Coche del día: Pontiac Trans Sport 2.3i 16v (GMT199)

Coche del día: Pontiac Trans Sport 2.3i 16v (GMT199)

Un tranquilo y original monovolumen


Tiempo de lectura: 6 min.

El Pontiac Trans Sport 2.3i 16v era la versión con la motorización más básica de la gama, con un motor de cuatro cilindros en línea. Por encima encontrábamos tres motores V6 con cilindradas que oscilaban entre los 3,1 y los 3,8 litros, pasando por otro intermedio de 3,4 litros. Pertenecía a la primera generación del Pontiac Trans Sport, que se fabricó entre 1990 y 1996. Cada año sufría actualizaciones, conservando la costumbre estadounidense de designar los modelos de sus automóviles indicando la generación y el año al que pertenecía.

El Pontiac Trans Sport era la versión europea del Oldsmobile Silhouette, y se vendió en nuestro continente hasta 1997. En el mercado americano se siguió vendiendo como Chevrolet Grand Sport, mientras que en Europa su sucesor se denominó Opel Sintra (Vauxhall Sintra en Reino Unido).

Volviendo a nuestro protagonista de cuatro cilindros, más a la europea, resultaba un modelo exótico en un panorama poco competitivo pues era un segmento con poco tiempo en nuestro mercado. Sus escasos competidores eran el Nissan Serena, el Chrysler Voyager (con una versión 2.5 turbodiésel, además de los gasolina) y el Renault Space V6 (J63).

Pontiac Trans Sport 2

A primera vista destacaba por su enorme luneta delantera, prolongada por su no menos enorme capó. Su modularidad interior era su punto fuerte, con hasta siete asientos individuales

Sus principales ventajas eran la versatilidad y el gran espacio tanto para pasajeros como para carga en valores absolutos. Sus grandes dimensiones, con 4.946 mm de largo, 1.886 mm de ancho y 1.670 mm de ancho, no se traducían en una enorme habitabilidad debido a su largo e interminable morro en forma de cuña. Esto último presentaba un gran problema a la hora de moverse por calles estrechas o aparcar, ya que no se veía el principio del vehículo. Su gran diámetro de giro -14 metros- tampoco colaboraba mucho.

Visto de perfil se apreciaba su gran longitud y su larguísima e inclinada luna delantera continuada en su eterno capó. Su gran superficie acristalada -cuatro ventanillas laterales- le otorgaba una gran luminosidad. La versatilidad quedaba un poco empañada por la ausencia de una puerta trasera en el lado izquierdo. La situada en el lateral derecho era de tipo corredera.

Si damos cabida a todos los ocupantes posibles encontrábamos siete asientos que más bien eran cómodos butacones, todos individuales, distribuidos de forma simétrica -dos delante, tres en medio y dos detrás-. Estos asientos se podían retirar de forma individual, transformarse en mesitas u ofrecer una enorme superficie de carga. Los delanteros se podían desplazar en altura y longitud, mientras que el respaldo se podía regular en inclinación.

Pontiac Trans Sport 5

La fila central era la más versátil, pues podían pivotar sobre sí mismos para facilitar el acceso a las plazas traseras, y los respaldos se replegaban a modo de pequeñas mesas o se reclinaban casi completamente para echarse una siestecita. Contaba además con dos posiciones de anclaje longitudinal para ofrecer más o menos espacio para las piernas para sus pasajeros y para los de la última fila.

Los dos asientos de la última fila estaban pensados para personas de hasta 1,75 metros a causa de la escasa altura libre, mejor que un 5+2 al uso. Tampoco quedaba mucho espacio para las piernas incluso con las butacas centrales adelantadas al máximo. Sus respaldos también eran reclinables.

El conductor lo tenía todo a mano, con un cuadro de instrumentos completo y una consola central con todos los mandos y botones necesarios para controlar la climatización y el equipo de audio. Las plazas posteriores llevaban salidas de aireación con su propio ventilador para asegurar una buena ventilación. Los ajustes y las calidades de las piezas eran bastante decentes. No podían faltar numerosos huecos repartidos por el habitáculo para guardar cacharrerías y objetos varios.

Pontiac Trans Sport

Por mencionar alguna crítica, comentaríamos la inexistencia de un reposapiés izquierdo para el conductor o la de una cortinilla para tapar la zona del maletero de miradas indiscretas. También carecía de airbags y las ventanillas de la tercera fila eran impracticables.

Apenas tenía competencia en el mercado nacional, y menos con motor de gasolina. Su cuatro cilindros de 2,3 litros y 147 CV movía con tranquilidad sus casi 1.700 kg de peso

De las dos versiones que se importaban a España esta era la menos potente. El motor contaba con un bloque de cuatro cilindros en línea y 2,3 litros (2.260 cm3). Tanto bloque como culata estaban fabricados en aleación de aluminio. La distribución era de doble árbol de levas en cabeza y llevaba cuatro válvulas por cilindro. Entregaba 147 tranquilos CV a 5.800 RPM y 190 Nm a 4.800 RPM de par máximo.

La caja de cambios era de cinco marchas, con una quinta de desarrollo largo, pensada para llanear sin apreturas y reducir el consumo. Frente a los repechos o a la hora de adelantar con seguridad era totalmente necesario reducir a cuarta o incluso a tercera para aprovechar la buena elasticidad del motor. La velocidad máxima de 178 km/h se conseguía en cuarta a un régimen algo superior al de potencia máxima, a 6.075 RPM.

Pontiac Trans Sport 4

El resto de las prestaciones eran discretas incluso para un vehículo de diseño y vocación familiar. Necesitaba cerca de 13 segundos para alcanzar los 100 km/h desde parado y casi 34 para recorrer los 1.000 metros también desde parado. En cuanto a las recuperaciones, para pasar de 80 a 120 km/h en cuarta se tomaba cerca de 16 segundos y casi 24 para el mismo registro en quinta. Un motor muy tranquilito  que lo tenía complicado para mover con alegría sus casi 1.700 kg que pesaba con conductor y el depósito de combustible casi lleno.

Acorde con su elevado peso los consumos no eran nada frugales, con unos 14 l/100 km por las calles, 10,7 l/100 km a 120 km/ de crucero, y hasta los más de 14 l/100 km pisando el acelerador sin miramientos. Un motor diésel le hubiese venido de perilla, opción que sí tenían sus rivales.

Llama la atención el hecho de llevar tambores en las ruedas traseras y discos en las delanteras considerando el peso a mover y las inercias que genera su carrocería en determinadas situaciones. Al menos contaba con ABS. Las ruedas llevaban neumáticos de medidas 205/65 R15, con llantas de 6×15 pulgadas. En cuanto al esquema de suspensiones, en el eje delantero ofrecía sistema independiente McPherson con triángulo inferior, muelle helicoidal, amortiguador telescópico y barra estabilizadora. Detrás era semiindependiente de brazos tirados por eje torsional, barra Panhard y su correspondiente muelle, amortiguador y barra estabilizadora.

Pontiac Trans Sport 3

Su precio oficial en 1994 era de 3.450.000 pesetas, que suponen unos 38.200 euros de hoy. Viendo la escasa competencia que tenía el Trans Sport y su llamativo y exótico aspecto exterior, era un vehículo ideal para viajar con una gran familia con un elevado grado de confort. Si no te molestaban las discretas prestaciones y el consumo elevado de su agradable y elástico motor de gasolina, era una buena opción.

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Ginés de los Reyes

Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...

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