Jaguar nos prometió una ruptura total en su nueva etapa, una ruptura con el pasado y con todo convencionalismo, en busca de un nuevo posicionamiento, de un nuevo tipo de cliente y un nuevo estilo, en general, de todo lo que tenía que ver con la propia marca. Los primeros pasos, con ese anuncio que tanto ha dado de que hablar, era un simple preámbulo de lo que estaba por venir, y ahora con la puesta en escena del Jaguar Type 00, el prototipo que adelanta el futuro modelo eléctrico, rematan la jugada.
El Jaguar Type 00 es, por así decirlo, un antiJaguar, un coche con el que se tira por tierra todo lo que atesoraba la marca británica hasta la fecha en pos de un nuevo futuro, que si hacemos caso a las opiniones de algunos, es el principio del adiós. El caso es que, si nos fijamos en otros diseños controvertidos y que, en teoría, son antiestéticos, el Jaguar Type 00 da en el blanco y podría ser un éxito si llega, tal cual, a las calles, lo que demostraría que vivimos una era que aprecia cualquier cosa menos el equilibrio y el gusto estético, y apuesta más por la exageración y el ansia por llamar la atención.
Pero no vayamos a centrarnos únicamente en la imagen, que si bien, tiene mucho peso y más en una firma como Jaguar, nos ciega y no nos deja ver otras cuestiones. No obstante, no podemos dejar pasar la oportunidad de mencionar las palabras que la propia Jaguar utiliza para presentar este coche: una intrépida declaración de intenciones. Un objeto de deseo. Un prototipo de líneas atrevidas y proporciones exuberantes en el que se inspirarán los Jaguar del futuro.
De lo que no cabe duda es que han logrado ser diferentes, y mejor aún, han logrado que todos hablemos de ellos, aunque, ¿a qué coste? Actualmente, la imagen de marca, el pasado de una compañía o el aura que se tenía, no sirven de nada, se ha perdido todo aprecio por ciertas cosas y ahora solo que quiere una cosa muy concreta: tecnología. Recuerdo un artículo que leí, aunque no recuerdo donde –por eso no pongo enlace–, donde se hablaba de una pareja de origen chino, que tenían en su garaje un par de modelos de Porsche y convencidos de la nueva era eléctrica, compraron un Taycan. Pues bien, decían estar decepcionados porque “solo era un Porsche eléctrico”.
Solo hay que echar un vistazo en redes sociales para darse cuenta de la situación. Ahora, la gente alucina con los coches chinos capaces de aparcarse por sí mismos, con los sistemas multimedia, con las pantallas por doquier… Ya no se quiere un coche y además, importa más bien poco la marca, incluso se llega a cuestionar el motivo para comprarse una marca tradicional y no una china, que son más baratos y tiene un software más avanzado.
Es ahí donde parece ir Jaguar con su futuro, hacia el modelo de coche chino en lo referente a la imagen de marca y al contenido tecnológico, sin contar, claro está, que hablamos de un coche eléctrico. Es más, ellos saben que el clásico comprador de Jaguar no volverá a pisar un concesionario de la marca, y lo aceptan, aunque también tendrán que aceptar que apuestan por un tipo de cliente que no es leal y que cambiará de marca sin titubeos.
El mejor ejemplo es lo que comenta Tom Holden, el jefe de diseño de Jaguar: Al igual que ocurre fuera, las tecnologías desplegables son una seña de identidad del interior. Las pantallas salen con gracia y en silencio del salpicadero, mientras que las zonas de almacenaje motorizadas se deslizan suavemente para abrirse bajo demanda sorprendiéndonos con toques de exuberante color. Tenemos la convicción de que la tecnología debe reforzar la experiencia de lujo moderno en vez de convertirse en el centro de atención de la arquitectura, y la pantalla digital situada en el centro del salpicadero es la mejor muestra de esta filosofía. La pantalla Clearsight sustituye al espejo retrovisor tradicional para mejorar la visibilidad general. Pantallitas y cosas que se mueve eléctricamente. No quieren vender coches, aunque tengan cuatro ruedas y un volante, quieren vender ordenadores y tablets con ruedas, es decir, lo que demanda el mercado.
Por supuesto, también hablan de personalización y “conexión e interactuación” con el vehículo. La experiencia de conducción es cosa del pasado y a eso nos tendremos que acostumbrar todos, principalmente los aficionados al automóvil más tradicionales, aquellos que buscan sensaciones al volante y no conexión tecnológica. Pero, amigos, son nuevos tiempos, son nuevas tendencias y nuevas demandas, y los aficionados al automóvil no somos tan numerosos ni compramos tantos coches.
Sir Williams Lyons siempre decía que Jaguar no debía copiar nada de nadie y que sus coches debían considerarse obras de arte. Si ahora levantara la cabeza y viera lo que han hecho con su marca, ¿Qué diría? Según estándares actuales, el Jaguar Type 00 es una obra de arte. Es polémico, controvertido, rupturista, como ese cuadro con un plátano sujeto con una cinta adhesiva que hay que cambiar cada cierto tiempo porque, o bien se pudre, o se lo comen –y por el que han pagado varios millones de euros–.
De todas formas, estamos ante un prototipo que no llegará tal cual a producción. Jaguar ha querido llamar la atención y continuar con su polémica estrategia de marketing que, por cierto, les funciona a las mil maravillas. Esperemos que el coche, cuando llegue a las tiendas, funcione igual de bien o vamos a tener que decir adiós una marca mítica, que pocos han sabido dirigir y que, a pesar de tener una rica historia, nunca ha logrado tener una existencia tranquila.
No me gusta el futuro que plantea Jaguar, no me gusta el futuro que se plantea para el automóvil en general. Odio las pantallas “porque sí”, no comprendo la obsesión por la tecnología “a toda costa” y muchos diseños actuales me parecen feos, exagerados y faltos de toda clase y gusto por lo estético. Quizá me esté haciendo viejo y me he quedado fuera de las tendencias…
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS