Coche del día: Peugeot 106 1.1 XR

Coche del día: Peugeot 106 1.1 XR

Un utilitario casi tan bueno como su hermano mayor el 205


Tiempo de lectura: 5 min.

El Peugeot 106 1.1 XR era un pequeño vehículo perteneciente al segmento B o utilitarios. La gama Peugeot 106 estuvo a la venta el nada despreciable tiempo de 12 años, desde 1991 hasta 2003. Sucedió al Peugeot 104 y sustituido por el Peugeot 107, con un restyling de por medio. Este pequeño utilitario tenía como principal característica una excelente relación entre dimensiones exteriores y habitabilidad interior.

También sorprendía por lo voluntarioso que resultaba su pequeño motor de 1,1 litros de cilindrada y 60 CV de potencia. En un principio se comercializó la versión de tres puertas, y hubo que esperar hasta mediados de 1992 para disfrutar de la más polivalente de cinco puertas.

Sus líneas redondeadas le imprimían un aspecto muy moderno comparado con su predecesor. Como todos los vehículos del segmento, el espacio interior era adecuado para las plazas delanteras, no así para los pasajeros traseros sobre todo si eran de una estatura media/alta. Tampoco se podían esperar milagros en una carrocería que medía 3.564 mm de largo, 1.575 de ancho, 1.360 de alto y 2.385 de batalla. El maletero se quedaba en unos escuetos 215 litros.

Peugeot 106 XR 5p 4

Este pequeño utilitario de poco más de 3,5 metros de largo tenía un habitáculo sorprendentemente amplio para cuatro personas. En su lanzamiento solo se ofreció con tres puertas

Una vez instalados en su interior, los asientos delanteros eran bastante cómodos tirando a blandos, pero sujetaban bien el cuerpo y ofrecían una postura de conducción correcta. El acceso a las plazas traseras resultaba un poco engorroso e incómodo a pesar de que los asientos delanteros llevaban un sistema de corredera con memoria para la banqueta. Lo cierto es que apenas tenía que envidiar en términos de espacio a su hermano mayor, el 205.

La instrumentación resultaba bastante escueta, pues no ofrecía cuentarrevoluciones y de reloj de temperatura de refrigerante, carencia algo habitual en la época y no solo en modelos básicos o de gamas pequeñas. Al menos contaba con bastantes huecos para guardar pequeños objetos repartidos por el habitáculo. El máximo aprovechamiento del espacio obligó a colocar la rueda de repuesto debajo del maletero, pero en el exterior del coche, con un sistema de sujeción tan poco seguro que a los cacos no les costaba mucho sustraerla.

El resto del equipamiento de serie era muy básico, con cinturones de seguridad para las cinco plazas. El sistema de apertura de puertas mediante mando a distancia, elevalunas eléctricos, luz de lectura de mapas, equipo de radio o el asiento posterior abatible eran opciones. No ofrecía ni como opción elementos que nos resultan hoy imprescindibles, como volante regulable, asiento del conductor regulable en altura o los mencionados anteriormente cuentarrevoluciones o reloj de temperatura del refrigerante.

Peugeot 106 XR 3p

El motor iba en posición delantera longitudinal, con un bloque de cuatro cilindros en línea y 1.124 cm3 de cilindrada. Era un motor de concepción sencilla, con un árbol de levas en cabeza y dos válvulas por cilindro. La alimentación se realizaba por un carburador monocuerpo. Los 60 CV de potencia los entregaba a 5.800 RPM y sus 87 Nm de par máximo a 3.200 RPM.

El sistema de carburación provocaba que el arranque en frío se tuviese que realizar con el pie del acelerador pisado a fondo, pues si no el motor se ahogaba y se calaba. Este problema se subsanaría en el futuro con la introducción de un sistema de inyección mecánica monopunto de gasolina, que a su vez mejoraba los consumos y reducían las emisiones contaminantes. La caja de cambios era manual de cinco relaciones, formando con el motor un conjunto “todo delante”. La palanca se manejaba de forma rápida y precisa.

Su pequeño pero voluntarioso y elástico motor de 1.1 litros y 60 CV le permitían mover sus 780 kg de peso como pez en el agua, y no se defendía mal en carretera abierta. Resultaba cómodo y blando de suspensión, con cierto balanceo en curvas, pero sin poner en peligro la seguridad en ningún momento

Los frenos no eran su punto fuerte. Contaba con discos en el eje delantero y tambores en el trasero. Sus distancias de frenado no eran precisamente sobresalientes, necesitando más de 53 metros para detenerse desde los 100 km/h, y más de 77 metros a 120 km/h, y eso que hablamos de un peso homologado de 780 kg. Por lo menos el tacto del pedal era bueno.

Peugeot 106 XR 5p 3

La suspensión era independiente en ambos ejes, algo llamativo en coches tan pequeños y con 30 años a sus espaldas. Esta suspensión era confortable y pecaba de ser algo blandas, dando a la carrocería una notoria inclinación en zonas viradas, aunque en ningún momento se veía comprometida la seguridad. Las ruedas iban acordes con las dimensiones y el peso del vehículo, con unas medidas de 145/70 R13T.

Las prestaciones tampoco eran para tirar cohetes, con una velocidad punta de 155 km/h y casi 14 segundos para alcanzar los 100 km/h desde parado. Para recorrer los 1.000 metros también desde parado se tomaba sus largos 35 segundos y pico. Las recuperaciones no le iban a la zaga, con 15,5 segundos para pasar de 80 a 120 km/h en cuarta y 20 segundos para realizarlo en quinta.

Los consumos al menos resultaban aquilatados, con 5 l/100 km a una velocidad de crucero de 90 km/h, 7,5 l/100 km a 120 km/h y 7,7 l/100 km por ciudad. Los 45 litros de su depósito le otorgaban una autonomía media de 590 km.

Peugeot 106 XR 5p 2

Por 1.250.000 pesetas, unos 15.400 euros de hoy, te llevabas un utilitario con un equipamiento pelado, pero recién salido del horno, con unas buenas prestaciones y consumo comparado con la competencia. Era un utilitario urbanita cuyo medio ideal era la ciudad pero que podía acometer viajes fuera de ella con cierta solvencia y comodidad. Se podían elegir motorizaciones más ágiles, como el Peugeot 106 1.4 XT.

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Ginés de los Reyes

Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...

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