Este interesante vehículo tuvo el honor de ser el primer descapotable en la historia de SEAT: era un pequeño biplaza que utilizó como base el Fiat 850 Spider con motor trasero de 52 CV. Se construyó bajo licencia Fiat desde septiembre de 1967 hasta 1972, y también existió una versión cerrada conocida con el nombre de Sport Coupé. Era prácticamente una copia del Fiat 850 Spider, salido de la mano del diseñador Bertone, y sus sutiles diferencias se encontraban en la forma de los faros delanteros.
Todas las unidades fabricadas iban equipadas con la misma mecánica, un bloque de cuatro cilindros de 903 cc y 52 CV en disposición trasera longitudinal. Se construyeron un total de 1.732 unidades en la factoría de la Zona Franca de Barcelona, y no tuvo rivales en España, salvo algún modelo de importación -Honda S800 o Triumph Spitfire-.
Su pequeño motor empujaba con soltura dando lo mejor de sí a partir de las 3.800 RPM, alcanzando la potencia máxima a 6.500 RPM, siendo su par máximo de 65 Nm a 4.000 RPM, con una velocidad máxima de 145 km/h, aunque en condiciones favorables superaba los 150 km/h. El 0 a 100 km/h lo hacía en 16-17 segundos, y su autonomía no era muy elevada, de unos 300 km, pues su depósito de combustible era de 30 litros y su consumo medio aproximado era de unos 10 l/100 km; por carretera a 100 km/h suponía unos 8 l/100 km, y a tope rondaba los 12 l/100 km. No parecían unos consumos excesivos en su época.
Debido a que lo mejor de su potencia salía a relucir a partir de las 3.500 RPM, no era un coche que pudiese presumir quemando rueda al salir de los semáforos o realizando adelantamientos fulgurantes por debajo de este régimen; a partir de este punto ya sí se notaban sus discretos caballos.
Este aspecto lo convertía en un vehículo poco brillante por ciudad por la necesidad constante de cambiar de marcha y mover el motor por debajo de las 3.500 RPM. El escalonamiento de sus marchas era adecuado y si sabíamos dar un buen uso del doble embrague podía resultar divertido conducirlo por carreteras reviradas que requiriesen el uso intensivo del cambio.
Otro punto fuerte eran sus frenos, de disco delante y tambores detrás, que detenían sin mayor problema sus 730 kg de peso, con gran eficacia a velocidades discretas. A altas velocidades el coche perdía su estabilidad y realizaba unos bandazos nada cómodos y hasta peligrosos frente a un frenazo brusco. Como es lógico era un coche de propulsión trasera y la potencia pasaba a las ruedas trasera a través de una caja manual de cuatro velocidades.
Su suspensión era independiente en las cuatro ruedas y era destacable ser muy bajito, por lo que su centro de gravedad era bastante bajo, y con un buen reparto de pesos bastante adecuado se convertía en uno de los coches más estables del momento. Las curvas se podían tomar a gran velocidad prácticamente sin inmutarse, contribuyendo a ello la existencia de sendas barras estabilizadoras.
Por suelos irregulares le afectaba mucho el hecho de tener las ruedas traseras con una ligera caída negativa, con lo que unido a una suspensión tirando a blanda el coche temblaba más de la cuenta en esta situación.
Su dirección era del sistema de tornillo sin fin y resultaba muy sensible, que no peligrosa, que requería mucha atención ya que no poseía autocentrado, lo que unido a unos neumáticos relativamente anchos -155 SR13- había que trabajar con fuerza y concentración sobre todo a la salida de las curvas. Sus dimensiones eran de 3,82 m de largo x 1,50 m de ancho x 1,22 m de alto.
Era un biplaza puro y duro, y apenas tenía espacio para el equipaje, tan solo algún paquete detrás de los asientos, y el maletero situado en el capó delantero compartía el espacio con la rueda de repuesto, por lo cual el espacio libre era muy reducido. A cielo abierto la conducción era muy agradable, pues apenas se escuchaban ruidos mecánicos, pero con la capota puesta los ruidos aerodinámicos eran muy evidentes y además las maniobras de poner y quitar la capota eran muy delicadas y si no tenías cuidado podías causar daños irreparables.
No tenía que ser nada desagradable conducir a cielo abierto a una velocidad de crucero de 120 km/h un pequeño deportivo con el motor trasero, se trataba de disfrutar conduciendo y sentir la máquina bajo tus órdenes, que te hiciese sentir el placer de conducción y que no fuese una simple máquina que te lleve del punto A al punto B. Un coche que seguramente despertará tu espíritu RACER…
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...COMENTARIOS