Mercedes siempre ha sido un fabricante de vehículos de alta gama, premium, como se dice hoy día. Coches que han destacado siempre por su elevada calidad, en ocasiones por su depurada técnica y en los últimos años, por su elevada carga tecnológica. Donde no han destacado siempre ha sido en el apartado de los superdeportivos. Pero no ha destacado en ese apartado por no haber tenido, constantemente, un superdeportivo en catálogo, no por falta de ellos. La historia de Mercedes está repleta, sobre todo, de GT, de Gran Turismo, una especialidad de la firma alemana.
Seguro que muchos piensan en estos momentos que nos confundimos, que Mercedes ha tenido muchos superdeportivos. ¿El Mercedes 300 SL? No es un superdeportivo, ni siquiera en su época. En todo caso, un “superGT”. ¿El Mercedes SLR McLaren? Tampoco es un superdeportivo, nuevamente, se podría definir como “superGT”. Tampoco son superdeportivos los Mercedes SLS AMG ni el Mercedes-AMG GT, aunque ambos cuentas con versiones que si pueden considerarse como superdeportivos.
No obstante, si nos olvidamos del Mercedes-AMG One –y del Mercedes CLK GTR–, el primer auténtico supercoche de la firma alemana, los intentos, o al menos los experimentos con coches deportivos de muy altas prestaciones, han sido bastantes. Por lo general, siempre se han quedado como prototipos, pero de haber llegado a la calle, habrían sido demoledores. ¿Te imaginas haber visto en circulación coches como el Mercedes C112? Este coche, aparecido en la década de los 90, representaba el superdeportivo visto desde Mercedes y rompió con todos los moldes de aquellos años. Es más, si hoy se lanzara a la calle, también sería un coche rompedor.
De entrada, combinaba el equipamiento tecnológico –sistemas de seguridad y confort– del Mercedes Clase S, con las prestaciones de un Grupo C de la FIA. Era, según dicen algunos, el deportivo de altas prestaciones más educado y seguro del mundo. Pero no solo eso, cuando se dio a conocer, era un vehículo plenamente fabricable, es decir, se diseñó y desarrolló con la idea de producir una pequeña serie limitada que se pudiera vender en cualquier parte del mundo –incluso en aquellos con regulaciones de emisiones o requisitos de seguridad muy estrictos–.
El diseño de su carrocería fue obra de Bruno Sacco, en colaboración con el estudio Mercedes-Benz Advanced Design, mientras que todo lo relacionado con el apartado técnico y la dirección del proyecto corrió a cargo de Karl Hoehl.
Bajo su llamativa figura, había un chasis inspirado en los usados en el Grupo C, donde Mercedes participaba asociada con Sauber. Sirva de ejemplo que solo pesaba 59 kilos. Tenía bastidores auxiliares delante y detrás, así como una jaula integrada. Chasis que se vistió con una carrocería fabricada con Kevlar y aluminio, equipada con puertas de tipo “las de gaviota” y un sistema de aerodinámica activa. El Mercedes C112 fue uno de los primeros coches ene equipar sistemas de aerodinámica activa, como es el enorme alerón trasera que se movía y colocaba según las necesidades. Delante también se montaba un alerón activo.
El Mercedes C112 sirvió, además, como banco de pruebas para un montón de sistemas de seguridad, como una gestión electrónica de nuevo desarrollo para el ABS, que regulaba la fuerza de los frenos para evitar que las ruedas bloquearan, o un sistema de ruedas traseras direccionales. Para rematar, montaba un sistema de suspensión de control electrónico.
Todo esto animado por un V12 de seis litros –código M120– de aspiración natural, fabricado totalmente con aluminio y capaz de rendir 402 CV y 580 Nm de par. Nunca se realizaron pruebas de velocidad, pero los cálculos, según la marca, decían que el 0 a 100 km/h lo completaba en 4,9 segundos y que podía alcanzar los 309 km/h.
No se llevó a producción, como ya todos sabéis, pero se llegaron a registrar más de 700 pedidos en firme, poco después de su presentación en el salón de Frankfurt de 1991.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS