Después de algunos estudios en profundidad, en Alfa Romeo se dieron cuenta de que había hueco el mercado hacia el que poder crecer, un segmento donde Alfa Romeo nunca había estado presente y que, durante la primera década del Siglo XXI, tenía un enorme tirón comercial. Ese segmento inexplorado era el B, la parcela de mercado de los utilitarios. Pero no un utilitario estándar, Alfa iría directa al más interesante, al segmento B semi premium, por denominarlo de alguna manera, donde el MINI campaba a sus anchas y el FIAT 500, que apareció más o menos por las mismas fechas, ganaba popularidad ´día tras días.

Bajo el nombre de Alfa Romeo MiTo –obtenido mediante una votación entre los aficionados, que resultó de combinar Milan y Torino–. El coche era, como cabría esperar, especialmente interesante estéticamente hablando, pues bebía de los rasgos estrenados por el Alfa Romeo 8C, aunque según el ángulo desde el que se miraba, daba la impresión de estar un poco regordete. Ese diseño fue obra del argentino Juan Manuel Diaz –ex Renault y Pininfarina–, que se articulaba sobre la plataforma del FIAT Punto, así como la base del Abarth Grande Punto.

Esta base, la del Abarth Grande Punto, era una garantía de buen comportamiento y también de motores potentes, aunque al final, las versiones más vendidas fueron, como cabría esperar por la época de producción, los motores diésel –sobre todo el 1.3 JTD con 85 CV–. Sin embargo, la gama tuvo disponible desde el primer momento el 1.4 T-Jet del Abarth Grande Punto con 155 CV. Posiblemente, sería la versión más interesante de todas, incluso por encima del QV de 170 CV.

La mecánica era conocida, pues se empleaba en otros modelos del Grupo FIAT. Era un cuatro cilindros con bloque de hierro fundido y culata de aleación con 16 válvulas, que alcanzaba los 1.368 centímetros cúbicos y contaba con la asistencia de un turbo IHI RH3 con Intercooler aire/aire. Este turbo soplaba a un bar y contaba con función overboost que aumentaba la presión momentáneamente hasta los 1,3 bares. El rendimiento era digno de un GTi, con 155 CV a 5.500 revoluciones y 230 Nm desde 3.000 revoluciones. Además, se combinaba con una caja de cambios manual de seis relaciones, con la que podía acelerar de 0 a 100 km/h en ocho segundos y alcanzar los 215 km/h.

El MiTo contaba con algunos detalles que encajaban muy bien con este propulsor, como por ejemplo, una puesta a punto que fue responsabilidad de Philippe Krief –ex Michelin–, que buscó deportividad pero al mismo tiempo cierto refinamiento, y explotó las posibilidades de un eje trasero que contaba con un nuevo sistema de amortiguadores Sachs que permitía prescindir de estabilizadora. Estos amortiguadores fueron diseñados por el piloto francés Mauro Bianchi, empleaban unas técnicas procedentes de competición y que también se podían encontrar en modelos de Citroën o de McLaren.

Nunca fue un coche de grandes ventas. Su mejor año apenas superó las 62.000 unidades y pronto empezó a decaer su popularidad. Solo se vendió con carrocería de tres puertas, algo que podría haber afectado a sus ventas