Clasificar al Chrysler PT Cruiser es tan difícil como innecesario. Ya desde su origen, la NHTSA (agencia dependiente del gobierno estadounidense) lo quiso encuadrar como un truck, lo cual chocaba con la denominación PT de Personal Transportation, o sea, transporte de personas en vez de carga, que era lo que caracterizaba a las “camionetas”. A la marca no le vino mal del todo porque conseguía bajar la media de consumo de los otros vehículos de ese tipo que contaba en su catálogo de cara a las homologaciones. Un poco lío todo, ¿no?
En cualquier caso el Chrysler PT Cruiser era un coche de diseño incuestionablemente original aunque quisiera evocar modelos de la década de los 1930. Cuando se lanzó en el año 2000 en Volkswagen ya había comenzado la comercialización del New Beetle y BMW estaba a punto de resucitar a MINI, así que los de Michigan vieron una oportunidad en el PT Cruiser que acompañaría a los Neon, Sebring o el exitoso Voyager.
Se trataba de un coche de 4,29 metros de largo y 1,60 de alto cuyas proporciones podrían haber pasado por las de un monovolumen compacto tan de moda por entonces. Así era sobre el papel, pues a golpe de vista nada tenía en común con ellos debido al alargado morro, el techo ascendente o los sobredimensionados pasos de rueda. Era a todas luces un coche original.
El interior resultaba espacioso para cuatro adultos, pero no contaba con la modularidad de los monovolúmenes con los que se empeñaban en compararle. Tampoco presumía de un maletero especialmente capaz si utilizábamos la bandeja que ocultaba la carga, si bien la marca declaraba 538 litros. Acomodados en las plazas delanteras destacaba no solo la altura, sino el diseño general del salpicadero y otros rasgos llamativos. Tenía molduras a juego con el color de la carrocería, unas formas muy verticales y guiños como la palanca de cambios y la forma de bola de su pomo.
Mecánicamente cumplía las exigencias del mercado europeo. Se lanzó con un bloque gasolina 2.0 de cuatro cilindros y 140 CV al que pronto se sumaron el 1.6 de acceso (que compartía con el MINI de BMW) y el poderoso 2.2 diésel de origen Mercedes (cosas de la alianza Daimler-Chrysler), así que me imagino a algunos comerciales frotándose las manos al usar a los dos fabricantes alemanes como reclamo para vender el Chrysler.
El comportamiento del PT Cruiser era comparable al de coches de similares características que se vendían por aquí, más alejado de otros modelos americanos que no podían ocultar su origen pese a la puesta a punto de sus suspensiones. Y es que el Chrysler PT Cruiser se planteó como un modelo global pese a estar basado en la plataforma del Neon. De ella se tomó el sistema McPherson delantero, pero se elaboró la suspensión trasera para satisfacer a todos los públicos. Tanto fue así, que algunos probadores lo consideraban el coche de más de metro y medio de altura con mejor comportamiento del mercado.
Sacar al mercado un coche que se aleje de senderos trillados provoca siempre controversias dividiendo al público en fieles seguidores o mordaces detractores, pero parafraseando al célebre Óscar Wilde, lo peor no es que hablen mal de ti, sino que no hablen. Y bajo esta premisa el PT Cruiser se mantuvo en el catálogo de la marca nada menos que once años aunque sus ventas fueran en claro descenso desde prácticamente el año siguiente a ser lanzado.
Con todo, no puede decirse que el Chrysler PT Cruiser fuera un fracaso, sino más bien lo contrario. Lograron fabricar más de 1,3 millones de unidades destinadas a 60 países, algo de lo que no pudo presumir su gran imitador, el malogrado Chevrolet HHR.
A lo largo de su dilatada vida comercial se lanzaron versiones especiales -sobre todo en Estados Unidos- sin que hubiera grandes cambios estéticos en todos esos años. No obstante, su originalidad no se quedó ahí, dando un paso más con el lanzamiento de la versión descapotable que, en mi opinión, se merece un artículo aparte.
Ángel Martínez
Soy uno de esos bichos raros a los que les apasiona hablar de coches y se pasaría horas comentando modelos o repasando la historia de la automoción. Pienso que la mayoría de ellos tienen su encanto, desde el deportivo con el que soñamos hasta el utilitario que te encuentras en cualquier esquina.Yo tengo uno (un 1600 Classic) desde hace la friolera de 16 años. Hay que usar mucho el cambio, pero, si lo sabes llevar, anda muy bien. Y en carreteras de curvas, puedes sorprender a coches presuntamente más deportivos. Cada año hacemos varios viajes de más de 1000 kilómetros con cuatro adultos y el equipaje.
Atrás no tenía un eje rigido con elásticos (ballestas)?
Con personalidad intemporal donde los haya, mola más verlo que tenerlo.
Un auto diferente a lo que encontrabas normalmente en el mercado, y aunque siempre me pareció atractivo, no puedo decir lo mismo del interior, especialmente ese horrible timón que parecía provenir de un barco.