El Fiat 127 Sport hacía honor a su apellido, no era un apelativo gratuito dadas sus reacciones y prestaciones, dentro de su categoría y en su época. Tomó como modelo el Autobianchi A112 Abarth, con cierta experiencia, pues llevaba tres años en el mercado, adoptando el mismo motor pero con características algo diferentes. Se fabricó en Italia durante el periodo 1978-1981.
El grupo Fiat ya comprobó las grandes posibilidades que ofrecían los coches con toda la mecánica delante, rápidos y enérgicos. Para diferenciarlo del resto de sus hermanos se procedió a personalizar su carrocería añadiendo nuevos colores a su gama como el negro, el naranja racing y el gris metalizado, aderezado con unas finas bandas decorativas a lo largo de toda la cintura.
En el frontal lucía la nueva parrilla adornada con el nuevo emblema de Fiat para sus modelos de espíritu deportivo y el logo “Sport” a la izquierda y el “70 HP” a la derecha de la misma, rematado en su parte inferior por un spoiler de buen tamaño, en perfecta unión con los rebordes de los pasos de rueda. Otro spoiler remataba la parte superior de la zaga, con un valor más estético que práctico.
Al lateral se añadió una moldura de plástico negras a modo de paragolpes para proteger las puertas de pequeños desperfectos, así como una banda naranja longitudinal. Completamos esta metamorfosis estética con unas llantas molonas más anchas que el modelo sencillo (con 4,5 pulgadas de garganta frente a 4), con el logo de Fiat incluido en las mismas, y unos neumáticos de medidas 155/70 R13. La verdad es que el resultado convertía al 127 en un coche atractivo y “reshulón”, tan al gusto de la clientela amante y fiel de estos productos italianos.
Este pequeñín nos parece hoy un coche de juguete, pues sus dimensiones eran de 3.645 mm de largo, 1.527 mm de ancho y 1.380 mm de alto
En el interior los cambios también eran evidentes: un tablero de instrumentos de nuevo diseño, unas tapicerías donde predominaban los tonos negros, o unos asientos con que recogían bastante el cuerpo, incluso los traseros. El volante de dos radios ofrecía un aire deportivo y resultaba muy agradable al tacto, que además era de nueva factura. La palanca de cambios también se diseñó de forma específica para esta versión Sport.
El salpicadero venía muy completito: tacómetro, velocímetro, termómetro del refrigerante, nivel de combustible, amén de una serie de testigos luminosos. A la derecha del volante se situaban un manómetro de aceite, un reloj analógico, la radio, mandos de la climatización y hasta un encendedor.
Los asientos estaban confeccionados en materiales sintéticos y ribeteados en color naranja. Los delanteros contaban con regulación longitudinal e inclinación de la banqueta, y llevaban incorporados los reposacabezas. Los traseros estaban configurados para que dos pasajeros fueran excepcionalmente cómodos, siendo además abatibles de forma asimétrica.
No ofrecían un elevado grado de ergonomía, pero eran bastante más envolventes que los asientos normales, tanto los delanteros como los traseros. Se mejoró el equipo eléctrico, dotándolo de un nuevo alternador de 45 amperios, faros con lámparas de yodo y un cableado completo para la radio.
A ver que nos cuenta su pequeño y enérgico propulsor. Bajo su capó encontrábamos un bloque de cuatro cilindros en línea, en posición delantera transversal, con tan solo 1.049 cm3, que entregaba 70 CV, 20 más que la versión original. Esta ganancia se consiguió rebajando la culata (aumentando la compresión), trasladando el árbol de levas a la parte superior de la culata, con un mayor cruce del mismo, actuado a través de una correa dentada. Se sobredimensionaron las válvulas y los colectores de admisión y escape llevaban la firma de Abarth.
Estaba alimentado por un carburador Weber 34 de doble cuerpo y el filtro de aire era nuevo. Se sustituyó el starter automático por uno manual, tal vez para un mejor control de la mezcla en los cilindros. La capacidad del cárter aumentó y se acortó la transmisión final, lo que favorecía las aceleraciones y recuperaciones. Los 70 CV que entregaba nos pueden parecer pocos, pero su peso en báscula alcanzaba 775 kg, por lo que no tenía una mala relación peso/potencia, de unos 11 kg/CV.
Pisando a fondo el acelerador en carretera abierta y con la aguja del tacómetro a 6.700 RPM, el velocímetro pasaba de los 160 km/h, constatando los 155 km/h reales, nada mal para un sencillo Fiat 127
Necesitaba casi 35 segundos para alcanzar los 1.000 metros desde parado, y algo más de 13 segundos en el 0 a 100 km/h. En los registros de recuperación dedicaba algo más de 10 segundos en tercera y 14 segundos en cuarta para pasar de 80 a 120 km/h. Unos valores modestos, pero recordar que es un motor pequeño, de apenas un litro de cilindrada, lo cual penalizaba las recuperaciones.
Su par máximo de 83 Nm lo alcanzaba a 4.500 RPM, obligando a un uso frecuente de la palanca de cambios. Su consumo medio en conducción tranquila no llegaba a los 9 l / 100 km, aunque en conducción deportiva superaba los 14 l/100 km.
Sus valores de frenada eran muy satisfactorios, labor encomendada a unos discos macizos de 227 mm delante y unos tambores de 185 mm detrás. La suspensión pecaba de blanda para un coche de cierto talante deportivo; no resultaba muy costoso sustituirla por una más efectiva y enérgica.
La caja de cambios, manual de cuatro relaciones –no le vendría mal una marcha más- quedaba deslucida por el gran salto que había entre tercera y cuarta. Para un motor puntiagudo como este no le venía bien una caída brusca del régimen.
Eran de agradecer la óptima precisión del cambio y de la dirección. El escape de doble salida no era ruidoso y se consiguieron amortiguar las características vibraciones que generaba este motor a alto régimen gracias a unos nuevos silentblocks que aislaban mejor el motor respecto al chasis.
En el año 1982 apareció la segunda serie, conocida como 127 Sport 5 speed, que contaba con un motor de 1.3 litros de 75 CV y, como su nombre indicaba llevaba una caja de cambios de cinco marchas, algo de agradecer. La pena es que a nuestro país vinieron muy pocas unidades de ambas series, todas importadas del país alpino.
Aquí nos tuvimos que conformar con tunear con mejor o peor suerte a nuestros SEAT 127, esperando vanamente que SEAT los fabricara en nuestro país bajo licencia. La tercera generación la conocimos como SEAT Fura.
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Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...Una puntualización: el propulsor del A112 únicamente coincide con el del protagonista de este artículo en las cifras de cilindrada y potencia máxima. Se trata de una evolucíón del veterano motor “tipo 100” de variilas y balancines, mientras que el 127 Sport emplea el moderno “tipo Brasil” con árbol de levas en cabeza.
En España Seat fabricó el Fura crono con el motor 1430 y 75HP , muy parecido ( si no igual)al 2ª generación del Fiat