El Opel Senator Irmscher 4.0i era un claro ejemplo de un producto con el apellido del preparador, que imponía con contundencia su apellido frente al modelo preparado. Este Senator no era un Opel, era un Irmscher. Esta confortable berlina del segmento E se metamorfoseó en un soberbio coupé de altísimo nivel, un deportivo de cuatro puertas con gran espacio útil y funcional.
Compartía el magnífico seis cilindros en línea de doble árbol de levas y 24 válvulas de Opel, pero era lo único que tenían en común. También se consideraba como un breve reflejo de su hermano Senator 3.0i, que aseguraba una plaza de lujo en la sala de los más ilustres productos alemanes. Sus terminaciones eran de primer orden: ergonomía, sobriedad alemana y unos ensamblajes perfectos de las distintas piezas.
A nivel estético no experimentó unos cambios profundos. Recurrió a su reconocida parrilla delantera con patrón de cuadrícula, y dejaba a un lado sus habituales cromados. Cambiaron en dimensiones y formas ambos paragolpes, añadiendo un discretísimo alerón tipo pestaña como distintivo de la zaga. El exterior del Opel Senator Irmscher 4.0i quedaba rematado con una nueva doble salida de escape de sección rectangular, junto a unas preciosas llantas de 16 pulgadas y cinco radios que iban abrazadas por unos neumáticos de medidas 255/55 R16.
En su interior Irmscher no escatimó en gastos en dotarlo de un ambiente de elevado lujo y confort
El panel de instrumentos, puertas, consola central, asientos, guarnecidos de las puertas y pomo de la palanca de cambios estaban recubiertos de piel de búfalo, acompañado de madera noble de Burl en el tablero, consola central y paneles de las cuatro puertas. Los asientos estaban diseñados por Recaro, y los delanteros contaban con regulación electrónica. También llevaba aire acondicionado, techo solar eléctrico, cierre centralizado y elevalunas eléctricos, ABS, ordenador de a bordo…
Como podemos suponer, lo más interesante del Opel Senator Irmscher 4.0i era su motor (C40SE). Debajo de su capó descubríamos un poderoso seis cilindros en línea, con un cigüeñal realizado en acero forjado. Se aumentaron el diámetro y la carrera, pasando de 95×69,8 mm a 98×88 mm, para que el bloque de fundición llegase hasta los cuatro litros de cilindrada (3.983 cm3).
Su sistema de admisión variable Dual Ram basaba su trabajo en una mariposa de separaba el colector en dos partes independientes. Su objetivo era alimentar a sus seis cilindros en dos grupos de tres cuando existía poca demanda del acelerador, consiguiendo un aumento de par motor a bajo régimen. Se mantuvo el carácter enérgico que mostraban estos bloques una vez superadas las 4.000 RPM, régimen al que la mariposa que conectaba el sistema de admisión de aire se abría, funcionando como un seis cilindros normal. Se complementaba con dos catalizadores, y la alimentación se encomendaba a una inyección electrónica Bosch Motronic M 1.5, de ahí la “i” de 4.0i.
Se introdujo un nuevo sistema de encendido por parte de Irmscher para redondear el funcionamiento del propulsor. Este pequeño monstruo entregaba 272 CV a 5.800 RPM, resultando más llamativo su par motor, de 395 Nm a solo 3.300 RPM. En este momento no existía en el mercado un vehículo con motor aspirado de forma natural con menos de 4 litros que ofreciese estos valores de potencia y par. Esta caballería se transmitía al suelo mediante una caja de cambios manual de cinco marchas al eje trasero, con una palanca de recorridos algo largos y un tacto poco firme.
Se consiguió incluso dotar al motor de un tacto de terciopelo según iba recorriendo kilómetros, sin perder su indiscutible suavidad. El empuje era muy vigoroso a cualquier régimen, aspecto muy a tener en cuenta habida cuenta de la falta de bajos que caracterizaban a los motores atmosféricos. Un motor único, de los que ya no se fabrican, vaya.
Igualmente el bastidor del Opel Senator se ajustó y se afinó para digerir los 272 CV. Se utilizaron unos muelles que rebajaban su altura en 15 mm, acompañados de unos amortiguadores de gas. También incorporaba de serie un diferencial autoblocante tarado al 46 %. Su comportamiento era el de una berlina deportiva, con una respuesta impecable por carreteras secundarias y un auténtico misil en las Autobahnen alemanas.
Hablar de consumos en una berlina de esta naturaleza podía escocernos. En una conducción de tipo mixto el ordenador de consumo arrojaba cifras de algo más de 12 l/100 km, subiendo hasta los 18 l/100 km si realizábamos una conducción viva sin restricciones por carreteras secundarias, haciendo un uso intensivo del cambio. Una delicia de motor, con unas recuperaciones más propias de uno sobrealimentado. Sus 6,5 segundos para alcanzar los 100 km/h desde parado y 257 km/h de velocidad punta atestiguaban el poderío de este bloque atmosférico de 4 litros.
La verdad es que con todas estas cualidades era una berlina deportiva muy a tener en cuenta, con posible éxito a la hora de elegirla frente a rivales de la talla de un BMW Serie 5 (E32) o un Mercedes-Benz W134. ¿Cuál era el precio de este capricho? Unos 105.000 euros de hoy. Creo que lo podemos incluir en nuestra lista de vehículos con espíritu RACER.
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Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...No lo conocía, me parece una de esas berlinas que como decís, ya no se hacen. No se si es porque estoy a punto de los 40 o que, pero mientras que ya miro con pereza y cierta indiferencia la escalada tecnológica y de potencias de sus equivalentes actuales (600, 700, 1000, 2000 eléctricos, vengaaa), este tipo de coches como este Senator si que hacen sentir cosquilleo. Y por cierto, que buena base ese 6 cilindros. Tanto este como el de su hermanastro el Omega Lotus son espectaculares, pero es que la versión de base (si no me equivoco, la… Leer más »