El Renault 19 Coupé 16v se empezó a comercializar en el año 1990, dos años después que el sedán. Lo más sobresaliente fue la utilización de un motor de 1.764 cc con la incorporación de una culata de 16 válvulas, en lugar de las ocho válvulas que utilizaban en sus antiguos motores de cuatro cilindros, y el abandono del turbocompresor en sus modelos más altos de gama y versiones de competición, aumentando su cilindrada para obtener unos motores que combinasen prestaciones y fiabilidad. Durante el tiempo que estuvo fabricándose se produjeron dos fases diferentes, el Fase 1, que no estaba dotado de catalizador y rendía 140 CV, y el fase 2, ya iba capado con este elemento, rendía tres caballos menos, 137 CV.
La versión Coupé era la de tres puertas, con esta mecánica también encontrábamos la versión de cuatro puertas (Chamade), y la versión más lúdica, la Cabrio, todas con posibilidad de personalizar el equipamiento. Exteriormente llamaban la atención sus llantas de aleación, vestidas por unos neumáticos de medidas 195/50 VR15, y unos faros antiniebla, así como un discreto alerón trasero e igualmente discretos faldones y estribos que rodeaban todo el perímetro del coche.
En su interior destacábamos sus asientos delanteros, que sujetaban bastante bien a sus ocupantes, dotados de regulación en altura y a nivel lumbar (algo inusual en el segmento y en la época), un interesante ordenador de a bordo y un manómetro de aceite. Podíamos añadir el cierre a distancia, elevalunas eléctricos delanteros y cierre centralizado. La ventilación era bastante pobre y no llevaba aire acondicionado de serie, un hándicap para su conducción veraniega, pero normal en la época. A cambio, su motor era un prodigio en sonoridad, apenas se le escuchaba en el habitáculo. Su puntito racing lo daba el color rojo de sus relojes, que además facilitaba su rápida lectura. La postura de conducción era realmente buena, tanto el volante como los pedales y palanca de cambios permitían una rápida y casi perfecta adaptación.
Su motor tenía el comportamiento típico de los atmosféricos de 16 válvulas: por debajo de las 3.000 RPM se mostraba bastante tranquilo y remolón, hasta que alcanzaba un régimen de cierto tinte deportivo, entre las 4.500 RPM y las 6.500 RPM, zona en la que los 140 CV se comportaban casi como unos “pura sangre”. Si echamos un vistazo a sus prestaciones básicas, el 0 a 100 km/h los hacía en 8,9 segundos, cubría los 1.000 metros desde parado en 29,9 segundos, rompiendo la barrera psicológica de los 30 segundos, y su velocidad máxima rozaba los 207 km/h
También resultaba encomiable el tacto de su caja de cambios de cinco velocidades, rápida, precisa y con recorridos cortos que facilitaban su uso deportivo, que junto con una excelente transmisión se conseguían unos consumos aceptables, del orden de poco más de 10 l/100 km por ciudad y de 7,4 l/100 km por autopista a velocidades legales. Su dirección era muy suave, precisa y bastante directa -tres vueltas de tope a tope-. En línea recta no se desviaba ni un milímetro de su trayectoria, sin inmutarse con los vientos laterales, sorprendiendo su comportamiento en curvas tanto amplias de tipo autopista como cerradas de carreteras secundarias o de montaña, por su precisión y rapidez de respuestas. Salvo en curvas muy cerradas, donde presentaba un cierto carácter subvirador, su comportamiento era muy neutro, la trasera no se descolocaba con facilidad.
El buen comportamiento dinámico se completaba con un buen equipo de frenos -discos ventilados delante y macizos detrás-, con un buen tacto del pedal, unas cortas distancias de frenada y gran resistencia al uso intensivo; podía llevar ABS de forma opcional. La suspensión estaba dotada de la necesaria rigidez para rodar a buen ritmo y total seguridad, evitando movimientos laterales y molestos cabeceos tanto al frenar como al acelerar, beneficiando el confort de sus ocupantes.
Con esta versión Renault consiguió un vehículo con un gran equilibrio entre la deportividad y la comodidad, buenas prestaciones y consumos ajustados, algo de lo que podían presumir pocos fabricantes generalistas de la época.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...COMENTARIOS