En el salón del automóvil de Frankfurt de 2005, Opel presentó un coche injustamente incomprendido y que fue, a pesar de compartir algunas características con sus hermanos de gama, fue más criticado que ellos. Nos referimos al Opel Vectra OPC, una variante que tras pasar por las manos de Opel Performance Center, se había convertido en un modelo más que interesante que lucía una presentación más agresiva merced a un kit de carrocería, llantas de 18 pulgadas, una doble salida de escape de buen tamaño por detrás, una carrocería más cerca del suelo… y por supuesto, un motor potente bajo el capó.
La llegada del Opel Vectra OPC no sorprendió a nadie, ya estaban en liza los Opel Astra OPC y Opel Corsa OPC, dos modelos que se habían ganado alabanzas por sus prestaciones e incluso la etiqueta de salvajes, pues el Astra tenía un motor muy temperamental, que hacía patinar las ruedas delanteras con enorme facilidad. Ese mismo temperamento mostraba el Vectra OPC, pero, sin embargo, en lugar de ser tildado de temperamental, fue criticado por sus elevadas pérdidas de tracción cuando se aceleraba con contundencia.
El Vectra OPC personifica una época en la que Opel intentaba, por todos los medios, reconstruir su imagen tras una temporada bastante mala. Los motores diésel DTI fueron una fuente de problemas y Opel, que se había ganado una enorme fama de fabricante de coches irrompibles, empezó a tener problemas de imagen en ese sentido. Fue una época en la que todos los coches de Opel dieron un enorme salto en calidad y fue cuando la marca prefirió confiar en los propulsores JTD del grupo FIAT, que salieron bastante buenos, a desarrollar un motor propio.
Con el Vectra OPC no recurrieron a otro fabricante, el banco de órganos de General Motors tenía lo necesario para dar vida a un modelo muy especial y en este caso, se recurrió a un V6 de 2,8 litros turbo alimentado procedente del SAAB 9-3, un modelo que compartía plataforma con el Opel Vectra. Este motor ya se empleaba en la gama del Vectra pero con menos prestaciones, pero para la ocasión, se modificó la admisión y el escape y se reprogramó la gestión electrónica para obtener 188 kW –255 CV– a 5.500 revoluciones y 355 Nm de par a solo 1.800 revoluciones. Era un motor totalmente de aluminio, con cultadas multiválvula, intercooler y una caja de cambios manual de seis relaciones –en aquel entonces, los manuales todavía eran la opción predominante–, aunque había un automático en opción.
El exceso de par a poco régimen impedía una aceleración limpia y no podía completar el 0 a 100 km/h en menos de siete segundos, aunque una vez lanzado, era capaz de alcanzar los 260 km/h, completar el kilómetro con salida parada en 26,8 segundos y los 200 km/h en 32 segundos.
Sin embargo, lo que hacía realmente especial a este coche era el comportamiento. El Opel Vectra OPC estaba equipado con la suspensión controlada electrónicamente, que se equipaba de serie y que, o bien, funcionaba de forma automática o se podía seleccionar mediante un botón una posición más deportiva. En ese caso, también afectaba a la asistencia de la dirección y a la respuesta del acelerador, al tiempo que se retardaba la entrada en acción del control de tracción y del control de estabilidad.
Al año siguiente de su presentación, se presentó una evolución que solo se centraba en un aumento de la potencia del propulsor, que pasó a anunciar 205 kW –280 CV–, que permitió anunciar una bajada del 0 a 100 km/h hasta los 6,3 segundos.
También se ofreció con carrocería familiar, el Vectra OPC Caravan, que lo compartía todo, como es lógico, con el cinco puertas –el Vectra OPC solo se vendió sobre la carrocería GTS–. Era ligerísimamente más lento que su hermano de gama y alcanzaba los 254 km/h, aunque la aceleración hasta los 100 km/h era la misma, tanto en la versión de 255 como en la de 280 CV.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS