Lancia era la marca de Fiat que representaban el lujo y la elegancia entendido a la italiana, incluso llegó a ser un estandarte de deportividad. Lástima que actualmente la marca solamente tenga una miniproducción del Ypsilon, que se vende exclusivamente en Italia, y que su destino esté sentenciado. El Lancia Lybra sucedió en 1999 al modelo Dedra, y el 2.4 JTD fue el tope de gama en mecánicas diésel.
Los turismos que fabricaba Lancia -al menos en esta época- eran buscados por personas especiales que valoraban por encima de todo ciertos detalles de lujo y confort, aquellas que miraban mucho la calidad de los materiales de su interior y buscaban sentirse casi como en el salón de su casa. El Lybra respondía a la perfección en estos aspectos, con excelentes materiales y unos ajustes de los mismos de primera. Además la línea de su carrocería de cuatro puertas era clásica y elegante, y aguantaba muy bien el paso del tiempo, era bastante atemporal. También hubo una versión familiar, SW.
Su frontal estaba presidido por una amplia parrilla en forma de escudo flanqueada por dos faros ligeramente ovalados y que estaban basados en el Lancia Aurelia de después de la Segunda Guerra Mundial, según su diseñador, el norteamericano Mike Robinson.
En su interior veíamos cierta profusión de madera y plásticos imitando aluminio, pero de gran calidad, al igual que los mandos, que tenían un tacto bastante bueno. Pero tal vez lo más llamativo era su tapicería de Alcántara, con un diseño personal, muy agradable visualmente y al tacto aunque con tendencia verse la suciedad si el color era claro pero se limpiaba con facilidad. La ventaja de los colores claros era la de aumentar la luminosidad del interior pero si no querías limpiar el interior todas las semanas una tapicería oscura era mejor opción.
La principal seña de identidad del Lybra era el mimo y la atención ofrecida a los pasajeros tanto en confort como en comodidad, envueltos en una atmósfera casi de lujo
Los asientos delanteros parecían butacones, tanto en tamaño como por mullido, que era blando, pudiendo resultar cansados en viajes largos. La postura al volante era buena en general, tal vez la instrumentación estaba en un plano algo alto y el volante tapaba algo de la misma según la postura adoptada. El equipo de sonido, firmado por BOSE, y por tanto de gran calidad, era de serie y estaba situado en la consola central junto al navegador/teléfono -no así en versiones básicas-.
El espacio interior era muy amplio para todos los pasajeros en detrimento del maletero (420 litros), que sin ser pequeño no estaba en consonancia con su tamaño exterior; estaba en la línea del BMW Serie 3 o el Audi A4. Los pasajeros traseros disponían de tal espacio para las piernas que convertían al Lybra en un coche susceptible de utilizar chófer.
Un detalle que agradecían los pasajeros era la iluminación interior, con una tenue luz verde emanada por todos los mandos, al igual que los tiradores de las puertas y las propias puertas, que iluminaban el suelo al abrirse para que pudiésemos ver los pies al salir. Su insonorización era excelente y con un buen confort de marcha a pesar de la firmeza de su suspensión, acompañado de unos frenos con un tacto de pedal y respuesta excelentes.
En equipamiento de seguridad el ABS+EBD eran de serie, mientras que el control de tracción era opcional (300 euros); incorporaba doble airbag central y lateral y cinturones con limitador de esfuerzo. Heredó la plataforma del Alfa Romeo 156, lo que implicaba una rigidez y robustez aseguradas. El climatizador también venía como dotación de serie. La radio se podía controlar desde unos mandos situados en el volante que, por cierto, era regulable en altura y profundidad.
La mecánica que llevaba era poco común, un bloque de cinco cilindros en línea de 2.387 cc, que tenía una entrega de par muy suave como principal característica
Sus valores reales más importantes eran una potencia máxima de 134 CV a 4.000 RPM y un par máximo de 310 Nm a 2.000 RPM. El 0 a 100 km/h lo realizaba en 10,5 segundos, el 0 a 1.000 metros salida parada en 32,1 segundos, con unas recuperaciones de 80 a 120 km/h en 9,7 y 14,8 segundos en cuarta y en quinta marcha respectivamente. La velocidad máxima rondaba los 200 km/h. Su consumo medio era de 6,2 litros/100 km.
Un aspecto a mejorar eran los desarrollos del cambio, algo largos, que como hemos visto en sus prestaciones eran solamente discretas, penalizando las recuperaciones obligando a un uso intensivo de las marchas más bajas.
En el año 2002 salió una versión algo más potente, con 150 CV, que mejoraba un poco sus prestaciones, un segundo menos en el 0 a 100 km/h y cinco km/h más de velocidad punta. Dejó de fabricarse en el año 2006, siendo su sucesor el Lancia Flavia en el 2011, basado en el Chrysler 200C, que pasó sin pena ni gloria por nuestro país.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...Sin olvidar que el Flavia sólo se vendió en versión descapotable, no fue un autentico remplazo. La berlina no se consideró ya que el motor que montaba originalmente el Chrysler era de origen VW y adaptar un motor Fiat era costoso para las ventas estimadas. El Lybra se basaba en el exitoso 156 y de haber tenido una carrocería tan atractiva como el Alfa y unos motores más al día se hubiera vendido mejor. Nunca llegó a montar los motores multijet como los diésel de casi 2 litros de 140 y 150 cv que tan buen resultado dieron en los… Leer más »
Cada vez que veo un artículo de Lancia no puedo dejar de pensar en que ojalá volvieran a hacer una Lancia de verdad…. RIP
El azul tenue confería elegancia maxim power a esta macchina no apta para ordinarios.