Este peculiar deportivo japonés se caracteriza por su carrocería de línea coupé con cuatro puertas y su motor rotativo. Se pusieron a la venta dos versiones con motores de diferente potencia, 192 CV y 231 CV. A grandes rasgos, lo mejor de este coche es lo divertido que resulta conducirlo junto con su agilidad en carreteras lentas y lo fácil que resulta llevarlo; lo menos bueno es el relativamente bajo rendimiento de sus motores, pues son más lentos que deportivos semejantes y consumen más gasolina. Además, el Mazda RX-8 también resulta más ruidoso por cuestiones aerodinámicas, de rodadura y del propio motor por su naturaleza; no siempre para mal.
El habitáculo es bastante espacioso, tanto delante como detrás, y resulta llamativo la forma de acceso a éste pues las puertas traseras tienen apertura suicida y primero hay que abrir las delanteras para acceder atrás por cuestión de diseño y seguridad puesto que carece de pilar B fijo.
El puesto de conducción tiene buena ergonomía, con unos asientos delanteros que sujetan bien y una buena disposición de los pedales que, junto con un buen tacto de la palanca de cambios, de cortos recorridos, que es una delicia de manejar. En el cuadro de mandos destaca un gran cuentavueltas con la zona roja más arriba de lo normal y se escucha un pitido cuando te acercas a este régimen, algo importante pues este motor hay que llevarlo alto de vueltas para ir rápido.
Tiene una dirección asistida eléctrica muy rápida y comunicativa unido a unos buenos neumáticos -unos Bridgestone Potenza RE040 de medida 225/45 18-. La suspensión no acompaña mucho, pues es seca y blanda al mismo tiempo; y por último, unos frenos muy potentes con un tacto peculiar, pues en el primer tramo del recorrido frenan poco.
El modelo más potente da 231 CV a 8.200 RPM y 211 Nm a 5.500 RPM, pesaba unos 1.425 kg y tenía un reparto de pesos 50/50, el ideal para un coche de pretensiones deportivas y propulsión. Veamos lo más característico: su motor. Es de tipo Wankel, con dos rotores y una cilindrada conjunta de 1.290 cc; ojo a la relación potencia/litro. Sin entrar en tecnicismos, lo mejor es ver un vídeo sobre su funcionamiento.
Algo que se le critica es el consumo de aceite, que oscila entre 200 y 400 cc a los 1.000 km, dependiendo del modelo. Ahora bien, existen deportivos de una potencia similar que gastan más o menos lo mismo. Hay que mirar su nivel con frecuencia, ya que no tiene testigo, unido a su difícil acceso a la varilla. Respecto a la gasolina su consumo variaba entre los 12 y 16 l/100 km, según potencia.
Pero todos estos aspectos pueden quedar en un segundo orden de importancia, ya que bajando marchas con un buen doble embrague y acelerador a fondo, hasta la zona roja, hace que uno valore más qué es realmente importante en este coche. Cumplir las normativas de emisiones es difícil por definición con un rotativo, por lo cual no tuvo sucesor. Estamos a la espera de la segunda generación de motores SKYACTIV de Mazda, que por fin puedan traer de vuelta el delicioso sonido de los rotativos.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...Genial silueta, cada vez que veo uno no puedo dejar de mirarlo.