Tener un coche diésel fue sinónimo de sentido común durante años: Tenían más autonomía, menos consumo y motores capaces de recorrer medio millón de kilómetros como si nada. Pero luego llegaron los titulares apocalípticos, los políticos en busca de votos fáciles, y una turba de opinólogos con carnet de moto que sentenciaron al gasóleo sin juicio justo. De pronto, el mismo coche que habías comprado por eficiente y lógico se convirtió en un símbolo del mal, como si llevar un TDI fuese peor que tirar colillas encendidas al Amazonas.
La realidad, como suele ocurrir, es bastante menos espectacular y mucho más incómoda para los que se creen el centro del mundo: el diésel sigue siendo bueno, y no solo en el mundo de los transportistas o en los coches de hace quince años. Hoy, en pleno 2025, hay modelos diésel nuevos que consumen menos que un mechero, corren más que muchos gasolina y contaminan menos de lo que te han contado. El problema no era el combustible, sino el contexto.
Lo curioso es que, mientras muchos fabricantes se han tirado en brazos del marketing eléctrico, otros han seguido afinando sus mecánicas diésel en silencio, sin hacer ruido, sin campañas verdes ni postureo. Y han logrado auténticas maravillas que hoy puedes comprar sin tener que enchufarlas por la noche ni hipotecarte con un renting de 600 euros al mes.
Este artículo no va de nostalgia. No vamos a llorar por los viejos tiempos del TDI 130 ni a reivindicar al Golf IV como el último coche de verdad. Esto va de coches actuales, recién salidos del horno, con tecnología moderna y unos motores diésel que, lejos de estar muertos, tienen más cabida que nunca si haces muchos kilómetros o simplemente no quieres comulgar con ruedas de molino.

BMW, Audi y Mercedes: los diésel buenos siguen en la élite
Empecemos por donde siempre se ha cocinado lo bueno: Alemania. En la parte alta del mercado, BMW sigue ofreciendo sus 20d y 30d con el mimo de quien sabe que aún hay clientes que entienden lo que compran. El nuevo Serie 3 con el motor 320d (cuatro cilindros, 190 CV) es uno de esos coches que hace todo bien: corre, gasta poco, tiene empuje desde abajo y no suena a tractor. En carretera, puedes ir a ritmo alegre con consumos de seis litros sin despeinarte.
Subiendo un peldaño, el 330d es directamente uno de los mejores coches para devorar kilómetros en Europa. Seis cilindros en línea, suavidad de seda y 265 caballos que empujan como un tren. Si lo combinas con la tracción xDrive, tienes un familiar o berlina con más sentido común que un SUV híbrido de dos toneladas y medio maletero, y encima puedes repostar en cinco minutos en cualquier sitio.
Audi, por su parte, mantiene su gama TDI viva y bien afinada. El A4 40 TDI sigue siendo una de las mejores alternativas para quien no necesita llamar la atención pero quiere un coche rápido, estable y con consumos ridículos. En autopista, puedes hacer 1.000 kilómetros con un depósito si no te pones tonto con el pie derecho, y para colmo, seguramente aún estés a tiempo de hacerte con alguna unidad a estrenar. Lo mismo vale para el A6, que con el 50 TDI (V6 de 286 CV) ofrece prestaciones serias y una finura que ni muchos gasolina premium.
Mercedes también resiste, y lo hace con estilo. El C 220d es el ejemplo perfecto de berlina moderna, cómoda, tecnológica y que aún respeta tu bolsillo en la gasolinera. Es un coche que puedes usar a diario, llevar a la familia, hacer un viaje largo y volver con ganas. El diésel aquí no es una concesión, es una elección consciente.

Los generalistas aún creen en el diésel… y lo hacen muy bien
El grupo Stellantis es uno de los pocos gigantes que todavía defiende el diésel sin complejos. Peugeot, Citroën, Opel o incluso Fiat siguen montando el 1.5 BlueHDi, un cuatro cilindros pequeño pero muy eficiente, que rinde entre 100 y 130 CV y tiene un consumo real que ronda los cinco litros sin esfuerzo. Este motor está en medio país: desde el Peugeot 308 hasta la Citroën Berlingo, pasando por los Opel Astra o Combo.
Uno de los coches más sensatos que puedes comprar hoy con este motor es el Peugeot 308 BlueHDi 130. Familiar, bonito, bien acabado y con una autonomía real que roza los 1.200 kilómetros sin parar. Es de esos coches que no necesitan justificar su existencia con modas ni eslóganes: simplemente, funciona, y no tiene la “tortura china” de recargarlo.
Renault tampoco ha tirado la toalla del todo, aunque lo ha hecho más en silencio. El 1.5 dCi sigue vivo en algunas versiones, y el 1.7 Blue dCi que montan modelos como el Arkana o el Koleos (que aquí ya no olemos) es una opción interesante para quien quiere un SUV sin ir cargado de baterías inútiles. El Koleos, en concreto, es un coche que se sigue vendiendo bien fuera de España, donde no todo el mundo se cree los cuentos verdes del primer mundo.
Hyundai y Kia también siguen ofreciendo versiones diésel en algunos modelos, sobre todo para flotas y mercados que no han caído en el delirio eléctrico. El i30, el Tucson o el Sportage aún se pueden encontrar con motores CRDi de 1.6 litros que, aunque no emocionen a los puristas, cumplen a rajatabla y duran más que algunos influencers.
Ojo con Mazda. Aunque la marca japonesa ha apostado fuerte por el gasolina, su 2.2 Skyactiv-D sigue siendo una joya de eficiencia y agrado de uso. No suena feo, no gasta mucho y, en un Mazda6, convierte a la berlina japonesa en una alternativa sólida a las alemanas de siempre, con un toque algo más exótico.

Para profesionales, el diésel es religión (y lógica pura)
La muerte del diésel es un concepto que se escucha mucho en los barrios bien de las ciudades grandes. Pero basta con salir un poco a la carretera para ver lo contrario: furgonetas, SUVs de flota, taxis, repartidores y profesionales de todo tipo siguen apostando por el gasóleo sin rubor. ¿Por qué? Porque los números no mienten.
Una furgoneta diésel moderna puede hacer entre 6 y 8 litros a los cien cargada hasta arriba, y recorrer más de 800 km con un solo depósito. Si haces 40.000 km al año, eso es la diferencia entre seguir ganando dinero o no llegar a fin de mes. Y aunque algunos ayuntamientos empiecen a ponerse tontos con las etiquetas, la DGT aún otorga la C a los Euro 6 diésel, lo que permite circular sin dramas por la mayoría de ciudades.
Modelos como la Citroën Berlingo, la Renault Trafic, la Ford Transit o la Volkswagen Transporter siguen vendiéndose con motores diésel robustos, fiables y pensados para aguantar el trote diario. Aquí no hay sitio para florituras: si algo funciona, se mantiene. Y los que los compran lo saben.
Los SUV también mantienen cierta lógica diésel en las versiones de entrada o para quien realmente los usa como coches de viaje. Un SEAT Tarraco o un Skoda Kodiaq con motor 2.0 TDI son coches espaciosos, estables y capaces de hacer 1.000 km con la familia a cuestas. No serán emocionantes, pero no te dejarán tirado en la cuneta por falta de carga.
Quien realmente necesita un coche, y no un electrodoméstico con ruedas, sigue considerando el diésel como una herramienta válida, y mientras eso ocurra, habrá motores que lo justifiquen. Porque más allá del ruido y del postureo, la realidad es tozuda: el diésel sigue muy vivo. Solo que ahora hay que saber buscarlo.
Jose Manuel Miana
Ando loco con los coches desde que era pequeño, y desde entonces acumulo datos en la cabeza. ¿Sabías que el naufragio del Andrea Doria guarda dentro el único prototipo del Chrysler Norseman? Ese tipo de cosas me pasan por la cabeza. Aparte de eso, lo típico: Estudié mecánica y trabajé unos años en talleres especializados en deportivos prémium.COMENTARIOS