Se dice que o evolucionas y te adaptas, o prepárate para decir adiós. Esa evolución, esa adaptación, provocó que todos los deportivos tengan transmisiones automáticas y no manuales, ya que, en el fondo, son coches de lujo y los compradores de coches de lujo se suelen decantar, por lo general, por el cambio automático. La verdad es que no fue un cambio drástico, resultó bastante progresivo, pero si esos usuarios no hubieran optado siempre por el automático, actualmente todavía tendríamos coches deportivos con cambio manual.
Vale, es cierto que está el Toyota GR Supra con cambio manual, al igual que también está el Toyobaru –Toyota GR86 y Subaru BRZ– o el Mustang, y si los metemos en el mismo saco, los Hyundai i30 N e i20 N, otro Toyota, el GR Yaris, el Ford Puma ST… pero si subimos más escalones en cuanto a categoría, el cambio manual desaparecer. Ni siquiera lo encontramos en el Porsche 911, lo que convierte cualquiera de las unidades anteriores, con cambio manual, en objetos de colección.
Aunque para colección, las últimas unidades de cualquier Ferrari manual, o bien, otro modelo que a veces, se queda un tanto olvidado: el Aston Martin V12 Vantage S. Lanzado en el año 2017, el V12 Vantage S presumía de un cambio manual que dejó a todo el mundo con la boca abierta, ya que se presentaba como el único modelo con motor V12 y transmisión manual del mercado. Pero además, no tenía un cambio cualquiera, tenía uno con siete relaciones –de tipo dogleg”.
La firma británica hacía un guiño a los puristas y les ofrecía una combinación que hacía mucho tiempo se había dejado de vender. El hecho de tener siete relaciones fue una de las sorpresas, aunque fue solo un momento de locura por parte de tres fabricantes: Aston Martin, Chevrolet y Porsche. Las tres marcas tenían un coche con cambio manual de siete relaciones; fueron las únicas en ofrecer algo así, aunque Aston Martin destacó por el hecho de combinarlo con un propulsor V12 atmosférico. No era una transmisión desarrollada desde cero, se trataba del mismo Sportshift III de funcionamiento automático, pero adaptado para su uso de forma manual y montaba un sistema que simulaba un doble embrague de forma automática.
Ese V12, montado por supuesto en posición delantera, rendía 575 CV a 6.750 revoluciones y 620 Nm de par a 5.750 revoluciones, y era capaz de lanzar al GT británico hasta los 100 km/h en unos 4 segundos o bien, hasta los 320 km/h. Todo ello, y esto ya se nos ha olvidado, siempre que quien conduzca sepa hacer los cambios cuando corresponde y como corresponde, algo que a día de hoy se le ha olvidado a mucha gente.
Pero este coche no era solo motor, aunque fuera una rareza de ese calibre, había más cosas. La puesta a punto era más deportiva que en cualquier otra versión del Vantage –todas con motor V8– y su estética era la más atrevida que lucía un Aston Martin en aquellos momentos. Una auténtica rareza en todos los sentidos, que no volveremos a ver nunca más, o puede que con la admisión de los combustibles sintéticos a partir de 2035, algún fabricante se dé el lujo de ofrecer algo así. Sin embargo, hasta que eso ocurra, si es que ocurre –y será muy caro–, el Aston Martin V12 Vantage S fue el último deportivo con motor V12 y cambio manual –hasta la llegada del Pagani Utopia–.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".Primer párrafo…descartar? O decantar? El coche está bien, me sobran los colorines, pero vale.
Juan Antonio, obviamente, era lo segundo. Gracias por el apunte. En cuanto a los colorines… al menos no está recargado y las notas de color están bien colocadas. Al fin y al cabo, sigue siendo un Aston Martin y eso se nota.