Hoy quiero hacerle un modesto homenaje a un coche del que tengo muy gratos recuerdos. Mi primer coche de prensa fue un Citroën C2 1.4 HDi Sensodrive VTR, y aunque han pasado 14 años, recuerdo con nitidez sus soniditos al dar el intermitente, cómo andaba o su tacto de conducción. Además, fue el primer coche que conduje totalmente solo, sin parientes, ni profesor de autoescuela… yo solito y una sesión house de DJ Chester que empezaba con “Tracey in my room”.
El C2 era un coche urbano muy chato, 3,66 metros de largo, a caballo entre el segmento A y B, con muchos elementos en común con el C3. Resultaba ser espacioso para ser tan corto, el truco era dejar un maletero simbólico, estaba muy orientado a la urbe y sus alrededores. Muy fácil aparcar con él, con una batalla tan corta se movía como pez en el agua. Si hacía falta el maletero para algo, los dos asientos traseros se regulaban independientemente en longitud.
Fue coche del año en España en 2004
Los VTR, además de ir más equipados, tenían una imagen un poco más deportiva, aunque eso no se trasladaba al volante. El deportivo de verdad era el VTS con motor gasolina de 125 CV, aunque evidentemente estaba un poco lejos dinámicamente hablando de las versiones de competición, que también las tuvo. El VTR en color negro era el más convincente de todos, completaban el elenco el kit de carrocería, las llantas de 15″, alerón trasero o el escape a la vista. Para ser deportivo hoy día habría que elevarle la suspensión un puño y petarlo de plásticos negros.
El pequeño C2 estaba animado por una gama de motores de gasolina de 60 a 110 CV -VTS aparte- o sendos diésel, un 1.4 HDi con 68 CV y un 1.6 HDi de 110 CV. Con el motor diésel de menor potencia el C2 era un coche razonablemente ágil, que podía hacer medias inferiores a 5 l/100 km sin los artificios de un coche moderno: pesaba menos de 1.000 kg, aerodinámica decente y un motor eficiente (aunque ahora es “contaminante”).
Con semejante músculo francés alcanzaba los 100 km/h en 13,5 segundos y no pasaba de 166 km/h
Tenía la matrícula 9308 CTF, así que no tiene derecho al distintivo ambiental “B” a pesar de que cumplía la Euro 4. Asociado al cambio automático de cinco marchas (Sensodrive, un manual robotizado) el coche iba muy bien, eso sí, usando el modo semiautomático fuera de ciudad por sistema. Creo que es el único coche al que en 14 años apenas le he dejado ir en automático, me parecía muy torpe cuando necesitaba arrear. Me hice muy rápidamente a él.
Su precio de lista era un poco carete, 18.000 euros, pero venía equipado hasta las cejas: automatismos de luces y limpiaparabrisas, cargador CD de cinco discos -cuando no había MP3 eso se valoraba mucho-, navegador GPS, mandos tras el volante, climatizador automático, sensor de aparcamiento trasero, ordenador de a bordo… Tengamos en cuenta que salió al mercado en 2003, era un canteo. El 1.1 SX peladete se anunciaba por poco más de 8.000 euros, y lo hizo el mismísimo Antonio Camacho. Si me permitís una anécdota tonta, no tenía en los mapas la M-50 terminada y me hacía pegar cada rodeo…
Este coche se quedaba justito al ir algún lugar lejano con equipaje, en autovía a buen ritmo, cargado… pero en la ciudad era un utilitario estupendo. Los motores de gasolina básicos no eran una maravilla entregando potencia, pero al menos no traqueteaban tanto como más de uno que se jacta de ser Premium hoy día con tres cilindros. Os costará encontrar equivalentes modernos al C2 con motores de cuatro cilindros.
Dinámicamente era satisfactorio, el diésel de 68 CV no daba más de sí, y con los motores de más potencia era marchoso; también conduje el C2 VTS dos años después, y era un trasto divertido. Los 125 CV sabían a poco comparándolo con coches que iban muy parejos en precio. Con el HDi de 110 CV debía andar lo suyo, porque recuerdo que el Peugeot 206 con ese motor era como un misil -y así lo trasladé a mi prueba entonces, no es el paso del tiempo en mi memoria-.
El Citroën C2 no duró mucho en el mercado, seis años es poco incluso hoy día. Tenía casi todo: era un coche ante todo honesto, sin alardes de lo que no era, una máquina de libertad cuando los jóvenes asociábamos tal cosa a tener un coche -y no el iPhone X-, amable con el bolsillo y con casi todos los avances que había hace 15 años. Comparado con un Saxo, era como una nave espacial.
Imagino que el pobre 9308 CTF habrá acabado ya en un CAT, pero siempre que veo un C2 negro me fijo, a ver si el destino nos vuelve a encontrar, aunque solo sea durante unos instantes. Con él esquivé mi primer accidente, un motorista se saltó un ceda el paso y tuve que clavar los frenos hasta la detención. No pasó nada, pero vaya sustaco. No me importaría adoptarlo como clásico si al cabo de los años me vuelvo a topar con él, el cariño aún perdura.
Javier Costas
Me gustan los coches desde que tengo uso de razón (o antes). Tras haber conducido más de 400 coches aquí sigo, divulgando y aprendiendo a partes iguales sobre las cuatro ruedas. Vosotros habéis hecho que se convierta en mi pasión.Tengo un VTR+ negro 1.4hdi, lo compré en 2008 con 11mil km por 8mil euros y ya tiene 310mil km. Funciona todo como el primer día. Solo ha necesitado sus mantenimientos, algún embrague y poco más. No puedo estar más contento. De aquellas quería equipamiento y este coche estaba en el top de la época: climatizador digital, sensores de parking lluvia lluces, cuadro digital, “ordenador de abordo”, paragolpes color carrocería, tapicería mixta cuero/tela… De consumo es como dices: fácil bajarlo de 5 litros reales, 4,6 de marcador, si no eres de correr. En spritmonitor se clasifica dentro de los diesel… Leer más »
No estaba mal y, a día de hoy me sigue gustando su diseño pero… tengo la impresión de que era tan vanguardista que se caducó a sí mismo al poco de salir.
Y tengo la impresión de que practicamente ha desaparecido del mapa, al contrario que su predecesor.
Respecto al VTS, también creo que no llegó a tener la misma imagen de dinamismo que el Saxo.