Salvaje. Precioso. Rápido. Carísimo. Puede haber infinitos calificativos para el coche que traemos hoy, pero estos cuatro pueden ser un resumen de ellos. El Ferrari F40, uno de los últimos vehículos de la vieja escuela de Ferrari, sin ayudas electrónicas: conducción en estado puro.
Con este vehículo Ferrari daba un puñetazo en la mesa y desafiaba al Porsche 959 o al Lamborghini Countach. Querían realizar un coche con especificaciones de competición, pero que fuese matriculable. Para el motor partieron del bloque del 288 GTO, realizando las modificaciones oportunas para exprimir más potencia: 8 cilindros en V, 2.9 litros de cilindrada, 32 válvulas, dos turbocompresores con intercoolers… todo para extraer una potencia de 478 CV. Brutal para un coche de calle de aquella época.
Qué decir de su carrocería: ese gran alerón, las entradas NACA, esas tomas de admisión en los laterales y el morro bajo y afilado, con faros escamoteables, llantas de cinco radios y unos enormes neumáticos. A pesar de no tener los bajos carenados y ese gran alerón, conseguía un notable Cx de 0,34. Las líneas que dibujó Leonardo Fioravanti, que por aquel entonces trabajaba en Pininfarina, fueron algo sublime que inspiró muchos diseños años más tarde.
Todo lo que no fuese enfocado en hacer el coche más rápido, debía quedarse fuera: sin equipo de sonido,ni tapizados en las puertas, ni dirección asistida, ni ABS. El chasis tubular, con la utilización de materiales compuestos para reforzarlo, como la fibra de carbono o el kevlar, conseguían reducir su peso, a la vez que aportaban rigidez, dejando el peso en vacío en 1.100 kg, o sea 2,3 kg/CV, suficiente para obtener las mejores prestaciones del mercado en aquella época, superando al Lamborghini Diablo cuando apareció en escena: 3,7 segundos en el 0-100 km/h y 326 km/h de punta lo hacían endiabladamente rápido en circuito y terriblemente incómodo en carretera abierta.
El precio de la época en España era de unos 40 millones de pesetas, lo suficiente para hacerse con la corona del coche más caro del mundo. El Ferrari F40 sería el último coche que saldría de Maranello con Enzo Ferrari todavía entre nosotros. El día que lo vió por primera vez, allá por 1987, solo pudo exclamar: “Bello, molto bello”.
Pablo Mayo
Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.Estaba en uno de los pósters que tenía en la habitación… Este, el Koenissegg Testarossa (ambos en rojo, claro), el Porsche 959 en blanco, el Diablo SV en púrpura y el Bugatti EB110 en azul. Ays, qué tiempos…
“sin equipo de sonido,ni tapizados en las puertas, ni dirección asistida, ni ABS”, puede ser que ni siquiera tuviera freno servoasistido, si mal no recuerdo?
Creo que estás en lo cierto.