Lamborghini. Un nombre que evoca automóviles de muy altas prestaciones, que destacan especialmente por el que podría ser, de entre todos los fabricantes de automóviles, el diseño más radical y brutal. Un Lamborghini es plenamente reconocible, incluso si no te gustan los coches, pues tienen unas formas muy particulares, afiladas y agresivas. Incluso el Urus, un enorme SUV de cinco puertas, también cuenta con el diseño afilado de todo Lamborghini. Una seña de identidad que no comenzó con la propia marca, sino que instauró el Lamborghini Countach de la mano de Marcelo Gandini.
Desde que se lanzara al mercado el Countach, todos los modelos de Lamborghini han adoptado un diseño que solo la marca emplea actualmente, el conocido Wedge Design que tan de moda se puso hace algunas décadas. No importa el modelo, no importa la tecnología aplicada al mismo, todos los modelos salidos de Sant’Agatha tienen ese aura, esa imagen espectacular es su principal seña de identidad, hasta que, por supuesto, se pone en marcha el motor. En ese momento, el diseño acaba por diluirse entre los increíbles aullidos que sueltan los terminales de escape.
Todo esto que estamos contando, pasará a mejor vida más pronto que tarde, sobre todo el aullido de los escapes, la electrificación manda y los próximos Lamborghini serán híbridos, para convertirse en eléctricos en un futuro cercano. Sin embargo, la personalidad de Lamborghini tuvo un momento de apogeo brutal en el año 2013, un coche tan radical y exagerado que no era del gusto de todo el mundo, ni siquiera los fanáticos de la marca estuvieron de acuerdo en su totalidad. Pero es que hablamos de un coche sin límites, creado para celebrar los 50 años de la firma italiana y, por tanto, creado para contener toda la esencia de la marca. Al menos, la esencia que la marca desprendía en 2013 y que, en el fondo, no ha cambiado gran cosa en la actualidad.
Ese coche era el Lamborghini Veneno, un espectáculo con ruedas, tanto para lo bueno como para lo malo, del que se fabricaron tan solo cuatro unidades con carrocería coupé a un precio, cada uno, de 4,2 millones de euros, mientras que se fabricaron un total de nueve unidades con carrocería roadster, a una tarifa todavía más elevada. Se presentó en el Salón del Automóvil de Ginebra y como cabe esperar, causó sensación tanto entre los asistentes como entre los aficionados.
Desproporcionado en sus formas, exagerado en sus elementos aerodinámicos, el Lamborghini Veneno era “El Lamborghini”, lo máximo que se podía esperar de la marca en aquellos años y desde luego, no defrauda a nadie: chasis de fibra de carbono y dos subchasis de aluminio (delante y detrás), una carrocería diseñada para ser el centro de todas las miradas, pero también aerodinámicamente super eficiente, como un automóvil de competición. Las llantas eran de 20 y 21 pulgadas delante y detrás, rematadas por un anillo de fibra de carbono con una función aerodinámica, y el alerón trasero es, posiblemente, lo más bestia que se ha visto en la calle desde el alerón de los Ford Sierra RS Cosworth y Ford Escort RS Cosworth.
En posición trasera central, el mismo propulsor V12 de 6.5 litros del Aventador, coche con el que comparte muchas más cosas que el propulsor. Totalmente atmosférico, rendía 750 CV y era capaz de lanzar los poco más de 1.400 kilos que pesaba el Veneno, hasta los 351 km/h y de completar el sprint desde parado hasta los 100 km/h en 2,8 segundos.
Respecto a su denominación, como cabe esperar, procede del mundo de la tauromaquia. Concretamente, era el nombre de un famoso toro español, sobre todo en Andalucía en 1914, pues de una cornada mató al torero José Sánchez Rodríguez, en la Plaza de Toros de San Lúcar de Barrameda.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS