El Corvette C8, con su motor central y su silueta de berlinetta, es una de las generaciones más especiales. El Corvette Z06, además, es uno de los Corvette más avanzados y rápidos cuando la carretera deja de ser recta. No es ningún tipo de leyenda urbana, cuando se dice, que los deportivos americanos son para ir en línea recta. Allí, al otro lado del Atlántico, son apasionados de las pruebas de aceleración y les gusta “quemar rueda” tanto como a nosotros salir a conducir una carretera de curvas.
Dicha pasión por la aceleración, propia que sus coches, los más deportivos, sean descomunalmente potentes y rápidos en aceleración y velocidad punta, pero más torpes y lentos en curva. Los requisitos no son iguales, como cabría esperar, aunque cuando los yankees se proponen hacer coches para devorar curvas, hay que tener claro que no son precisamente mancos… No obstante, la potencia bruta y la velocidad en recta son su coto privado de caza y el Callaway SledgeHammer es uno de los mejores ejemplos.
Para dejarnos de rodeos, el Callaway SledgeHammer es un aparato que, en 1988, fue capaz de alcanzar las 254,76 mph. O dicho de otra forma, 410 km/h. Hablamos de un coche que, ya a finales de los 80, era más rápido que un Bugatti Veyron y más veloz que un McLaren Speedtail. Y además, para más inri, era un Corvette C4, un coche que todavía montaba un eje trasero con ballestas, pero con más de 850 CV. ¡¡Menuda locura de coche!!
Cuando se desarrolló este coche, Callaway buscaba batir el récord de velocidad para coches de producción y para ello no se andó por las ramas. Lo más bestia, obviamente, es el motor, que recibió muchos cambios para tener semejante poderío. Primero, se desmontó por completo para revisar, analizar y modificar todo lo que fuera necesario, al tiempo que se sustituían los componentes pertinentes.
Así, recibió un cigüeñal forjado fabricado por Cosworth, pistones también forjados –suministrados por Mahle–, nuevo sistema de encendido, se montó un cárter seco y dos turbos Turbonectics T04B. Con estos cambios y algún otro más, como unas culatas Brodix, se logró extraer 898 CV y 1.046 Nm de par, del V8 5.7 del Corvette C4.
Es evidente que la transmisión tuvo que ser reforzada para soportar semejante paliza, y no tenía que ser muy fácil exprimir este motor con su cambio manual de seis relaciones. ¿TE imaginas que se va un poco el embrague con más de 1.000 Nm bajo el pie derecho).
También se modificó la carrocería para hacerlo más aerodinámico. El diseño corrió a cargo de Paul Deutschman, quien se centró en reducir la resistencia todo lo posible.
En octubre de 1988, Callaway –el propio fundador de la compañía– condujo el coche desde la sede de la empresa, en Connecticut, hasta el Centro de Investigación de Transporte, en Ohio, para poder ponerlo a prueba en sus instalaciones, pues cuentan con un óvalo de 12 kilómetros. Allí, exactamente el 26 de octubre de 1988, a las 3:45 pm, John Lingenfelter, alcanzó a los mandos de este coche los 410 km/h antes mencionados, de forma que se convirtió en el coche de producción más rápido del mundo.
Sin embargo, el récord nunca pasó a ser oficial, porque el SledgeHammer no llegó a producción.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS