El Audi S3 se considera como el mejor ejemplo de energía y carácter de la serie 3 de Audi, pero conservando una estética racional y poco llamativa. Es un vehículo totalmente adecuado para aquellos que les gusta disfrutar de un coche con prestaciones deportivas, y que aprecian o necesitan cierto nivel de discreción. Si te inclinas por todo tipo de apéndices aerodinámicos tendrás que buscarte otro coche. Se presentó en sociedad en agosto del 2006.
También es cierto que la deportividad no está reñida con la sobriedad. El frontal nos muestra un paragolpes de aspecto agresivo, con unas rejillas de generoso tamaño. Una de ellas es de color negro, colocada en la parte baja central, dando la sensación de un paragolpes más bajo. Unas discretas llantas de aluminio de 18 pulgadas van abrazadas por unos neumáticos de medidas 225/40 R18, acentuadas por unos marcados pasos de rueda.
Su trasera lleva algunas modificaciones respecto a la versión “normal”. Comporta un pequeño alerón trasero, una doble salida de escape cromada y un paragolpes más bajo con la zona central de tipo difusor, en color negro. Además de la versión de tres puertas existió como Sportback (cinco puertas) y como Cabrio (descapotable).
Una vez cruzamos el umbral del habitáculo nos llaman la atención las grandes butacas tipo baquet de las plazas delanteras; son como una invitación a pisar el acelerador por carreteras secundarias y retorcidas
Te vas a encontrar con la base de los asientos muy alta, por lo que si eres de estatura elevada el techo queda muy cerca de la cabeza. Además, el retrovisor interior queda a la altura de los ojos y resta visibilidad. El pedalier y todo lo que parece aluminio es realmente aluminio.
Un equipamiento muy completo y unos mandos bien situados ayudan a una buena conducción. El volante, que cuenta con regulación en altura y profundidad, va achatado en su parte inferior, un detalle muy racing pero poco práctico para hacer maniobras rápidas. El acceso a las plazas traseras es algo más limitado a causa del gran tamaño de los asientos delanteros, con un respaldo que se abate poco y de escaso avance longitudinal, por lo que es necesario adelantarlo con el reglaje de la base del asiento.
El maletero cuenta con unos discretos 281 litros, ampliables hasta los 1.011 litros si abatimos el respaldo de los asientos traseros y aprovechamos el espacio hasta el techo.
Los frenos, de discos ventilados, son tremendamente eficientes, con unas distancias de frenada muy cortas, y muy resistentes a la fatiga. Los asientos sujetan el cuerpo perfectamente. Todos estos elementos trabajando en conjunción transmiten una sensación de seguridad muy elevada en los apoyos. Si forzamos la máquina se deja entrever un comportamiento algo subvirador, pero se puede soltar la trasera con facilidad, pudiendo cerrar el giro y llevar el coche por donde queramos.
Mejor todavía que su eficaz paso por curva es la rapidez y facilidad con la que enlaza las curvas. El motor empuja de tal manera que te pega literalmente al asiento, empalmando las curvas casi sin que te des cuenta
El verdadero protagonista es su propulsor (miembro de la familia TFSI), un cuatro cilindros en posición delantera transversal, con 1.984 cm3, 16 válvulas, turbo e intercooler. Entrega una potencia máxima de 265 CV a 6.000 RPM y un par máximo de 350 Nm a 2.500-5.000 RPM. A primera vista son unas cifras que impresionan, pero responde al acelerador con una suavidad encomiable a bajo régimen, al igual que sube con una alegría pasmosa la aguja cuentavueltas si le pisamos sin miramientos.
Su caja de cambios, manual de seis velocidades, es de un manejo preciso y suave, aunque de recorridos algo largos para ser un deportivo. En un principio no se barajó la posibilidad de contar con la opción del cambio S-Tronic de doble embrague robotizado, pero de serie llevaba la tracción total quattro con embrague multidisco de tipo Haldex. No resulta un coche particularmente silencioso, en parte por el peculiar sonido de su motor, de un tono grave, además del sonido del turbocompresor cuando aceleras; por otra parte escatimaron en material insonorizante.
Lógicamente esta estupenda respuesta tiene un precio en consumo; en conducción casi burguesa, mitad ciudad mitad carretera no baja de los 12 litros, que equivalen a unos 16 l/100 km en ciudad pura y más de 10 l/100 km en conducción por carretera a velocidades legales. Si tu principal preferencia es el consumo, mejor un petrolero de gasóleo, que anda muy bien y gasta la mitad, pero las sensaciones no son las mismas. A su favor comentar que no es el más gastón, el primer puesto se lo lleva el Mazda 3 MPS.
El Audi S3 es un vehículo que sorprende por lo rapidísimo que resulta y lo fácil que es conducirlo. Si lo llevas por ciudad basta con acariciar el acelerador, responde a la perfección a bajo régimen. Si se te presenta un viaje conviene utilizar el control de velocidad, por aquello de controlar un poco sus consumos, pero si son muchos los kilómetros a recorrer tu cuerpo se resentirá por la fatiga, pues no está diseñado para hacer largos y confortables viajes, primando la efectividad y rapidez.
Es un coche diseñado para devorar curvas, y también para hacer unas tandas en un circuito. No hay que dejarse engañar por su aspecto de compacto polivalente. Su tracción integral y la magnífica puesta a punto de su bastidor contribuyen a este comportamiento deportivo, abordando las curva con una gran precisión y aplomo, a unas velocidades para acojonarse asustarse un poco.
La dirección es dura, rápida, casi perfecta, y la amortiguación sujeta la carrocería de forma que apenas si se inclina en las curvas. Está rebajada en 25 mm respecto al A3 de serie, y no resulta dura para ser un deportivo; es más suave que un SEAT León Cupra. Su tacto no es nada torpe a la entrada de las curvas lentas. Es una suspensión firme y al mismo tiempo no resulta seca cuando se pasa por pequeños baches que mueven con rapidez a las ruedas.
El Audi S3 es un coche que te cautiva por sus elevadas prestaciones y por su facilidad de conducción, y aunque su entorno natural son las carreteras abiertas, tampoco le hace ascos a la urbe gracias al buen comportamiento del propulsor a bajo y medio régimen.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...COMENTARIOS