Si te gustan las motos, el nombre de Moto Guzzi no te dejará indiferente, pues se trata de uno los fabricantes con más arraigo del mundo. No en balde, Carlo Guzzi fundó la compañía en 1921 junto a Giorgio Parodi. Guzzi, como se la suele llamar en ocasiones, tuvo, durante muchos años, una serie de ingenieros realmente polifacéticos y valientes, capaces de crear motos como la Moto Guzzi V8, una motocicleta de competición, de la época de los llamavitos carenados dustbin. Sin embargo, el aparato más curioso y fuera de lugar dentro de Moto Guzzi, no vino de un ingeniero de la marca, sino de un externo: Giovani Lurani.
Giovanni “Johnny” Lurani es un tipo muy poco común, de esos que se pueden contar con una mano. Nació en 1905 y según se creía entonces, tenía origen “noble”. Estudió ingeniería mecánica en el Politécnico de Milán, luego participó con éxito en carreras a los mandos de Salmson, Derby, Alfa Romeo y Maserati. Participó también 11 veces en la legendaria Mille Miglia, donde llegó a ganar tres veces en su categoría –en 1933 con un MG K3, en 1948 con un Healy y en 1952 con un Porsche–.
Tras esto, se vio obligado a participar en el acto más atroz y deleznable que provoca el ser human, en la guerra –la guerra italo-abisinia entre 1936 y 1936–, pero una vez acabada la contienda, fundó la Scuderia Ambrosiana en 1937 con Luigi Villoresi y Franco Cortese. Por desgracia, tuvo un accidente con un Maserati 4CM en Crystal Palace y no pudo volver a conducir, pero se mantuvo en competición hasta 1953. También tuvo que sufrir la Segunda Guerra Mundial, tras la cual, trabajó con la FIA –le debemos, en gran parte, la categoría GT y la Fórmula Junior–, fue presidente del comité de carreras de la FIM y en 1971 se llevó el galardón “Premio Bancarella Sport” por su libro “Stori della machine da corsa” –historia de las máquinas de carreras–.
Lurani falleció en 1995 a los 90 años, pero dejó tras de sí una larga lista de logros, aportaciones y dos coches, dos automóviles creados para lograr de unas mayores obsesiones del ser humano: ser más rápidos, siempre más rápidos. Esos coches eran el Nibbio y Nibbio 2 –nibbio es la palabra italiana para designar al halcón–, ambos motorizados por Moto Guzzi, pero sin que Moto Guzzi estuviera totalmente involucrada.
El coche más exitoso fue el Nibbio 2, también conocido como Moto Guzzi Nibbio 2, creado en 1955, fue proyectado totalmente por el propio Lurani para batir récords de velocidad, aunque contó con ayuda de Giovanni Savonuzzi, quien trabajaba en Ghia en esos momentos, mientras que también se recurrió al túnel de viento del Politécnico de Turín. El motor era un sencillo monocilíndrico de 350 centímetros cúbicos con 39 CV a 7.500 revoluciones, encargado de mover un conjunto de tan solo 350 kg. Se logró, en Monza, un récord de velocidad de tres horas, con una media de 130 km/h.
Hoy se puede encontrar al Nibbio 2 en el museo Carlo Biscaretti, en Turín.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".350kg entiendo quiere referirse.
Pues si, correcto. Gracias por el apunte, ya está corregido.