Coche del día: Peugeot Quasar

Coche del día: Peugeot Quasar

El primer "showcar" de la marca de Sochaux


Tiempo de lectura: 6 min.

En el año 1976, Peugeot y Citroën se fusionan para dar forma al grupo PSA. Tras esta absorción de la marca del doble chevrón, nada hacía presagiar que PSA consiguiera levantar el vuelo tan pronto en la década siguiente. Contra muchos pronósticos, y gracias al éxito comercial de algunos de sus productos, como el Peugeot 205, y a su buena puntería con sus programas de competición, la marca de Sochaux disfrutó de una segunda mitad de década relativamente tranquila, en la que, además, pudo dedicar parte de sus recursos a demostrarnos su apuesta futurista a través de un trío de modelos conceptuales. Este Peugeot Quasar fue el primero de ellos, y tuvo su puesta de largo en el Salón del Automóvil de París de 1984.

Aunque numerosas fuentes citan este Peugeot Quasar como el primer prototipo de la marca francesa, esta afirmación no es del todo cierta. Antes de su presentación, Peugeot construyó diversos automóviles con fines de simple demostración, por ejemplo, para batir diferentes récords de autonomía. Sin embargo, lo que sí es cierto es que este fue el primero que tuvo verdaderas características de concept car, es decir, la intención de mostrarnos tecnologías o ideas, también a nivel estético, que inspirarían los siguientes lanzamientos de Peugeot.

Peugeot Quasar (1984) 06

Con todos los ingredientes para ser un excelente superdeportivo

Como en todo cupé biplaza de motor central trasero, en este Peugeot Quasar el motor adquiere un papel protagonista, potenciado por el hecho de que está despojado de cualquier tipo de cubierta y descansa a la vista de cualquiera que se asome tras el habitáculo. Aunque cuatro cilindros puedan parecer pocos para un modelo con esta imagen deportiva, esta configuración no debe llevarnos a engaños, pues se trata del XU8T, el propulsor utilizado en el Peugeot 205 T16 del Grupo B que iniciaba su andadura en el mundial por aquellos tiempos.

Tal y como declaraba la marca entonces, en este prototipo completamente funcional el motor entregaba 597 CV de potencia máxima a 4.800 revoluciones por minuto, con 420 Nm de par. El soplado de dos turbocompresores con intercooler permitía extraer semejante caudal de potencia de solo 1.599 cc de cilindrada. A través de su caja de cambios manual de cinco relaciones, la potencia se distribuía a sus dos ejes, aunque existía un sesgo en favor del trasero —60 %—. Las suspensiones tenían esquema de doble triángulo en las cuatro ruedas, y estaban inspiradas en un diseño de Fórmula 1. Los neumáticos los proveía Michelin, en medidas 205/50/R16, y contaba con discos de freno ventilados en las cuatro esquinas.

Como prototipo totalmente funcional, apuntaba maneras, de haber podido probar sus prestaciones, puesto que estaba construido sobre el chasis del Peugeot 205 T16, además de equipar su motor y la tracción total

Peugeot Quasar (1984) 05

La carrocería, montada sobre un chasis del Peugeot 205 T16, estaba fabricada en fibra de carbono y kevlar, por lo que su peso, aunque este no fue revelado con exactitud, era reducido —por debajo de una tonelada, se dijo—. La inspiración aeroespacial ya estaba apuntada por su nombre —cuásar, en español, es un acrónimo de “cuasiestelar”, término que hace referencia a un tipo de galaxias activas, caracterizadas por el intenso campo electromagnético generado a su alrededor—. La cúpula de cristal tintado que cubre su habitáculo, que también se repetiría en los prototipos de la serie, era otro motivo que iba en esta misma dirección. Sus puertas, con un sistema de apertura similar al de los deportivos de Koenigsegg, eran puro futurismo.

Hecho realidad gracias a dos históricos diseñadores

Por lo que se refiere a su diseño, que integraba detalles que se harían característicos de los modelos de Peugeot durante los años posteriores, como sus faros delanteros, este fue responsabilidad del departamento creativo de la marca, ubicado en La Garenne. El líder de este proyecto fue Gérard Welter, quien ostentó más tarde el cargo de director de diseño de Peugeot, desde 1998 y hasta 2007. El recuerdo en sus formas a los prototipos del Grupo C tampoco es fruto de la casualidad, puesto que el ingeniero francés tenía ya en marcha entonces su proyecto paralelo en Le Mans, que en 1988, con el WM P88, establecería el récord de velocidad vigente en Les Hunaudières —el cual capitalizó Peugeot en términos publicitarios—.

También el interior fue encomendado a un nombre famoso, ya entonces, en esto del diseño de los coches. Paul Bracq fue quien, entendemos, eligió el color rojo para la tapicería de su interior, que se repetiría el Peugeot Proxima dos años más tarde. Con el paso del tiempo, quizá este elemento se haya convertido en el más pintoresco u original, visto con ojos de nuestra época, de todo su habitáculo, aunque en 1984 pudieran haber pensado lo contrario.

Gérard Welger y Paul Bracq trabajaron juntos para diseñar este modelo, ocupándose, respectivamente, de su carrocería y del habitáculo

Peugeot Quasar (1984) 01

Y no era de extrañar, puesto que el Peugeot Quasar incorporaba en este espacio una pantalla —de rayos catódicos—, ubicada en su consola central, donde podían consultarse diversos mapas de carreteras y ciudades, así como el teletexto. La instrumentación también era digital, esta ya de cristal líquido y con capacidad para adaptar su brillo a las condiciones de luminosidad ambiental en cada momento. El sistema de sonido lo firmaba Clarion.

El fabricante francés no llegó a comercializar ningún modelo basado en este espectacular prototipo. Dos años más tarde, dio continuidad a esta serie de concepts con el Peugeot Proxima, para cerrarla en 1988 con el Peugeot Oxia. Lo más parecido a cualquiera de los componentes de este trío fue el Peugeot 905, con el que la marca de Sochaux triunfó, en la era del Grupo C, en las 24 horas de Le Mans, y que, de algún modo, está íntimamente relacionado con estos prototipos. En la actualidad, el Peugeot Quasar descansa en el Museo de la Aventura de la marca, ubicado en la misma ciudad francesa de Sochaux.

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David García

No conozco sensación mejor que la de un volante en las manos. Disfruto también con ellas sobre el teclado, escribiendo ahora para vosotros algo parecido a aquello que yo buscaba en los quioscos cuando era un guaje.

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