Acaba de llegar la primavera y es la época perfecta para disfrutar de un descapotable aprovechando uno de esos días en los que brilla el sol después de un periodo de frío, y antes de que las altas temperaturas estivales nos obliguen a preferir el frescor del aire acondicionado en detrimento del techo descubierto. Claro, que la primavera también tiene esa capacidad de cambiar de un momento a otro tiñendo el cielo de nubes que descargan casi sin avisar.
Para cualquier cabrio eso no es problema, pues en unos pocos segundos lo cubrimos con la capota. Sin embargo, el Citroën C3 Pluriel quizá no sea el modelo más apropiado para que una súbita tormenta nos sorprenda en mitad de un paseo. Luego veremos por qué.
Citroën es una de esas pocas marcas que nos ofrecen de vez en cuando modelos extravagantes dignos de ser recordados, y ahí están los C4 Cactus o E-Mehari como ejemplos recientes. Así que, al pensar en el Pluriel, podríamos creer que un automóvil así solo podía ser obra de la marca de los dos chevrones. O sea, que en vez de elegir el camino fácil, como hizo su prima Peugeot con el 206 CC, cuando se plantearon sacar un descapotable asequible optaron por la melancolía de evocar modelos pasados (2 CV o Mehari). Fueron dejando caer la idea con varios concepts como el C3 Lumiere o el Demostrador Pluriel, hasta que en 2003 llegó la versión definitiva.
El C3 Pluriel (que significa “plural” en francés) hacía honor a su nombre por las múltiples facetas que presentaba, y de las que dio cuenta el anuncio televisivo en el que unos niños jugaban con varitas mágicas a modificar su carrocería. En él y en comunicados oficiales se hablaba de utilitario, cabrio, spider o pick-up. Demasiadas definiciones, y ya se sabe que quien mucho abarca…
Lo fácil era considerarlo un utilitario con posibilidad de descapotarse, aunque hubiera varias formas para hacerlo. La más sencilla era plegar el techo de lona de manera automática hasta que quedaba en la zona de atrás manteniendo la luneta de cristal. Si se presionaba de nuevo el mando giratorio junto al retrovisor, el techo seguía plegándose hasta cubrir la luna trasera.
Entonces cabía la posibilidad de ocultar el techo en el maletero, pero para ello había que bajarse, levantar el conjunto formado por la lona y el cristal, abrir la tapa del maletero tirando de ella al estilo pick-up, quitar la bandeja del suelo del maletero (lo que obligaba a llevarlo siempre vacío), volver a cerrar el cristal, presionar un botón, levantarlo y finalmente empujarlo hasta dejarlo caer y quedar oculto. Una maniobra muy engorrosa para hacerlo con frecuencia.
Claro, que aún más complicado era dejarlo como un descapotable de verdad. Para esto había que bajar las cuatro ventanas y abrir el maletero, accionar una palanca en este y otra en el propio arco a la altura del pilar A, y luego extraerlo. Una vez dejados en algún sitio, pues no cabían dentro del coche, había que poner unas fundas para tapar los anclajes, no sin antes abatir los asientos traseros y volver a accionar la palanca del lateral del maletero.
En definitiva, un proceso que tomaba demasiado tiempo y demasiadas molestias sin que aportara ninguna ventaja especial al margen de circular sin los arcos laterales
Estos, en color de contraste, eran solo algunos de los elementos que le distinguían del resto de C3. La vista lateral hacía recordar al utilitario francés de cinco puertas, pero tanto el frontal como la zaga contaban con personalidad propia. Delante eran distintos los grupos ópticos, más grandes y verticales, mientras que la entrada de aire superior se reducía a una sola línea y la inferior era completamente distinta.
Detrás se cambiaron los pilotos, esta vez menos verticales y pintados en gris al estilo Lexus. Con todas esas modificaciones, el Pluriel variaba sus dimensiones, siendo 8 centímetros más largo, 3 más ancho y otros 5 centímetros más alto.
Para el interior se optó por montar el salpicadero el C3 de cinco puertas, con un espacio similar aunque estuviese homologado para cuatro ocupantes. Los asientos delanteros eran también distintos con reposacabezas huecos de igual diseño que los traseros, mientras que se incorporaron molduras en las puertas de un color a juego con la carrocería para darle la nota de alegría al habitáculo.
La oferta mecánica se redujo a dos opciones de gasolina y una diésel. Los primeros eran el 1.4 de 75 CV asociado a un cambio manual de cinco marchas y un 1.6 de 110 CV unido en exclusiva a la caja automática SensoDrive con manejo secuencial. En cuanto al diésel, la única opción se cubría con el frugal 1.4 HDI de 68 CV.
Al inicio de su comercialización, el C3 Pluriel tuvo una buena acogida en muchos países europeos, pero con el tiempo sus ventas se fueron difuminando hasta no alcanzar los objetivos de la marca. Su principal baza además del diseño fue su precio, que en España arrancaba en 15.000 euros sin descuentos. Por ejemplo, un 206 CC partía de algo más de 17.000 euros, si bien ofrecía motores más potentes que los básicos del Pluriel. Era un coche divertido y original, pero pretender cubrir varios segmentos con un complejo sistema no acabó de convencer al público.
Ángel Martínez
Soy uno de esos bichos raros a los que les apasiona hablar de coches y se pasaría horas comentando modelos o repasando la historia de la automoción. Pienso que la mayoría de ellos tienen su encanto, desde el deportivo con el que soñamos hasta el utilitario que te encuentras en cualquier esquina.Vaya movida lo del techo, sobre todo los arcos y no poder guardarlos. Imagino que muy pocos lo habrán usado de esa forma y me pregunto como habrán aguantado los anclajes con el paso del tiempo. en cualquier caso, tienes razon en que era complicarse la vida teniendo el sistema del 206cc.
La sensaciones a techo descubierto son indescriptibles en amaneceres y atardeceres conformes a un clima ideal. Con el Pluriel, vale no contar con la melodía de un motor tenor, se puede pasar por alto ya que la experiencia es económicamente accesible.