Para el año 2007 la marca francesa decidía dar el relevo a la que sería la primera generación del Citroën C5. Ese mismo año, y en el marco del Salón Internacional de Frankfurt, se presentaría el concept car de la firma gala y nuestro protagonista de hoy en la sección, el Citroën C5 Airscape, un cabrio de cuatro plazas y techo rígido que sería la antesala en cuanto a diseño de la siguiente generación de la berlina de la marca, presentada oficialmente un mes más tarde.
Lo que quedaba claro con el Airscape Concept es que la marca pretendía marcar un nuevo rumbo en cuanto diseño, marcando algunas diferencias con su hermana de grupo, Peugeot, pero además ganar un plus en cuanto a calidad percibida, estando a la altura de sus rivales Premium venidos desde la nación germana.
De hecho incluso el anuncio con eslogan “carácter alemán, espíritu francés”, que por aquel entonces emplearon tras su presentación y puesta a la venta a comienzos de 2008, alegaba a esta estrategia comercial, escenificando el viaje del Citroën C5 hasta Alemania para ganar en su propio terreno a sus rivales germanos. Cosas de los publicistas.
Pero fijando nuestra atención en aquel prototipo, además de ver que a nivel estético era casi idéntico a la berlina llegada poco después, resaltaban algunos aspectos en cuanto a diseño o tecnología. En primer lugar estaba el ya mencionado techo retráctil, fabricado en fibra de carbono y dotado incluso de una zona acristalada a modo de techo solar.
El material empleado en casi la totalidad de su fabricación le confería una gran rigidez al conjunto una vez cerrado, a la par de una reducción considerable en cuanto al peso, si lo comparamos con otro fabricado en cualquier metal estándar.
El Citroën C5 Airscape era el preludio en cuanto a tecnología y diseño de lo que sería la segunda generación de la berlina francesa
De otra parte encontrábamos bajo su capó el 2.7 V6 Hdi de PSA y Ford, ya visto anteriormente en los Citroën C6 y Peugeot 607. El rendimiento anunciado para la ocasión era de 208 CV de potencia a 4.000 RPM, con un par máximo de 440 Nm a 1.900 RPM. Todo ello quedaba acoplado a una caja de cambios automática de seis relaciones y asistido por un sistema de control de tracción denominado Snow Motion, capaz de repartir la potencia de manera equitativa en ambas ruedas delanteras, dándole unas cualidades muy cercanas a las de un AWD.
Por otro lado, también concerniente al plano mecánico, estaba el sistema Urban Hybrid, mediante el cual el C5 Airscape disponía de lo que hoy conocemos como Stop&Start al uso. Por lo tanto, cuando el coche se quedaba totalmente parado el motor se apagaba, volviendo a arrancar una vez tocáramos el acelerador para disponernos a reiniciar la marcha.
Unido a este sistema el cabrio de Citroën también contaba con un sistema de recuperación de energía, ya fuera mediante deceleraciones o frenada, utilizada posteriormente para alimentar los dispositivos interiores eléctricos, como el aire recirculado o el equipo de iluminación. En otras palabras, un sistema microhíbrido de 12 voltios.
En definitiva, el Citroën C5 Airscape demostraba el potencial en todos los apartados de la marca gala, aunque nunca llegara a llevarse a la serie dentro de aquel concepto
A nivel estético el C5 Airscape, además de por su ya mencionado techo retráctil, también destacaría por una luna trasera cóncava, ya vista en los C6. Una cintura alta, prominentes entradas de aire en el frontal o un equipo de iluminación con superficies de gran tamaño y calidad, serian la nota destacable de este concept car tan especial.
Para rematar este apartado habría que destacar unos prominentes pasos de rueda y unas llantas en 19 pulgadas, que si ahora nos pueden parecer poca cosa, en su momento eran realmente impactantes a la vista. Por último, y como no podía ser de otra forma, el habitáculo del Citroën C5 Airscape gozaba de un nivel de acabados y equipamiento digno de los mejores cabrio Premium del momento.
Zonas revestidas en cuero de primera calidad, así como molduras o partes de paneles de puertas y salpicadero fabricados con terminación en madera, serían parte del trabajo realizado por la marca en esta zona. Equipo de sonido de alta fidelidad, sistema de navegación o ayudas electrónicas a la conducción como ABS o ESP también formarían parte de la dotación estándar de este elegante francés.
La realidad es que aquel automóvil no se llevó a la fase de producción, empleándose únicamente como vehículo de exhibición con la misión de escenificar la transición de ambas generaciones del Citroën C5. Una pena que aquellos prototipos que servían para vislumbrar al mundo el futuro de la automoción, con diseños coherentes y estéticas realmente agraciadas, sean cada vez menos comunes en los salones de automoción a nivel mundial.
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J. Rubio
Soy un enamorado del motor en general y de los vehículos clásicos y motocicletas en particular. Dedicado al mundo de la automoción desde hace unos años, disfruto probando toda clase de vehículos y escribiendo mis impresiones y experiencias sobre ellos.COMENTARIOS