Cuando en 1992 se lanzó la segunda generación del Nissan Micra ésta consiguió hacer girar más de un cuello. Y bueno, la verdad es que no estamos hablando de un depurado estudio de diseño realizado por Pininfarina sobre la base mecánica del último Ferrari. Para nada. Más bien todo lo contrario, siendo un urbano del segmento B con máximas ambiciones de practicidad. Uno de esos vehículos a los que los fabricantes dieron el nombre de “ supermini “, incidiendo así en las múltiples capacidades que un automóvil pequeño pero bien diseñado y ejecutado puede llegar a tener. En suma, el Nissan Micra servía para casi todo y encima era desenfadado y divertido. No se puede pedir mucho más a un vehículo así.
Pero vayamos al comienzo de todo. Así las cosas, vamos a situarnos en el Japón de 1982. Coordenadas en la que se está produciendo una interesante pugna entre Honda y Toyota por el predominio en el segmento B, estando en juego el mercado nacional pero también las cuantiosas exportaciones a los Estados Unidos y, en menor medida, las ventas en el continente europeo. En ese momento, Honda lanzó el City. Un recordado puntal dentro de la amplísima tradición de coches compactos – sin llegar a ser Kei Car, ya que estos irían obviamente en un campo de juego propio – que Japón ha mantenido desde la década de los sesenta.
La reacción de Nissan al City fue el Micra, que en su primera generación llegó a tener una versión con turbocompresor para alcanzar los 75 CV. No obstante le fallaban sus líneas. Demasiado sobrias, Demasiado anodinas. Demasiado impersonales. De esta manera, la dirección de Nissan se planteó las cosas de una forma muy diferente de cara a la siguiente generación del modelo. Había que llamar la atención. Y además había que hacerlo dando mucho por muy poco. Llegados a este punto ya estaban puestos los cimientos para la aparición en 1992 del nuevo Nissan Micra.
La segunda generación del Micra apostó por quitarse complejos y hacer una forma divertida y personal con la que vender sus pequeños volúmenes de modelo urbano
Nissan Micra MKII, al fin llega el acierto
Cuando se diseña un coche del segmento B y encima se le quiere hacer especialmente compacto siempre se plantea un reto respecto a las proporciones y los volúmenes. Un hecho comprensible. Al fin y al cabo no es sencillo meter a cuatro adultos, un motor y algo de espacio para el maletero en poco más de 3,6 metros de extensión. Partiendo de esta base, en Renault experimentaron con la idea de un minúsculo monovolumen y les salió el Twingo.
Un coche llamativo y al que muchos no vieron bien desde el comienzo, aunque dado su carácter original y rupturista logró hacerse con el favor – y el recuerdo – de buena parte del mercado. Pues bien, algo parecido a esto es lo que se hizo con el Nissan Micra MKII, el cual por cierto apareció unos meses antes que el francés.
De formas redondeadas y originales, el diseño del Nissan Micra se desprendió de prejuicios para hacer de la necesidad virtud, maximizando el carácter de coche pequeño haciendo él un curioso urbano al que muchos consideraron casi un juguete. Desde el punto de vista publicitario ya estaba todo hecho. Y es más, desde su salida comenzó a ganar premios de la prensa tanto en Europa como en Japón, su principal mercado.
Desde su lanzamiento se convirtió en un éxito masivo especialmente en su país de origen, llegando a tener copas monomarca de competición en países europeos como Grecia
Respecto a las motorizaciones, el Nissan Micra de 1992 renovó la oferta de motores presentando diversas opciones todas ellas con el bloque en aluminio. Uno era un cuatro en línea de 1 litro y doble árbol de levas en cabeza y 16 válvulas mientras que el otro arrojaba 1.3 litros. Los dos de la familia de motores CG, arrojando 54 CV y 74 CV respectivamente. Con 74 Nm de par en el primero y 103 Nm en el segundo. Las velocidades máximas se encontraban en torno a 170 kilómetros por hora, aunque eso no es realmente importante para un coche que tiene a la ciudad como su principal hábitat. Eso sí, al igual que con otros modelos escuetos como el FIAT Cinquecento hubo una copa monomarca. Esta vez bajo el nombre de Desafío Micra, aunque de ello ya hablaremos otro día.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.Existió también una versión diésel 1.5D, el mismo motor que montaba el saxo y el 106 de la época.
Otra cosa que se os olvida, esta generación, fue coche del año en Europa, fue el primer coche japonés en lograr tan merecido premio, también lo fue en su país natal, su diseñador, también tuvo varios premios por este coche pero desapareció, dado que no se atribuyen mas diseños dentro y fuera de Nissan