Conocer la Historia nos permite conocer a veces nuestro futuro, porque suele repetirse. Hoy día el Volkswagen Golf es el compacto más exitoso del mercado europeo, y uno de los principales del mundo. Lleva en ese plan más de 20 años. Y tan cierto es eso como que tiene fecha de caducidad, esta será su última década buena, luego comenzará su declive.

Y es que al Volkswagen Golf no le va a matar la competencia -por mucho que les gustaría-, sino la propia Volkswagen. Pasará exactamente lo mismo que cuando salió el primer Golf en 1974, estaba destinado a tomar el testigo del mítico Typ 1 (Beetle, Käfer o Escarabajo), que ya estaba obsoleto. Y el Golf está coqueteando con la obsolescencia, aunque acabe de salir al mercado su última generación.

Después de la explosión termonuclear que supuso para Volkswagen el escándalo Dieselgate, la compañía se está reorientando hacia la electromovilidad, toda su gama acabará propulsada por motores eléctricos, prácticamente todos con baterías, lo del hidrógeno no parece irles mucho. Hasta llegar a ese punto, todo son tecnologías de transición. Como todo lo que lleva el Golf actual, tecnologías con fecha de caducidad. Y salvo GTE, que es híbrido enchufable, el resto de versiones emiten “mucho” CO₂ y Volkswagen debe reducir la media de su flota para evitar multas milmillonarias.

Volkswagen ID.3 First Edition

Solo el sucesor del Volkswagen Golf destronará al Volkswagen Golf

En la generación previa, la VII o más correctamente hablando, Typ 5G, tuvo la mayor variedad de sistemas de motorización: TSI (gasolina), TDI (diésel), TGI (gas natural comprimido), GTE (híbrido enchufable) y e-Golf (eléctrico puro). El resto de las siglas no nos dicen más sobre el combustible utilizado, solo variantes de carrocería o las más prestacionales.

Pero en la generación actual no hay e-Golf, ni lo va a haber, ni tiene sentido que lo haya. Gracias a la plataforma MQB, en la que se basan tanto la generación actual como la anterior, se pueden acomodar distintos sistemas de propulsión bajo la misma “caja”. Pero existiendo ya el Volkswagen ID.3, carece de sentido hacer un e-Golf. A Volkswagen ahora le interesa vender todos los ID.3 que sea posible vender.

Durante años, ID.3 y Golf convivirán en el mercado, hasta que el primero acabe superando al segundo

Porque el ID.3 está ya un salto evolutivo por delante. La plataforma en la que se basa, MEB, está optimizada para un coche eléctrico, por lo que tiene más espacio para las baterías, una batalla más larga y unos voladizos más cortos. Eso se traduce en mejor distribución de peso, más autonomía, más espacio interior con la misma longitud, y ningún condicionamiento de diseño para calzar ahí motorizaciones “clásicas”. Y resulta absurdo meter en la MEB motores convencionales, ningún ID.3 gastará combustibles fósiles ni sucedáneos.

Una simple decisión de ingeniería lo ha condenado a desaparecer: no ser eléctrico

Basta hacer una comparación objetiva entre el ID.3 y el e-Golf saliente, el nuevo modelo le bate en todos los sentidos. Pero el ID.3 no es un modelo de producción masiva, al menos no tan masiva como la del Golf, que en los últimos 20 años en Europa ha bailado entre las 400.000 y las 700.000 unidades ¡al año! Pero acabará siéndolo, y eso es inevitable. Vale que Europa no es el mundo entero, pero la mitad de los compactos del mundo se vendieron aquí en 2019.

Todas las motorizaciones que actualmente ofrece el Golf son de transición y basadas en la combustión interna de origen fósil. Solo por eso, ya está claro que tiene fecha de caducidad. El señor Lars Hentschel, del departamento de tecnologías de propulsión de Volkswagen, y Jürgen Stackmann, responsable de ventas y marketing, confirmaron en 2019 que habría una novena generación del Golf. Lo que no habrá es décima generación.

Si nos atenemos a lo que ha pasado con las últimas generaciones del Golf, la novena será una profunda revisión de la octava. Lo mismo pasó con la sexta, basada en la quinta, y la séptima (bis) de 2017, actualizando la de 2012. Entre lo que dure la octava y la novena, estamos hablando ya de finales de la década actual. No tengo la bola de cristal y no sé cómo se venderá el Golf en 2029, pero menos que hoy día, seguro.

En determinado momento de esta década debería haber un sorpasso del ID.3 por encima del Golf. En la novena generación puede que ya no haya versiones como GTI o R (el ID.3 puede superarlos fácilmente), y que la oferta se vaya reduciendo a lo que aún compra la gente. En Estados Unidos ya se han cargado la carrocería de cinco puertas estándar, y la de tres no ha sobrevivido a la octava generación ni en Europa tras 45 años.

Los europeos dentro de la Unión Europea y la zona EFTA (Suiza y Noruega) iremos reduciendo nuestro interés en el Golf según vaya siendo más atractivo el ID.3, a medida que se vayan ajustando sus precios y siga aumentando la red de recarga rápida para viajar sin preocupaciones. El Golf seguirá siendo interesante para quienes no se puede plantear eléctrico, como los países del este.

Lo que ocurra dependerá de lo que hagan los grandes mercados: alemán, francés, italiano, español y… el inglés

Y un buen día, alguien dirá en Wolfsburgo que no se producen suficientes Golf, pero que tiene su interés en otras partes del mundo, véase América, y se despedirá con un “Last Edition” o similar con algún logotipo chulo pasado 2030, o puede que antes. Es exactamente lo que pasó con el Beetle. El Escarabajo dejó de fabricarse en Europa en los 70, pero aguantó en América hasta 2003, cuando salió el último “Vocho” de Puebla. No está mal para un coche diseñado en el apogeo del III Reich alemán (1938).

Volkswagen Citi Golf Limited Edition (2009)

Volkswagen, los expertos en mantener diseños clásicos a la venta

Si algo nos ha enseñado la historia de Volkswagen, es que cuando tiene un modelo exitoso lo exprime todo lo posible e imaginable. ¿Sabéis cuándo se dejó de fabricar el primer Golf? En Sudáfrica en 2009, se despidió como Volkswagen Citi Limited Edition y con una tirada de 1.000 unidades. La famosísima “hippineta” T2, cuya vida comercial comenzó en 1957, abandonó la línea de producción en Brasil en 2013, con una edición final de 600 unidades.

En otras palabras, que un modelo exitoso de Volkswagen (pero EXITOSO en mayúsculas) puede durar en el entorno de los 60 años. Es más o menos lo que durará el Golf como denominación comercial, ya que a diferencia de Typ 1 y T2, el Golf sí ha recibido profundas actualizaciones y adoptando tecnología más o menos puntera. Pero es un diseño básico reconocible de lejos, muy coherente a lo largo de su vida.

Y para escozor de los detractores del Golf, acabará sus días en países americanos y africanos, donde las normativas antipolución no son estrictas (ni lo van a ser), y en cuanto al tema del CO₂ que seguirá emitiendo, ya se ocupará Volkswagen como multinacional de compensarlo, aunque para eso tenga que replantar ella solita la selva del Amazonas. Sería una bonita reparación a los brasileños por cierto asuntillo turbio durante la dictadura entre 1964 y 1985, y a millones de personas en todo el mundo por eso de los malos humos de sus diésel trucados.

Y digo que les escocerá [a sus rivales], porque ningún oponente del Golf ha aguantado tantas décadas en la cresta de la ola. A pesar de su conservadurismo, a pesar de que “todos los Golf son iguales”, a pesar de los odios que levantó. Distintos rivales se han estrellado contra un muro de hormigón armado sin un diseño continuista, ni siquiera una denominación comercial que haya aguantado (no se libra ni el Corolla con el paréntesis del Auris).

Y es que al César, lo que es del César. El Volkswagen Golf pasará a la historia de la automoción como uno de los compactos más exitosos de todos los tiempos, y la mayoría de sus rivales serán olvidados. ¿Quién puede decir de carrerilla 10 rivales directos del Typ 1 sin abrir un libro ni tirar de Google? Lo dicho. Es Volkswagen quien ha decidido poner fin a esta historia, fue tan simple como no terminar de electrificarlo. Probablemente, el último Golf que se fabrique será un híbrido enchufable.

¿Ocurrirá esto con el modelo que reemplace generacionalmente al ID.3? Eso ya entra en el terreno de la futurología, porque seguramente ni en Wolfsburgo lo saben, y los ingenieros que convertirán en obsoleto al ID.3 creo que todavía están nadando en líquido amniótico o llorando por el pecho de sus jóvenes madres. Desde luego si el ID.3 aguanta otros 60 años me temo que no llegaré a ver su reemplazo generacional vivo. Ni vosotros. Y si lo llegamos a ver, seguramente hasta pueda volar.