Todavía recuerdo el Škoda Superb que teníamos en casa. Era un ejemplar de la primera generación –un “3U”–, acabado Confort y animado por el mítico bloque 1.9 TDI en su versión de 130 CV, variante que, desde mi punto de vista, era la más equilibrada de todas. Corría casi tanto como el 150 CV, y gastaba casi lo mismo que el 110 CV, además de mover con soltura la carrocería de aquel Superb, el cual, recordad, era en realidad un Volkswagen Passat LWB –generación B5–, la versión con batalla extendida que solo se vendía en China. Lo vendimos con 233.000 kilómetros al hermano de un amigo y todavía me cruzo con él de vez en cuando por la calle, ¡qué buen coche!
Cuando empezamos a pensar en vender aquel coche, matriculado en 2004, lo primero que hicimos fue echar un vistazo a los Superb que había en el mercado. La idea era buscar, de segunda mano, un Superb de segunda generación, que fue un cochazo con todas las letras y contaba con el peculiar sistema de apertura del maletero, con el que se tenía una pequeña portezuela o bien, un portón como si fuera un cinco puertas y no un sedán. Es cierto que aquella generación tenía un diseño bastante señorial, elegante, pero cumplía con las necesidades que tenemos en casa. Sin embargo, se cruzó en el camino un Mazda 6 de 2009 y el Superb lo dejamos para la siguiente.
El caso es que la presentación de la nueva generación del Škoda Superb me ha hecho volver a pensar en ello y a recordar lo bien que iba aquel Superb. No era un coche deportivo, más bien era justo lo contrario, con suspensiones tirando a blandas y con mucho recorrido, que te permitían recorrer media España a velocidades de cárcel con una comodidad total y consumos de risa. Lo más curioso, no obstante, es que llegué a encontrar suspensiones roscadas para ese Superb, aunque me pareció un poco fuera de lugar por el planteamiento general del modelo. Planteamiento que se ha mantenido en el resto de iteraciones del Škoda Superb, incluida la última de todas, a falta, obviamente, de poder probarlo –si es que la marca nos hace caso algún día, claro–.
La presencia del Superb en el mercado es lo más raro que se puede encontrar actualmente entre los fabricantes generalistas, pues la tendencia es apostarlo todo por el SUV y por sus derivados, hasta el punto de hacer que sean coches totalmente indiferentes y hasta superfluos. Entre los generalistas quedan, con un sedán en su catálogo, Peugeot y su 508, Toyota con el Camry y el Corolla Sedán, Mazda con el 6 y el 3 Sedán, y Volkswagen con el Arteon. De hecho, Volkswagen ha dado la espalda al Passat sedán, solo ha desarrollado la variante familiar, el Variant y el Arteon no contará con una nueva generación. Es más, Volkswagen solo tendrá carrocería sedán con motor eléctrico, el ID-7, y ni siquiera es un sedán propiamente dicho, podríamos considerarlo como un “pseudo sedán”. Hyundai también tiene algún pseudo sedán, como el i30 sedán –que tiene un pequeño tercer volumen– y el Hyundai IONIQ6, aunque este último es eléctrico.
De todas formas, El nuevo Superb no es un sedán puro y duro, en realidad su carrocería de tres volúmenes esconde un gran portón trasero, como aquel que tenía la primera generación del SEAT Toledo y como tenía la generación saliente, y por lo tanto, lo podemos considerar, en realidad, un cinco puertas –vamos, una berlina–. Škoda optó por destacarse del resto de marcas dentro de VAG, mediante modelos con soluciones versátiles y cómodas, la famosa estrategia –y eslogan– simply clever, que traía consigo un montón de ideas que hacían de los Škoda coches muy interesantes y el nuevo Superb no iba a ser menos, obviamente. Ese portón trasero y su carrocería de tres volúmenes lo dejan en tierra de nadie, es decir, no tiene rivales directos, aunque con las tendencias actuales, tampoco podemos esperar que arrase en ventas.
Como todas las generaciones del Škoda Superb, se trata de un coche grande, bastante grande, solo la longitud se va hasta los 4.912 milímetros, casi lo mismo que el BMW Serie 5 G30 –fabricado hasta 2023, cuando fue reemplazado por el nuevo G60–, que se iba hasta los 4.963 milímetros –el G60 mide 5.060 milímetros–. La batalla es de 2.841 milímetros, un detalle que siempre ha sido una característica del modelo y lo que ha permitido en todas las iteraciones ofrecer un habitáculo y unas plazas traseras de lo mejor del mercado. El maletero en esta nueva generación alcanza, nada menos, que los 645 litros para el sedán y 690 litros en el caro del Superb Combi.
Sin embargo, ¿Qué creéis que ocurrirá con el Superb? Acabará como coche de taxista y con Uber, con algún particular esporádico que no quiere SUV, o que ha visto en el Škoda una opción más lógica. Estéticamente tampoco destacará en exceso, es una evolución de la generación saliente y para colmo, pierde garra y se vuelve más anodino y, quizá, demasiado convencional. Frente al Peugeot 508 solo destaca por su tamaño, mientras que el francés ofrece una buena dosis de diseño. Es curioso ver como en Peugeot ofrecen un 508 con un diseño bastante conseguido y un catálogo general, donde hay mucha exageración. Todo lo contrario que en Škoda, donde siempre ha habido mucha contención y diseños acertados, pero comedidos en determinados apartados.
Un apartado que no se ve, pero que se nota, y que mejora a todos los coches más populares actualmente, es la aerodinámica. El nuevo Superb presume de un Cx de 0,23 en el caso del tres volúmenes y de 0,25 en el caso del Combi, lo que supone mejorar un 10 y un 15% respectivamente al modelo saliente. Es una cifra realmente buena y debería notarse en los consumos, aunque curiosamente, no contará con versión eléctrica y la hibridación solo estará disponible en la carrocería familiar. No parece tener mucho sentido, porque la versión familiar con grupo motor híbrido entra, directamente, a luchar con el nuevo Volkswagen Passat Variant, aunque claro, al haber desechado la carrocería sedán en el Passat, darle una versión híbrida al Superb podría robar muchas ventas al nuevo Passat Variant y también, que no se nos olvide, al ID.7. Volkswagen nunca permitirá que ninguna otra marca le supere en ventas, ya lo ha demostrado en muchas ocasiones y es evidente que ahora tampoco es diferente. Cualquier marca que no sea Audi o alguna de las premium, siempre estará un paso por debajo de Volkswagen.
Así, el nuevo Škoda Superb contará con tres opciones gasolina, otras dos diésel, y en el caso del familiar, el Superb Combi, también con una opción híbrida enchufable. En gasolina estarán disponibles en 1.5 TSI mHEV con 150 CV y cambio DSG-7, y el 2.0 TSI en versión de 204 y 265 CV. Para la gama diesel, siempre con el 2.0 TDI como base, se podrá escoger entre 150 y 193 CV, igualmente, solo disponible con el DSG-7. El híbrido enchufable es el conocido de 204 CV, pero en lugar del 1.4 TSI, emplea el 1.5 TSI y el cambio es el DSG-6. Los más potentes –gasolina 265 CV y diésel 193 CV– tienen tracción integral.
No vamos a entrar en cuestiones de equipamiento, porque como cabe esperar, no falta nada y no hay novedades realmente importantes en la lista de gadgets. Si quieres conocer todos los detalles en cuanto a equipamiento, KM77, por ejemplo, te lo desgrana uno por uno.
El nuevo Škoda Superb, como todas las anteriores generaciones, presenta una imagen de “coche grande”, pero no solo grande, sino también caro, de cierta categoría, aunque luego las tarifas sean las más competitivas del segmento. Sin embargo, como se ha dicho antes, pierde garra, pierde “potencia estética” y parece que falta imaginación, tanto fuera como dentro. El habitáculo del nuevo Superb es bastante sencillo y se basa en tendencias, por supuesto, con una enorme pantalla sin integrar en el salpicadero –han cogido un monitor plano de 13 pulgadas y lo han puesto ahí, sin más–. Al menos parece que han dejado los mandos físicos para la climatización y al reposicionar el selector del cambio en la columna de dirección –detalle que no gusta a todo el mundo, pues ahí se colocan los limpiaparabrisas desde siempre y da lugar a confusiones–, se puede ofrecer una consola central con mucho hueco para dejar objetos, y lo mejor de todo, con tapa.
Si tengo que elegir entre el nuevo Superb y el nuevo Passat Variant, me quedo con el checo sin dudarlo, no me gusta la nueva línea estética de Volkswagen, me resulta insulsa y sin personalidad ninguna. El hecho de que falte la carrocería sedán también es un motivo para escoger el Škoda, pues todo lo demás, desde la plataforma hasta los sistemas, es compartido. De hecho, no olvidemos que ha sido la propia Škoda la responsable de desarrollar tanto el Passat como el Superb, aunque Volkswagen, y esto es algo que se ha mencionado antes, siempre va por delante del resto incluso en las prestaciones de nuevos modelos.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".Totalmente deacuerdo, la linea estética de Vw ha retrocedido en poco tiempo muchisimo en exterior e interior (sin hablar de ridiculos mandos tactiles para funciones básicas y otras historias), y Skoda por delante en mi opinión esteticamente hablando.