Coche del día: Ford Mustang RSX

Coche del día: Ford Mustang RSX

Aunque parezca un simple ejercicio de estilo, este prototipo fue la idea de llevar al Mustang hasta el Mundial de Rallyes


Tiempo de lectura: 6 min.

A primera vista, el Ford Mustang RSX parece otro prototipo más en la larga lista de extrañas creaciones derivadas del mítico modelo de la marca americana. Una saga experimental donde podemos encontrar desde un ensayo en formato berlina fechado en 1965 hasta la versión de batalla corta conocida como Shorty. E incluso todo tipo de modificaciones orientadas a la competición, habiendo incluso modelos con motor central. Todos ellas simples fuegos artificiales sin más contexto que el simple arranque optimista de algún diseñador de Ford. Sin embargo, el caso del Mustang RSX es diferente al contar con un contexto más amplio. Vayamos por partes.

Para situarnos hemos de ir hasta 1979. Fecha en la que se presenta el Ford Mustang RSX en el Salón de Chicago, pero también año en el que el Escort RS1800 gana el título de constructores en el Campeonato Mundial de Rally. Así las cosas, resultó evidente lo bien que Ford Europa había hecho las cosas desde finales de los sesenta en materia de carreras de tierra, logrando llegar a lo más alto de la especialidad barriendo en un segmento definido por los FIAT 131 Abarth y Lancia Stratos. De esta manera, la posibilidad de utilizar el mundo de los rallyes en Europa como arma publicitaria pesó por un tiempo en la mente de los directivos de la central americana en Dearborn.

De hecho, si en vez de ganar con un Escort lo hicieran con un Mustang conseguirían una cuota publicitaria sin parangón. Algo que no era para nada desacertado, ya que se acaba de presentar en 1978 la tercera generación del modelo, pudiendo ser un magnífico escaparate publicitario su desembarco en el campeonato mundial con una versión lista para verse las caras con los FIAT, Lancia y Audi europeos. Llegados a este punto, Ford tomó la iniciativa encargando a Ghia – absorbida por aquel en 1973 – el diseño de un Mustang con el mundo de los rallyes en la mirilla. Eso sí, la operación se haría por escalas, siendo preciso en primer lugar un prototipo muy llamativo al cual tomar como punto de partida para la versión definitiva. Así nacía el Ford Mustang RSX.

ford mustang rsx (1)

El mismo año en que el se presentaba en Chicago el Mustang RSX, el Escort RS1800 ganaba el título de constructores en el mundial de rallyes. Así las cosas, Ford pensó por un momento en lo beneficioso que sería llevar una versión del Mustang creada para esta competición a la realidad

Ford Mustang RSX, la idea que quedó en el tintero

En 1970 Bertone sorprendió al mundo del automovilismo con el prototipo Stratos Zero. Una soberbia y futurista creación de Marcello Gandini en la que se mostraban todos los elementos del diseño en cuña; aquel que estaba llamado a definir la apariencia de los superdeportivos durante las siguientes décadas. Además, bajo sus líneas ocultaba un V4 extraído de un Lancia Fulvia, siendo por tanto un vehículo plenamente operativo. De hecho, a partir del Zero tanto Lancia como Bertone se pusieron manos a la obra en la creación del Stratos de 1973 con motor Ferrari V6 destinado a abrir una nueva época en el mundial de rallyes.

Pues bien, con el Ford Mustang RSX debería haber ocurrido más o menos lo mismo pues la secuencia era la siguiente. Primero Ghia presentaba en 1979 este llamativo prototipo en el que el Mustang adquiere una personalidad completamente nueva y luego, al poco tiempo, la propia Ford evolucionaría esta base dotándola de una mecánica adecuada a lo más alto de la competición. Sin duda un excelente plan en el que las carreras se usan como parte de la estrategia publicitaria.

Sin embargo, desgraciadamente todo aquello quedó en un simple plan con tan sólo la primera parte realizada. Aquella en la que Ghia trazó las bases del Ford Mustang RSX. Todo ello sobre la plataforma de un Mustang de tercera generación, el cual usaba a su vez el chasis del Fairmont. Una berlina compacta de la cual también hubo versión coupé, destinada a un público medio totalmente apegado al gusto americano en materia de conducción. Algo que, al aplicarlo al Mustang, fue todo un desastre ya que limaba en exceso las habilidades deportivas del mismo.

ford mustang rsx (5)

Sobre la base de un Mustang de tercera generación, Ghia hizo un ejercicio de estilo a cargo de Tom Tjaarda en el que imperaron unas líneas que bien podrían haber sido la base para un espectacular Grupo B

No obstante, Ghia hizo lo que pudo para hacer del Mustang RSX una buena base para las carreras sobre tierra. Así las cosas, estrechó catorce centímetros la distancia entre ejes y ensanchó la carrocería dos. Además, hizo unos pasos de rueda más amplios pensando en las futuras suspensiones de largo recorrido. E incluso se cuidaron detalles como la postura de conducción, la cual se hizo más propia del puesto de pilotaje de un coche de rallye dando más visión sobre el entorno. Gracias a estos cambios, el Mustang de partida se transformó en un biplaza de carrocería futurista que realmente no hubiera desentonado junto a los volúmenes de los Stratos y Quattro. Respecto al motor, ya que la labor de Ghia no era en absoluto tocar la mecánica – algo que debería haber hecho Ford posteriormente – el Mustang RSX siguió montando el bloque de 2,3 litros y cuatro cilindros con 90 CV del modelo base. Algo que nos da la pista sobre porqué muchos aficionados al modelo americano ven en la tercera generación la menos deportiva de todas las que han aparecido desde los años sesenta. Desgraciadamente, Ford desechó la idea de llevar un Mustang al Campeonato Mundial de Rallyes. Por ello el Mustang RSX quedó como un simple verso suelto, una gran idea en el tintero. Sin embargo, decir que Ford abandonó de esta manera sus veleidades deportivas sería del todo injusto. Para empezar, con el RS2000 del Grupo B demostró haber ido muy en serio en el mundo de los rallyes. Y en materia de coches de serie, lo cierto es que pocos años después al Mustang RSX apareció el Sierra XR4. Un deportivo para las masas tan vibrante como apto para el día a día, el cual cumplió a la perfección la función que podría haber tenido nuestro prototipo protagonista en las versiones de calle de haberse llegado a producir. Y es que, ya se sabe, en el mundo de los prototipos lo que más encontramos son pioneros caídos por el camino.

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Miguel Sánchez

Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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