El Jaguar R1 es, posiblemente, uno de los mejores ejemplos sobre cómo a veces no salen las cosas de la manera prevista en el automovilismo deportivo. Pero vayamos por partes o, mejor dicho, por puro y escrupuloso orden cronológico. Para empezar, recordaremos cómo la casa inglesa es una de las banderas de la deportividad a la manera británica. Algo que no sólo ha demostrado con multitud de modelos prestacionales desde antes de la Segunda Guerra Mundial sino, especialmente, defendiendo sus posiciones en la icónica carrera de las 24 Horas de Le Mans.
La competición donde más se ha destacado Jaguar, consiguiendo ser por derecho propio parte de la época más legendaria en esta carrera. No en vano, su primera victoria absoluta se produjo en 1951 con un XK12. Tras esto, en 1953 logró revalidar gracias a las bondades mecánicas del C-Type para, de 1995 a 1957, interpretar una de las mejores épocas en Le Mans con tres victorias encadenadas usando el D-Type. Aquel legendario seis cilindros en línea con la aleta vertical a fin de mejorar la estabilidad aerodinámica en las rectas. Todo ello rematado con los, de aquellas, novedosos frenos de disco.
Además, la leyenda de Jaguar en Le Mans no sólo se quedó en los tiempos clásicos, puesto que en plena época de los competitivos Grupo C consiguió la victoria en la edición de 1990. Así las cosas, aunque Jaguar no estuviera presente en la F1 ni interesada en los rallyes, siempre mantuvo una indudable aureola de marca relacionada con el mundo de la competición. Una seña de identidad que ayudó a mantener su prestigio y, por tanto, continuar con un adecuado índice de ventas. No obstante, en el turbulento contexto de finales de los ochenta Jaguar se debilitó económicamente cada vez más a pesar de haber salido al mercado de valores a mediados de los ochenta. Llegados a este punto, finalmente cayó bajo la égida de Ford en 1990.
Jaguar es una de las marcas históricas en Le Mans, pero no había entrado a la F1. Así las cosas, Ford pensó que sería algo realmente interesante renovar el aura deportiva de la marca entrando a la categoría reina
Jaguar R1, el malogrado estreno en la F1
Sobre lo que Ford hizo con Jaguar se podrían escribir páginas y páginas. De hecho, ya se han escrito bastantes. Especialmente críticas con la estrategia comercial basada en crear modelos de acceso que parecían malas caricaturas de lo que habían sido las elegantes berlinas de la marca durante décadas. De todos modos, en este caso preferimos quedarnos con lo bueno. Y es que para finales de los años noventa Ford pensó que sería fantástico introducir a Jaguar en la F1.
Y, la verdad, aquella idea sin duda era muy atractiva. Al fin y al cabo, a pesar del historial deportivo de la marca ésta jamás había paseado su nombre por la categoría reina. Así las cosas, no cabe duda que presentar un equipo Jaguar en la F1 daría prestigio a Ford, a la propia Jaguar y, en última instancia, a la propia competición. Beneficiada por la entrada en la misma de un fabricante con tanta y tan evocadora historia.
Llegados a este punto, en 1999 Ford se hizo con el equipo de Jack Stewart para hacer de él la base de la nueva escudería. En fin, algo muy propio de los estadounidenses, con la chequera por delante tal y como pretendieron hacer en los años sesenta con la Scuderia Ferrari. No obstante, el estado de ánimo era realmente favorable, presentando para las pruebas celebradas en el Circuito de Barcelona un cautivador monoplaza totalmente pintado en verde inglés aún sin publicidad estampada.
Las expectativas eran muy altas, lo cual está demostrado por la contratación de Eddie Irvine. Sin embargo, el resultado durante aquella primera temporada no estuvo a la altura
Respecto a la mecánica, se decidió usar un motor Cosworth V10 de tres litros atmosférico con 805 CV de potencia. Sin embargo, la caja de cambios daba fallos constantes. Los elementos parecían no integrarse bien dando una fiabilidad como mínimo cuestionable. Y, además, cuando mecánicamente todo iba de forma correcta resultaba que el coche era bastante difícil de conducir. En suma, algo muy alejado de las previsiones iniciales, confirmándose con un escueto noveno puesto en el mundial de constructores. De hecho, como piloto estrella el Jaguar R1 contó con Eddie Irvine. Quien venía de ser subcampeón con Ferrari durante la temporada anterior, anotando esta vez tan sólo cuatro puntos. Con todo esto, al final del año el Jaguar R1 fue retirado, fichando como director técnico al mismísimo Niki Lauda de cara a la temporada siguiente para intentar elevar así la moral del equipo. No obstante, eso es otra historia en la cual, por cierto, también aparece Adrian Newey.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS