En un tiempo en el cual se cogía un turismo cualquiera de carácter familiar y se le sometía a una escalada de potencia sin ir acompañada coherentemente de aspectos tan importantes como dirección, estabilidad o frenos, lo que se obtenía eran potenciales peligros al volante en manos de conductores que no tenían dotes de pilotaje de Rallies. Afortunadamente no es el caso del coche del día que tratamos hoy, el Citroën AX Sport, pues ya partimos de una buena base para tener un pequeño turismo competitivo con el más puro espíritu RACER.
Con un precio realmente competitivo Citroën nos ofrecía un coche seguro y sobre todo divertido de conducir, abriendo las puertas de la competición a los más atrevidos y osados. Además, poseía un planteamiento diferente sobre sus supuestos competidores como Volkswagen Polo GT o Ford Fiesta XR2, por citar un par de ejemplos, ya que estos tenían un enfoque dirigido más al confort en largos viajes o los buenos acabados; el AX Sport buscaba ante todo la eficacia deportiva.
Si echamos un primer vistazo, lo que más llama la atención es un llamativo spoiler delantero con unos faros antiniebla de color amarillo, un chasis con su altura rebajada, unos ensanchados pasos de rueda y unas bonitas llantas de chapa de color blanco, acorde con el resto de la carrocería.
A nivel mecánico todas las modificaciones fueron realizadas por el preparador Danielson, el mismo que desarrolló el BX Sport. Los chicos de Citroën cogieron el motor de la versión 1.4 TZS como base. Para poder entrar en competición era necesario rebajar la cilindrada de origen de 1.360 cc hasta los 1.300 cc que exigía la clase en la que querían competir. Se rebajó la carrera de los cilindros de 77 mm hasta 73,2 mm, obteniendo un motor supercuadrado, y para aumentar la compresión se rediseñó la cabeza de los pistones con una pequeña elevación, completándose con un aumento del diámetro de las válvulas.
Igualmente se realizaron cambios tanto en la admisión como en el escape; se aumentó el diámetro de los conductos y se sustituyó el carburador Weber de origen por un Solex de doble cuerpo de 40 mm de diámetro unido a un colector de admisión de aluminio produciendo un sonido con espíritu RACER. Lógicamente el escape aumentó su diámetro y estaba fabricado en acero inoxidable. El resultado merece la pena escucharlo más que verlo.
El motor entregaba 95 CV a 6.800 RPM, el mismo régimen en el que alcanzaba la velocidad máxima de 179 km/h. Su par máximo era de 113 Nm a 5.000 RPM. Nos pueden parecer unos valores muy discretos hoy en día, pero no olvidemos que solamente pesaba 710 kg, la relación peso/potencia resultante es de 7,5 kg/CV.
La suspensión se reforzó, se endurecieron los amortiguadores y se aumentó el diámetro de la barra estabilizadora delantera; en el equipo de frenos se mantuvieron los tambores traseros y se aumentó en 2 mm el grosor de los discos delanteros. Unas gomas de medidas 175/70 13 Michelín MXV bastaban para mantenerlo pegado al asfalto. En aceleración y reprís superaba al Golf GTI de la época -con 110 CV- y prácticamente igualaba al Renault 5 GT Turbo en el 80-120 km/h, quedándose un poco por debajo del Peugeot 205 1.9 GTI. Así nos hacemos una idea de lo que andaba esta pelotilla de poco más de 700 kg.
Pero nuestras sensaciones se tornan decepcionantes en el momento de subirnos a su interior, no se hace ninguna concesión a lo superficial. El asiento se nos quedaba un poco alto y los pedales algo descolocados, y el cuadro de instrumentos era demasiado simplón. A cambio tenía una dirección precisa y agradable, y su palanca de cambios tenía un manejo rápido y preciso con unas subidas del régimen del motor que invitaban a pisar el acelerador.
Por último, ya en uso deportivo sorprendía por sus buenas cualidades para rodar rápido. Si apurábamos la frenada en firmes ondulados o bacheados el tren trasero se volvía un poco nervioso, pero se controlaba fácilmente, mientras que el delantero mostraba un comportamiento ligeramente subvirador a la entrada de las curvas, y aunque a la salida balanceaba levemente traccionaba bien al acelerar y afrontábamos sin problema el siguiente tramo de carretera.
En suma, un coche enfocado al puro placer de la conducción deportiva sin concesiones a los lujos y comodidades. Hubo más versiones deportivas, si quieres repasarlas, no te pierdas nuestro artículo sobre el Citroën AX.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...Al hablar del AX se pueden usar muchos adjetivos, pero “seguro” no es lo primero que le viene a una a la cabeza. Lo que no quiere decir que su comportamiento fuera malo, ni mucho menos.
La cilindrada del motor se redujo a 1294 cm3, pero no exactamente para entrar en competición. Por competir, se podría haber hecho con el 1360 directamente. Lo que se buscó fue entrar en la categoría hasta 1300 cm3.
Los AX GT de la primera fase pesaban 735 kg.
El AX Sport no lo “caté”, pero el AX GT sí. Era una “pelotilla racing” de lo más divertida, con sus 85 CV, 800 kg de peso y batalla corta, se desenvolvía por las curvas de los puertos de montaña como pez en el agua.
A mi me encantaba cuando era joven, mucho mejor y de linea mas moderna que su sucesor, el Saxo, que no era mas que un 106 reciclado.
Esteticamente me sigue pareciendo tan fresco y original como el primer día.