Ahora que estamos en veranito y el calor empieza a apretar, resulta bastante apetecible pasear en un vehículo de esta naturaleza (al menos en la mitad norte). El Chrsyler Sebring Cabrio no puede negar sus raíces estadounidenses. De imagen refinada y gran tamaño nos encontrábamos ante un coche de gran personalidad. Sus más de 4,9 metros de longitud, su personal estética y amplio espacio interior, que daba cabida a cuatro pasajeros con holgura, representaba con fidelidad el gusto de los ciudadanos norteamericanos.
Sus reacciones y comportamiento eran netamente burgueses, muy al gusto americano. Sus suspensiones tenían un tarado muy blando, orientadas al confort, pero que a la hora de realizar una conducción alegre lo penalizaba bastante. Era un coche para disfrutarlo tranquilamente con melena al viento, sin necesidad de hacer pruebas para ver donde llegaban sus límites dinámicos.
Esta versión cabrio no derivaba estrictamente de la berlina, medía ocho centímetros más y era un centímetro más alto, al revés de la norma habitual, este tipo de vehículos solían ser más bajos que el sedán del que derivaban. A nivel de seguridad llevaba sus refuerzos correspondientes, tales como la instalación de un travesaño transversal detrás del cuadro de instrumentos, unos largueros laterales más gruesos, refuerzos en puntos clave del bastidor, incluso un arco de seguridad en el marco del parabrisas delantero.
Lo más llamativo de su aspecto exterior, aparte de su gran tamaño, eran unos ensanchados pasos de rueda que daban cobijo a unas llantas de aleación cromadas de 16 pulgadas, un frontal protagonizado por una enorme calandra con forma de boca de tiburón y unos faros perfectamente integrados. Sus enormes puertas daban paso con relativa comodidad a las plazas traseras.
Como buen cabrio, su capota estaba realizada en vinilo acompañado de una luneta trasera de vidrio, de accionamiento eléctrico, y para ello había que liberar dos pestillos situados a ambos lados del parabrisas y tocar un pulsador en el túnel central. Esta operación tardaba sólo unos pocos segundos y se podía realizar sentado en el coche. La inexistencia de un cubrecapotas rígido -llevaba una poco práctica funda de plástico- o un ajuste no muy preciso en la unión de las ventanillas con el techo, punto donde se filtraban ruidos aerodinámicos a velocidades superiores a 140 km/h, eran de las pocas quejas que podíamos tener al respecto. Tampoco llevaba un sistema de seguridad que interrumpiera el suministro eléctrico en el caso accidental de no desbloquear los pestillos manuales.
Como curiosidad, llevaba un mecanismo de apertura desde el interior del maletero para el hipotético caso de que un niño se quedara atrapado dentro. Es un detalle habitual en coches americanos
Por dentro su equipamiento era muy completo, con elementos tales como asientos con reglajes eléctricos o tapicería de cuero, aunque tenía importantes lagunas pues el ESP, climatizador o airbags laterales no estaban disponibles ni como opción. A cambio llevaba ABS con EBD. Su maletero estaba dentro de la media, unos 320 litros capotado y 260 litros misma capacidad con la capota guardada.
Chrysler nos ofrecía dos opciones mecánicas, ambas atmosféricas: un motor 2.0 de 141 CV, y otro 2.7 V6 de 203 CV, siendo ésta última la más interesante de utilizar. No eran unos motores muy potentes, al menos para los estándares europeos, pero bastante dignos a nivel de las exigencias del otro lado del charco.
Lástima que la caja de cambios automática -Autostick- no acompañara en el V6, con un carácter Made in USA, un cambio de cuatro relaciones con largos desarrollos que penalizaban la progresividad intrínseca del propulsor, aunque teníamos un modo secuencial que paliaba parcialmente este comportamiento. Su consumo de combustible era muy sensible a la presión del acelerador, con una media de 10,8 l/100 km. El 2.0 de cuatro cilindros tenía un cambio manual de cinco marchas, lo típico por entonces.
Su precio de lanzamiento estaba alrededor de los 33.000 euros, y sus principales competidores eran el Volvo C70, el Saab 9-3 Cabrio o el Mercedes-Benz CLK 230.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...He llegado de casualidad a esta página y me he leído el reportaje que no está del todo mal, pero tiene algún error. El que más me ha llamado la atención es el del maletero, ya que la capacidad del mismo es exactamente la misma con la capota puesta que quitada. No sé de dónde has sacado ese dato…pero Yo que tengo un sebring cabrio te aseguro que el tener la capota puesta o quitada no afecta al maletero. (Al contrario que en mi ex-slk que si que perdía bastante maletero al descapotarlo) Si quieres puedo comentarte más cosillas sobre… Leer más »
Sobre lo tipico que se dice de que los motores americanos rinden poco…podria poner ejemplos desmontandolo incluso dejando en peor lugar a los europeos. Como ejemplo en comparación con el sebring cabrio 2.0 140 cv motores 2.0 atmosféricos europeos sacan potencia parecida incluso menos y sobre el 2.7 203 cv, por comparar cilindradas parecidas, yo mismo tuve un golf vr6 2.8 y daba sólo 174cv. (Aunque si no me falla la memoria después sacaron una versión en el serie 4 con 204 cv, pero como ves la potencia es similar con cilindrada también similar) tanto en vw como en mercedes… Leer más »
El dato del maletero es incorrecto, efectivamente. Ha sido un pequeño error de documentación. Tampoco ha pasado este coche por nuestras manos (es imposible que hayamos probado todos los coches del día). Sobre tu comentario de motores, los americanos no se han afanado en exprimir la potencia de los motores porque prefierían, por lo general, motores más “cruiser” que prestacionales. Pasa exactamente lo mismo con sus motocicletas. En Europa las exigencias en cuanto a motorización son distintas. Tampoco se pueden sacar conclusiones sacando un par de ejemplos sesgados, tomando una muestra más grande no se verificaría lo que comentas.
En un bonito atardecer, cualquier descapotable me valdría (incluso el Murano en su versión), pero puestos a elegir, biplaza please, aunque con un Sebring, tan contento de la vida.