El sector del automóvil, en general, destaca por ser bastante innovador y por tener unas capacidades de investigación y desarrollo enormes. Es cierto que la transformación digital está siendo un poco lenta si lo comparamos, por ejemplo, con el sector del comercio, pero también merece la pena mencionar que se están logrando cosas muy interesantes. Una de ellas ya la estamos viendo: las visitas a los museos dedicados al mundo del motor de forma digital. De hecho, pocos museos en el mundo permiten visitas digitales a sus exposiciones y podríamos considerarlo todo una innovación.
No son pocos los museos que se pueden visitar virtualmente, ya hemos visitado tres museos hasta el momento, el Museo de Lamborghini, que se encuentra en Sant’Agata, en Italia y el Museo de Mazda, en Hiroshima, Japón, así como el Museo Nazionale Dell’Automobile Torino, en Turín, también en Italia. No obstante, para esta ocasión viajamos lejos, muy lejos, para visitar el National Motor Museum, situado en Australia, concretamente en Birdwood, Adelaida. Un museo con una gran cantidad de vehículos expuestos pero que, más que un museo nacional, parece la colección personal de algún aficionado tanto por las instalaciones donde se encuentra, como por su presentación y por los vehículos que componen la exposición.

Hay vehículos de todo tipo y condición, aunque se nota una clara influencia norteamericana en algunos, como varias unidades “customizadas” y con serigrafías, o bien varios Hot Rod. Como cabe esperar siendo un museo australiano, hay muchas unidades de Holden de casi todas las épocas y que dejan clara su inspiración yankee con un diseño que fácilmente podría pasar por un Chevrolet de la década de los 50. Otros modelos expuestos los conocemos con otro nombre, como el Toyota Tiara, que llegó a Europa como Toyota Corona a mediados de la década de los 60 del cual, por cierto, puedes ver la primera unidad matriculada en la Península Ibérica en las instalaciones de Toyota Kobe Motor, en Madrid.
Escondido, casi sin llamar la atención y junto a un Lincoln Six Tourer de 1919, hay un Renault Two Seater de 1913. Un poco más allá, hacia la izquierda, hay un Hudson Super Six Phaeton de 1925, un Packard 5,26 Sedan de 1927 o un Chevrolet Standard Sedan de 1937. Automóviles de origen norteamericano que desvían la atención de un MG Magnette que parece minúsculo al lado de tanto coche americano. Y así podríamos seguir, destacando cosas como un Austin A30 con una decoración muy “playera” y hippie, un MG TC de 1949, un Volvo P 1800 S, un Aston Martin DBS 6 o un Fiat 130 Coupé, un modelo que también resulta raro de ver en España. Tan raro como el Goggomobil Dart de 1960 que aparece tras una esquina.
Hay que comentar que el Museo Nacional del Motor australiano es un poco caótico, ya que no se aprecia orden en su colocación, todo está un poco “a mogollón” y es un lugar bastante grande en el que se pueden quedar cosas sin ver. Como por ejemplo una sección del museo dedicada al transporte pesado con camiones de todo tipo y condición o lo que parece una línea de montaje sacada de las instalaciones de Holden, donde se puede ver también un pequeño y llamativo Zeta Sports de 1964, que más parece un coche de juguete.
Siguiendo esa línea de montaje, llegamos a una exposición donde se simula una estación de servicio de la década de los 20 que oculta parcialmente un Bugatti Veyron, junto al cual hay un Bugatti Type 35B de 1927. No obstante, aunque la colección es muy completa e interesante, falta un gran protagonista de origen australiano: un Ford Falcon XB GT Coupé de 1973, famoso por su aparición es una película igualmente conocida de un futuro postapocalíptico. Seguramente lo conoceréis mejor por el nombre de Interceptor V8 Pursuit Special, el coche que conduce Mel Gibson en “Mad Max” y que se encuentra en el Auto Museum de Orlando esperando comprador.
Llama poderosamente la atención la cantidad de motocicletas que hay expuestas, con el mismo orden que se muestran los coches: ninguno. Se mezclan años, tipos, motos de calle y competición, dando la sensación de estar un poco apiñadas. No obstante, el material también es bastante bueno con ejemplares de BSA, Jawa, Matchless, Douglas, Indian, Norton, Moto Guzzi… y escondidas entre varias unidades “de campo”, aparecen una Bultaco Lobito y una Montesa Cappra 125. Si no te funciona la navegación incrustada, pincha en este enlace.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS