El Pacto entre Caballeros japonés

El Pacto entre Caballeros japonés

No estaba permitido pasar de los 280 CV, pero no se cumplió


Tiempo de lectura: 3 min.

Si eres un apasionado de los vehículos japoneses y sus espectaculares deportivos de los años 90, es posible que te hayas cuestionado por qué ninguno pasa de los 280 CV, cuando en los otros dos mercados mayoritarios existían modelos que llegaban a duplicarlo en algunos de sus modelos, como el McLaren F1 en el mercado europeo. Esto tiene una explicación, el Pacto entre Caballeros japonés, que se impuso limitando primero la velocidad máxima, y posteriormente la potencia máxima de los coches.

En los años 80 en Japón la siniestralidad se disparó, quizá por la ausencia de educación vial de calidad, o por el estado de las carreteras que otrora sirvieron para que el precario parque móvil se desenvolviese con normalidad. En aquel momento la velocidad máxima de los vehículos se limitó a los 180 km/h, pero no llegaron los resultados esperados, por lo que a finales de la década se optó por limitar directamente la potencia de los vehículos a 280 CV.

El primer coche japonés en sufrir dicha limitación fue el Nissan 300ZX (Z32) Twin Turbo, y a partir de aquel momento todos religiosamente respetaron dicha cifra, al menos en la ficha técnica. Modelos como el Nissan Skyline, el Toyota Supra, el Mazda RX-7 o el Mitsubishi 3000GT no pasaron de 280 CV, algo sospechoso si atendemos a la gran diversidad de motorizaciones. Desde los más “sencillos” con un 4 cilindros en línea ayudados por un turbocompresor, hasta los 6 cilindros en línea ayudados por dos turbocompresores, todos entregaban, en teoría, 280 CV.

nissan 300zx twin turbo 2 2 t top 3

Son muchas las series y películas que se han hecho eco de la cultura automovilística japonesa de aquella época, la más conocida será probablemente Initial D

Tiempo después se descubrió que todos ellos producían más potencia de la anunciada, y al pasar por el banco de potencia modelos como el Nissan Skyline GT-R R34 sobrepasó los 320 CV, entre otros. El diseño base de estos motores se prestaba a las modificaciones, que sufrieron un auge masivo entre los japoneses, que veinte años atrás fueron pioneros de disciplinas callejeras como el drift o el touge. Este Pacto entre Caballeros no pudo hacer nada ante una cultura automovilística ilegal, en la que se hicieron habituales las carreras en la bahía de Tokio.

Por poner un ejemplo relativamente conocido, en la Wangan y a lo largo de la Tomei Expressway, que une Tokio con Nagoya, nació el Mid Night Club. Este fue un club creado en 1987, cuyos integrantes participaban en carreras ilegales en la región, famosos por las velocidades medias que mantenían y las velocidades puntas que alcanzaban. Pero esto no fue lo único, simplemente ha sido el que tuvo mayor repercusión, ya que estaba formado por gente influyente del país.

De poco sirvió la limitación con la popularidad de las preparaciones, y para 2004, la Asociación de Fabricantes Japoneses anunció que no había estudios serios que relacionasen la velocidad de este tipo de vehículos con la mortalidad en las carreteras del país, por lo que las marcas dieron por finalizado el Pacto entre Caballeros japonés. De esta forma, el mercado japonés pudo entrar a competir mundialmente en el sector de los deportivos sin ningún tipo de limitación, permitiendo la prosperidad de su mercado a nivel mundial.

efini rx 7 type rz 8

 

 

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Sobre mí

Francisco Javier Rodriguez

En la época en la que pasaba el día dibujando coches, alguien me preguntó: ¿pero a ti te gusta más la mecánica o la carrocería de los coches? Esa misma semana leí el Manual del Automóvil de Arias Paz. Tenía 14 años, esa simple pregunta es la razón por la que estoy aquí, desde entonces no he parado de aprender sobre lo que se convirtió en mi pasión.

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

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