Hace unos días Toyota anunciaba el lanzamiento del Yaris Y20 (20 Aniversario Limited Edition) para conmemorar el vigésimo cumpleaños del pequeño utilitario que logró alzarse con el título de Coche del Año en Europa. Nos unimos al homenaje dedicándole esta sección a la versión con más espíritu RACER de aquella primera generación.
El Yaris, que se presentó en el Salón de París de 1998 con su carrocería definitiva tomada del concept Funtime, fue un modelo ambicioso que se lanzó a nivel global, pero que tenía como objetivo primordial la conquista del mercado europeo en donde su presencia en la categoría de los utilitarios se había materializado con el Starlet. El Yaris se quedaba a caballo entre los segmentos A y B, puesto que medía 3,61 metros de longitud (lo mismo que un Ford SportKa, por ejemplo).
En cualquier caso, el Yaris consiguió abrirse hueco en el mercado con soluciones ingeniosas más allá de su llamativa estética. Destacaba por detalles como la banqueta trasera deslizante con la que poder jugar para priorizar el espacio en las plazas traseras o la capacidad de maletero. El salpicadero estaba plagado de gavetas y huecos donde dejar la impedimenta, además de la particularidad de la instrumentación central de visualización digital.

Disponible con carrocerías de 3 y 5 puertas, se lanzó con un motor 1.0 de 68 CV con distribución variable que aunaba prestaciones decentes y un consumo brillante, convirtiéndose en el coche de gasolina más frugal de la época. Más tarde se unió un 1.3 con 86 CV, así como una carrocería monovolumen denominada Verso. Sobre esta se introdujo un 1.5 de 106 CV y el primer diésel, que sería el 1.4 D de 75 CV.
La gama parecía completa, pero los de Toyota debieron de pensar que faltaba una versión deportiva que compitiera con las pelotillas europeas, así que se decidieron a lanzar el segundo modelo con apellido T-Sport; el primero había sido sobre el Celica para después asociarse al Corolla, ambos con un motor 1.8.
Para el Yaris T-Sport se recurrió al 1.5 del Verso, aunque unido en esta ocasión a una caja de cambios heredada del MR2. El bloque contaba con la tecnología de distribución variable VVT-i, que regulaba la fase de apertura de las válvulas optimizando el rendimiento y la respuesta a cualquier régimen, pero teniendo como contrapartida la falta de carácter, así como la ausencia de patada en la zona alta del cuentarrevoluciones.
Aun así, las cifras oficiales hablaban de una velocidad punta de 190 km/h y una aceleración de 0 a 100 en 9 segundos. Por potencia, se quedaba descolgado de la mayoría de sus hipotéticos rivales de aspiraciones deportivas, ya que por ejemplo un Volkswagen Lupo contaba con un GTI de 125 CV. Una lástima, porque la puesta a punto del bastidor hubiera admitido sin problemas más caballos.

Manteniendo el mismo esquema de versiones básicas con McPherson delante y barra de torsión detrás, las suspensiones recibieron mejoras para estar a la altura del extra de potencia y el comportamiento esperable en un modelo de corte racing. De esta manera, los amortiguadores se endurecieron un 20 %, se incluyeron estabilizadoras más gruesas y las ruedas pasaron a ser de 15 pulgadas sobre neumáticos en medida 185/55.
Se consiguió rebajar la altura total en 15 mm, lo cual redundaba en un menor balanceo que invitaba a probar los límites por carreteras reviradas. La diversión al volante estaba asegurada si se sabía jugar con el cambio para exprimir las posibilidades del motor, siempre y cuando fuésemos capaces de tolerar el excesivo ruido que se colaba en el habitáculo cuando el 1.5 giraba a altas revoluciones. Un mal menor a cambio de un poco de disfrute al volante.
La apariencia del Yaris T-Sport reforzaba su carácter con cambios en la carrocería o en el interior. Por fuera se incluyeron faldones laterales y nuevos paragolpes de una sola pieza. En los traseros se encuadraron el antiniebla y la luz de marcha atrás, modificando su estilo en mayor medida, así como el de los grupos ópticos principales.

Por dentro se sustituyó la instrumentación digital por una analógica con fondo blanco, el volante estaba forrado en cuero bicolor y el pomo del cambio se remató con una aplicación en aluminio. Este material se imitó en algunos elementos como las ruletas del aire acondicionado. Los asientos deportivos con mayor apoyo lateral ponían la guinda a un conjunto de lo más sugerente.
El Yaris T-Sport se vendió en exclusiva con la carrocería de tres puertas y un equipamiento cerrado que no daba lugar a opciones, ni siquiera la pintura metalizada, que era de serie. Entre la paleta de colores estaba el dorado con el que ahora la marca lanza el 20 Aniversario en honor a aquel Yaris presentado en París.
Dos décadas dan cuenta de cómo ha evolucionado el mundo de la automoción, y aunque el diseño de sus tres generaciones sea fácilmente reconocible, bajo el capó del que hoy se vende se esconde una variante híbrida que hubiera sido impensable por entonces. Pero es que, además, en la gama actual el Hybrid se asocia también al acabado GR-Sport, que bien podría ser la versión moderna de aquellas siglas asociadas a un temperamento que igual un híbrido de 100 CV no nos puede ofrecer; o quizá sí, y todo sea saber buscarlo.
Ángel Martínez
Soy uno de esos bichos raros a los que les apasiona hablar de coches y se pasaría horas comentando modelos o repasando la historia de la automoción. Pienso que la mayoría de ellos tienen su encanto, desde el deportivo con el que soñamos hasta el utilitario que te encuentras en cualquier esquina.De esta misma generación del Yaris, en otros países se vendió también con carrocería de 5 puertas y se llegó a lanzar una versión Turbo, con el 1.5 subido a 150 CV. Lástima que no llegara aquí.
Gran coche el Yaris T Sport, Toyota lo iso muy bien con este modelo, gran chassis, buen motor y caja, una gozada disfrutar de esta maravilla, El mío a cumplido 15 años ya y sigue sacándome esa sonrisilla que pocos coches pueden hacer, por supuesto lo tengo impoluto y cuidado al máximo