más después: el M1 y el i8-.
Si empezamos por su espectacular exterior, una carrocería de 4.150 milímetros de longitud, 1.890 mm de anchura y 1.110 mm de altura, que, además del impepinable perfil en cuña setentero, eran protagonistas sus faros escamoteables y los dos riñones de la parrilla de la marca situados en posición muy baja y más pequeños que nunca -su frontal lo copiaría casi sin cambios el M1-.
Siguiendo por su lateral: unas puertas en forma de alas de gaviota -¿tal vez herencia del pasado en Mercedes-Benz de Paul Bracq?-, culminando en unas ventanillas traseras rejilladas para ayudar a refrigerar a su motor y unas ruedas traseras carenadas casi al completo.
Deslizándonos en el interior de este coupé biplaza, un interior tapizado completamente en piel negra -asientos, contrapuertas, volante y salpicadero-, con un moquetado en rojo para contrastar y otorgarle una nota bien deportiva; además de un salpicadero orientado al conductor con una instrumentación demasiado muy completa -un total de 12 indicadores abrumaban con información al conductor, y como curiosidad, el cuentarrevoluciones estaba situado en la consola central en una zona poco legible-, al que se sumaba un primitivo ordenador de a bordo situado a la izquierda del volante.
No todo en este coche era ejercicio de diseño. Desde BMW usaron este prototipo para desarrollar tecnologías que hoy en día están presentes en cualquier coche, como los cinturones de seguridad de carrete inercial, que permiten el deslizamiento del cinturón para su ajuste, pero se bloquean al tirar de él en seco en sentido contrario. Además, si el conductor no se lo ponía, el coche impedía su encendido.
El carácter tecnológico y futurista de este prototipo se encontraba también debajo de su capó trasero, ya que las cifras de su motor eran las propias de un motor actual: con una cilindrada de 2 litros y con un esquema de cuatro cilindros en línea, generaba 280 CV a 7.200 vueltas. Caballaje que era servido al eje posterior a través una caja de cambios manual de cinco velocidades. En ambos ejes se encontraban discos de freno ventilados.
Gracias a un peso inferior a la tonelada y a sus aerodinámicas proporciones alcanzaba 245 km/h de velocidad máxima. Fue uno de los impulsores del despegue de la tecnología turbo apoyando a motores pequeños, efecto que se acrecentaría solo un año después con la llegada de la Crisis del Petróleo. Un bloque menos “apretado” sería el que daría vida al BMW 2002 Turbo en 1973, con 170 CV, esta vez el primero en ser de producción en serie.
Galardonado con el título de Concept Car del año 1973, solo se fabricaron dos unidades para mostrarlas en diferentes salones y eventos. Hoy en día ambas siguen vivas, y si quieres conocerlas, una de ellas podrás encontrarla en el museo BMW de Múnich -museo que, por cierto, fue abierto al público poco después de la celebración de los JJOO- y la otra en el Museo BMW Zentrum de Spartanburg.
Adrián Iniesta
Ingeniero electrónico industrial de profesión y amante de los coches por vocación. Dicen que aprendí a leer con las matrículas de los coches y que con 2 años me conocía todas las marcas y modelos. Cualquier cosa que me discutas sobre coches, te la intentaré rebatir ;)COMENTARIOS