El Citroën CX, para muchos, es el último Citroën “auténtico”; el último Citroën antes de que Peugeot hiciera acto de presencia y cortaran el chorro de dinero y la libertad a los integrantes de la firma de los chevrones. Y tenían razón, ojo, no fue una locura de PSA, fue un movimiento necesario, ya que en Citroën, las cosas no estaban para tirar cohetes y había que tomar ciertas decisiones para no mandar la firma al garete.
No obstante, el CX llegó al mercado como uno de los coches más avanzados de su época, y lo transmitía con un diseño rompedor que, incluso 50 años después –cumple medio siglo de historia en 2024–, levanta pasiones y deja a quien lo ve con la boca abierta. El Citroën CX fue tan especial, que pocos meses después recibía el premio al coche del año en Europa de 1975 y se ganó el respeto de toda la industria, a sabiendas de que era el reemplazo del más que mítico Citroën DS, una labor nada sencilla.
El Citroën CX nacía del conocido como “Project L” y su diseño fue obra de Robert Opron, aunque cabe mencionar que se inspiró en el BMC 1800 Berlina Aerodynamica, un prototipo que diseñó Pininfarina para la British Motor Corporation, pero que resultó demasiado innovador para que sirviera de base para cualquier automóvil de producción. No en balde, el Pininfarina 1800 Aerodinamica, como también se le conoce, se presentó en 1967 y fue un trabajo de Pininfarina para mostrar sus capacidades sin que la BMC tuviera nada que ver con su creación –empresa, por cierto, que meses después pasaría a convertirse en la British Leyland–.
La mente pensante que dio forma al BMC 1800 Berlina Aerodinamica fue nada menos que Leonardo Fioravanti, quien pasó la mayor parte de su carrera en las filas del estudio italiano, donde creó algunos de los más bellos automóviles del mundo, como el Dino 206 GT –1966–, el Ferrari 365 GTB/4 “Daytona” –1968– o el Ferrari Testarossa –1984–.
Aquel proyecto, comparado con cualquier otro automóvil de su época, era casi como una nave espacial, un coche extremadamente futurista. Si carrocería tenía un frontal muy afilado, con una línea de techo que presentaba una suave, pero claramente visible, curvatura desde el frontal hasta el mismo final de la tapa del maletero, que terminaba abruptamente. No había nada igual, hasta dos años después, que se presentó el Citroën GS, claramente inspirado en el Pininfarina 1800 Aerdoinamica, aunque el que más se parecía era, como se ha dicho antes, el Citroën CX, que se puso en circulación siete años después.
La misma British Leyland se inspiró en el 1800 de Pininfarina tiempo después, al crear el Rover SD1, aunque su silueta no era tan descaradamente igual como ocurría con el Citroën CX. El SD1 era un automóvil algo más convencional que el francés, aunque no por ello podemos tildarlo de feo o poco avanzado, al menos en cuanto a diseño. El BMC 1800 Aerodynamica también influyó en el diseño del Lancia Gamma Berlina, pero en esta ocasión, su influencia fue menor que en el Rover SD1 o en el Citroën CX.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".Es curioso constatar la enorme similitud entre los dos “hijos” de este coche-prototipo (el rover SD1 y el Citroen CX) y la enorme diferencia entre estos mismos en cuanto respuesta dinámica del chasis (suspensiones).
¿BMW? ¿Seguro?
De seguro nada… la maldita costumbre me ha jugado una mala pasada.