Recuerdo con ternura uno de mis primeros coches de prensa con espíritu RACER, allá por el 2004. Se trata del Fiat Punto Sporting, una vez pasado el restyling de 2002. Era un coche de aspecto deportivo, pero sin una preparación a nivel dinámico que lo diferenciase de otro Punto, salvo algunos matices. Lo había gasolina (1.4 16v 95 CV) y petrolero (1.9 JTD 100 CV), previamente lo movió hasta el rabioso 1.2 16v.
La gracia del Punto Sporting radicaba en su “makeo” exterior, que podía incluir opcionalmente los faldones y el alerón trasero, con llantas de 15″ de serie. En el interior había algunos aditamientos, pero poca cosa. Hablamos de un coche que en su momento costaba poco más de 12.000 euros, de planteamiento humilde ante todo. Optaba a chuches como navegador, volante y palanca de cambios en cuero, mandos multimedia o dirección asistida ultrablanda para ciudad (CITY), ¡hasta tenía preinstalación para teléfono!
Con el motor de 95 CV de gasolina tenía chispa, de andar tranquilo por debajo de 3.000 RPM y ruidoso por encima, daba gusto estrujarlo en marchas cortas, y para trotar disponía de sexta velocidad, una característica que no tenían los Punto inferiores con el mismo motor. Podía tener opcionalmente ESP, aunque resultaba un poco intrusivo porque la suspensión era blanda y no se sujetaba en las curvas del todo. En alguna rotonda cerrada creo que lo puse a tres patitas (sin buscarlo).
Para una mayor deportividad estaba el relativamente poco conocido HGT 1.8 16v con 131 CV, y por entonces ya era una potencia respetable para un utilitario. El Sporting es de esos coches que te lleva y te trae, con una mecánica rocosa -el mítico FIRE- que se conformaba con menos de 7 l/100 km portándose uno bien, aunque con el pie un poco pesado podía pasar de 8 litros.
En el cargador de 5 CD se podían llevar todos los “ésitos” de las catedrales del Techno y del Trance
¿Andaba mucho? Psché, 0-100 km/h en 9,6 segundos y 178 km/h de punta. Son cifras aceptables incluso hoy día, aunque no invitaba especialmente a correr mucho por su alta sonoridad y estabilidad comprometida, hasta podía resultar algo sensible con el viento. Además, detalles como los frenos traseros de tambor empobrecían un poco el conjunto. Conté más en la prueba en su día, pero por favor, tened en cuenta que llevaba la “L” colgando, en todos los sentidos.
Todos los días veo uno aparcado en la universidad, en el mismo color amarillo piolín, con matrícula C–, por lo que tiene ya por lo menos 14 añitos. Sigue cumpliendo el papel para el que se diseñó, que es llevar gente joven por una cantidad razonable de pasta, y de vez en cuando, con algún desmelene llevando el tacómetro a la zona roja. No hace falta mucha potencia para ser feliz.
Javier Costas
Me gustan los coches desde que tengo uso de razón (o antes). Tras haber conducido más de 400 coches aquí sigo, divulgando y aprendiendo a partes iguales sobre las cuatro ruedas. Vosotros habéis hecho que se convierta en mi pasión.Hermoso, pero mucho más lindo el anterior al restyling con los faros delanteros bien finitos!
Hombre, era un diseño un poco falto de ambición…
Ehh por?!