El Volvo 760 GLE TD era la versión animada por gasóleo de este modelo tan prestigioso de la marca sueca. En 1982 se presentó el Volvo 760 en general, con tres mecánicas diferentes: dos de gasolina, un cuatro cilindros turbo, un V6 de 2,8 litros atmosférico, y un diésel de seis cilindros en línea con turbocompresor -el que lleva nuestro protagonista-.
Nos tenemos que remontar a la crisis del petróleo de 1973 para ponernos en contexto, cuya sombra alargada se proyectó durante bastantes años. En medio de esta tormenta Volvo estaba planeando sacar un coche nuevo a la venta, arrastrando problemas de calidad de su último modelo, el Volvo 240. Si a esto añadimos la nula rentabilidad de su fabricación y exportación a terceros países, el panorama no era muy halagüeño para la marca sueca.
Volvo se jugaba a una carta la continuidad como marca: necesitaba lanzar al mercado un vehículo que mantuviese sus míticos niveles de seguridad y calidad y que fuese eficiente y rentable al mismo tiempo. Partieron de la base del 240, aumentando la batalla para ganar espacio interior, y mantuvieron la anchura. Consiguieron de forma milagrosa reducir su peso en la báscula a pesar del aumento de tamaño. La falta de dinero no permitía diseñar desde cero una transmisión y suspensiones nuevas, por lo que se tuvieron que reutilizar las del 240.
Otra forma de ahorrar costes de producción era realizar un diseño exterior sencillo, y nada mejor que las líneas y los ángulos rectos, tan característicos de Volvo, y que no desentonaban en los 80. Era un diseño que encantaba en Estados Unidos, donde iría destinada precisamente la mayoría de la producción.
Partiendo del Volvo 240 la casa sueca se la jugó a todo o nada, en medio de la crisis del petróleo de 1973
El prototipo del 760 se presentó en 1980 bajo el nombre de VCC o Volvo Concept Car, y curiosamente lo hizo en una carrocería familiar o wagon. Tras varios millones de km recorridos para constatar su calidad, el modelo definitivo se presentó en el Salón del Automóvil de Frankfurt de 1981, y se empezó a vender en los concesionarios en febrero de 1982.
Concretamos ya con nuestra versión, movida por un propulsor diésel de 2,4 litros y seis cilindros en línea, de origen VW. Lo interesante de este motor no era su cilindrada, sino el hecho de estar turboalimentado. En cuanto a sus líneas, recordamos lo expuesto: predominio casi absoluto de las líneas rectas, ofreciendo una gran superficie acristalada que otorgaba una gran visibilidad en cualquier ángulo. Sus dimensiones eran 4.784 mm de largo, 1.761 mm de anchura y 1.431 mm de altura, y homologaba 1.330 kg en báscula.
En el interior igualmente predominan también las líneas rectas. No se puede criticar la carencia de equipamiento, pues llevaba todo lo habido y por haber, con tapicería de cuero, climatizador en vez de aire acondicionado, una excelente dirección -quizás demasiado servoasistida pero con un radio de giro muy pequeño para el tamaño del coche- o un equipo de alumbrado muy potente, entre otros elementos.
Algo que no convencía es la postura de conducción, pensado en su momento para el conductor medio sueco, que medía 1,85 metros de media. Esto suponía un problema para el conductor español medio, con 10-15 cm menos de altura: para llegar bien a los pedales había que acercar mucho el asiento y por tanto el volante quedaba demasiado cerca también.
Tampoco se acababa de entender el hecho de llevar un eje trasero rígido, pudiendo haber utilizado un sencillo aunque algo más pesado eje De Dion, ya utilizado por la marca en modelos más pequeños. Pero sí se añadieron mejoras notables, como dos bieletas centrales que formaban un paralelogramo vertical, conjunto que lograba un perfecto control de par tanto en aceleración como en frenado.
El guiado geométrico del eje definido por estas dos bieletas centrales y dos brazos de empuje, junto a la barra Panhard, era irreprochable. Al final, su comportamiento era impecablemente neutro y con una estabilidad direccional y comportamiento en curvas abiertas irreprochables gracias a su larga batalla de 2.770 mm, según los probadores de la época.
Su motor de seis cilindros en línea de 2,4 litros alimentado por gasóleo y sobrealimentado por turbocompresor era de lo mejorcito. Era tal vez la mejor berlina media turbodiésel de la época disponible en España
Los lógicos rebotes producidos por un eje rígido se solventaban mediante la utilización de unos amortiguadores traseros autonivelantes, que permitían mantener constante la altura de la suspensión -independientemente del grado de carga del vehículo- y, de rebote, despreocuparse del reglaje de sus potentes faros.
El esquema delantero de amortiguación era McPherson, con muelles helicoidales y amortiguadores hidráulicos, con barra estabilizadora en ambos ejes. En cuanto al equipo de frenos llevaba discos en ambos ejes, siendo ventilados los delanteros, y con servoasistencia. Los neumáticos eran de medidas 185/65 SR15.
Hablemos un poco de su motor. Este seis cilindros en línea, con código interno D24T, iba en posición delantera longitudinal. Su cilindrada era de 2.383 cm3, con dos válvulas por cilindro, estaba sobrealimentado por un turbocompresor. Entregaba 110 CV a 4.800 RPM, junto a un par motor máximo de 205 Nm a 2.400 RPM. Sus bujías de precalentamiento eran de tipo rápido, máximo 5 o 6 segundos para arrancar en frío. Era un motor que le costaba coger la temperatura óptima de funcionamiento.
La caja de cambios era una vieja conocida de Volvo, una manual de cuatro marchas y superdirecta (overdrive), que la convertía de facto en una caja de cinco marchas. En cuanto a sus prestaciones, eran las correctas atendiendo a las características del motor, no muy explosivas aun llevando turbocompresor.
Con todo, era de los mejores turbodiésel de la época, por no decir el mejor. Alcanzaba los 173 km/h en la relación más larga y recorría los 1.000 metros desde parado en 34,4 segundos. Para recorrer 1.000 metros desde 40 km/h en overdrive necesitaba 41,1 segundos.
En cuanto a los consumos, no eran muy bajos a causa de su elevado peso y su mala aerodinámica. A 100 km/h de crucero por carretera convencional gastaba 9,5 l/100 km, subiendo hasta los 12 l/100 km en ciudad y alcanzando los 14,7 l/100 km por autopista a una velocidad de crucero de 135 km/h.
Son unos consumos impensables hoy día, pero sobrios teniendo en cuenta los mencionados peso y mala aerodinámica. Esto no era nada anormal en los 80, sirva de ejemplo el BMW 524td (E28) de 1983, con similar cilindrada y potencia, que también era relativamente sediento respecto a cualquier diésel de inyección directa mínimamente moderno. Los diésel tenían su público, no obstante.
Este Volvo 760 GLE TD conjugaba la economía de un diésel con “elevadas” prestaciones y un nivel de equipamiento y acabados de lujo, que lo convertía en un coche elitista a causa de su elevado precio, unos 113.000 euros hoy, una pequeña fortuna; resultaba incluso más caro que las versiones de gasolina. A los mayores comedores de kilómetros les salía a cuenta.
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Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...Recuerdo leer, que este motor, era el mismo que montaba la gama EKUS, Man, Volkswagen en sus camiones ligeros
Ese motor, creo recordar, lo llegaron a montar los ekus de Pegaso, en versiones atmosféricas y turbo.