De primeras, el Yamaha OX99-11 podría parecer el resultado de una unión inesperada con alguna pequeña empresa de superdeportivos. Sin embargo, su presentación en 1992 se insertó dentro de un contexto mucho más determinante de lo que pueda parecer. Y es que, más allá de su incuestionable trayectoria en el mundo de las dos ruedas, Yamaha inició en 1989 su aventura en la F1 llegando a participar en 116 salidas individuales de grandes premios logrando al menos dos podios. Eso sí, tan sólo como proveedor de motores. Una faceta que comenzó con la escudería Zakspeed para luego ampliarla a cuatro más.
Historia ésta con resultados muy diferentes a los obtenidos por Honda. La cual también saltó de las motocicletas hasta la F1 en el lejano 1963. Tan sólo tres años después de haber comenzado a construir coches, consiguiendo ser la primera marca japonesa en hacerse con una victoria en la categoría reina al ganar el GP de México en 1965 con un RA272. Primeras incursiones del automovilismo nipón en el mundo de las carreras internacionales. Inaugurando una historia en la que los deportivos de marcas como Toyota con el 2000GT u Honda con el NSX fueron creados gracias a la experiencia adquirida en los circuitos.
De esta forma, aunque dulcificada se acercó a los modelos de serie la sensación experimentada al pilotar un monoplaza de F1. Justo el propósito que movió la creación del Yamaha OX99-11. Un superdeportivo que nació – al igual que el McLaren F1 o el Ferrari F50 – con la vocación de homologar para las calles la tecnología vista en las carreras de F1. Todo un alarde de ambición, especialmente cuando se es una empresa con muy poca experiencia en el ámbito automovilístico. Muy diferente al de las dos ruedas a pesar de que Yamaha confiase en poder destacar gracias a implementar soluciones de sus motocicletas con este superdeportivo.
En 1989 Yamaha entró a la F1 como proveedora de motores queriendo implementar en ellos algunos de las cualidades de sus motocicletas de competición
Yamaha OX99-11, un monoplaza que quiso rodar por las carreteras
Aunque el corazón de todo automóvil es su motor, lo cierto es que una cosa es hacer buenos motores y otra bien distinta hacer buenos coches. Más aún cuando la falta de experiencia en el sector hizo que nuestra empresa protagonista tuviera que asociarse con varias consultoras tecnológicas, siendo Ypsilon Technology la más importante en el desarrollo del Yamaha OX99-11. Así las cosas, para 1991 comenzó el diseño de un coche que se esperaba vender en serie corta a partir de 1994. Destino al que nunca llegó, truncado por los enormes problemas planteados al querer homologar para las calles un tren motriz de F1.
Intentar resolverlos engordó tanto la factura presentada por el desarrollo del Yamaha OX99-11 que la propia marca paró el proyecto antes de crear un agujero contable mayor. Motivo por el cual nunca se fabricaron más que los tres prototipos de prueba – cada uno en un color -, privando al mercado de este modelo de dos asientos colocados longitudinalmente. Un planteamiento bastante original, hecho para alterar lo menos posible la estructura del chasis del monoplaza del equipo Jordan en el que se basó.
Un monocasco prácticamente realizado en fibra de carbono, sobre el cual se montó una rabiosa mecánica atmosférica capaz de subir hasta las 10.000 vueltas para rendir 450 CV. Tan espectacular como compleja, con una cilindrada de 3,5 litros y hasta 60 válvulas gestionando su V12 a 70º. Respecto a la carrocería su estudio aerodinámico destacó por su forma tan efectiva como poco convencional, siendo rematada con paneles de aluminio para dejar al Yamaha OX99-11 en 1.150 kilos.
Solventar los problemas de domar para las calles a un F1 hizo que el agujero contable se ensanchara hasta decidir el cierre del proyecto, no obstante este modelo quedó como una interesante muestra entre los superdeportivos que han intentado trasladar a las calles la experiencia de la F1
Cualidades que le permitían hacer el 0 a 100 en 3,1 segundos, alcanzado una velocidad máxima de 350 kilómetros por hora. Cifras que podían haber puesto en aprietos al increíble McLaren F1 – curiosamente también presentado en 1992 – . No obstante, que el Yamaha quedase en fase de prototipo nos privó de verlos batirse en duelo en lugares como Le Mans. Algo que, sin duda, hubiera sido realmente apasionante para cualquier amante de los superdeportivos.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS