En la mayoría de ocasiones, cuando pensamos en altas prestaciones o deportividad, por lo general se nos viene a la mente la silueta de un deportivo, ya sea un Ferrari, Porsche o Lamborghini, por poner ejemplos. Rara vez pensamos en una berlina del segmento E y mucho menos en una con más de 30 años a sus espaldas. Pero la que hoy te traemos, el Alpina B10 Bi-Turbo, a más de uno, incluso a día de hoy, le daría un pequeño susto si decidiera ponerse a sus mandos.
Presentado en el Salón del Automóvil de Ginebra en marzo de 1989, el B10 del preparador alemán se había gestado sobre la base del BMW Serie 5 (E34) y más concretamente utilizando la versión 535i del momento, la cual llevaba en su vano motor el propulsor denominado en código interno como M30, capaz de erogar una potencia final de 211 CV de sus 3,5 litros en seis cilindros en línea.
BMW para esas fechas tenía además dentro de sus filas al exitoso M5 (E34) de 315 CV de potencia, así que Alpina debía crear una versión que superara a este. Y qué mejor modo de hacerlo que incorporando al bloque del 535i sendos turbos Garrett T25, con opción de soplado entre 0,4 y 0,8 bares gestionado por medio de un sistema electrónico Bosch, regulable desde el puesto de conducción.
El Alpina B10 Bi-Turbo nacía sobre la base del BMW 535i del momento, al que tras diferentes modificaciones mecánicas y la incorporación de dos turbos Garret T25, extraía 360 CV del motor M30 de seis cilindros
También se revisaron diferentes elementos mecánicos internos y se intercambiaron los pistones originales por unos Mahle forjados, así como válvulas refrigeradas por sodio, un árbol de levas específico para aquel modelo y sus propios sistemas de admisión y escape.
Tanto la potencia como el par máximo se incrementaron de forma notable, llegando a cifras de 360 CV a 6.000 RPM, más de 100 CV por litro, y 520 Nm a 4.000 RPM, por lo que se decidió sustituir la caja de cambios original por una reforzada Getrag 290 y embrague reforzado de Fichtel & Sachs, consiguiendo de este modo llevar toda la potencia a su eje trasero y ayudado por un diferencial de deslizamiento limitado al 25 %.
Las prestaciones, como os podéis imaginar, eran estratosféricas, y hasta la aparición del Opel-Lotus Omega en escena, a principios de los 90, el Alpina B10 Bi-Turbo no tuvo rival alguno dentro del segmento. Ni siquiera deportivos de renombre del momento eran capaces de subyugar a esta versión del preparador germano.
Con una velocidad máxima de 290 km/h y una aceleración en el 0 a 100 km/h de apenas 5,6 segundos, la berlina alemana era el peor lobo con piel de cordero que se había fabricado hasta ese momento. Pero esto no quedaba ahí, ya que tan solo necesitaba 19,7 segundos para alcanzar los 200 km/h y 24,6 para recorrer un kilómetro desde parado. Hace más de 30 años, ojo.
Aquella berlina era capaz de rodar a velocidades al alcance tan solo de automóviles como el Ferrari Testarossa, con una velocidad punta cercana a los 300 km/h
Para ponernos en perspectiva y haciendo comparaciones, aunque estas puedan resultar odiosas, un Ferrari Testarossa en aquel 1989 necesitaba 0,3 segundos más en llegar hasta los 100 km/h, alcanzando la misma velocidad punta declarada y rodando en prácticamente el mismo tiempo si a los 1.000 metros nos referimos, lo que podía hacernos una idea del potencial de esta preparación de Alpina.
Para poder gestionar todo este torrente de potencia, el preparador germano tuvo que reforzar en general al E34 del que partía y para ello incorporó una nueva frenada con “paelleras” de 332 mm en su tren frontal y de 300 mm detrás, mordidos por pinzas de cuatro pistones y asistidos por un sistema de ABS y de control de tracción ASC. Quedaban anclados en las preciosas llantas de diseño propio de Alpina que venían calzadas con neumáticos en doble medida, 235/45 ZR 17 y 265/40 ZR 17 delante y detrás, respectivamente.
Las suspensiones también fueron revisadas por el preparador alemán, incorporando unos amortiguadores Bilstein en el tren delantero, así como barras estabilizadoras y muelles propios de Alpina. En el tren trasero se optó por un equipo autonivelante que regulaba la altura posterior por medio de un circuito de presión de aceite, conectado a su vez con el sistema hidráulico de frenada, garantizando la rigidez del conjunto cuando fuera necesario y a su vez dotando a esta berlina, de casi 1.700 kilogramos, de un gran aplomo y paso por curva.
El interior, y al igual que todas las versiones de Alpina, vena con unos sillones Recaro tapizados con el diseño a rayas tan característico del preparador alemán, que de manera opcional podían ser revestidos en cuero. El volante también era específico del modelo, en este caso fabricado por Momo, así como el pomo de la palanca de cambios con el logotipo de la empresa germana en su parte superior.
Por último un cuadro de instrumentos con velocímetro graduado para la ocasión hasta los 320 km/h, nos daba cuenta de que estábamos a los mandos de la berlina más rápida del planeta de aquel 1989.
No solamente la mecánica de aquel Alpina B10 en su versión Bi-Turbo era excelsa. Tanto frenada, suspensiones y acabados estaban a la altura de la berlina más exclusiva del momento
Como curiosidades del modelo hay que mencionar que los últimos 50 motores M30 que fabricó BMW los cedió al preparador alemán para ensamblar las últimas unidades de aquella versión única. Además, esos últimos 50 ejemplares venían con un equipamiento especial, en el que se incluia el fondo azul en el cuadro de instrumentos, algo que sería característico posteriormente dentro de las preparaciones de Alpina.
También en aquellas últimas unidades que se ensamblaron en 1994 venían con los riñones frontales de mayor tamaño, así como un alerón trasero específico, retrovisores renovados y una tapicería exclusiva en cuero denominada Alpina-Wasserbuffel, cerrando la producción total con 507 unidades hasta ese momento.
Teniendo en cuenta que el precio de aquel coche allá por 1989 era de unos 146.000 marcos alemanes, unos 75.000 euros, o lo que es lo mismo, casi el doble de lo que costaba un BMW M5 (E34) coetáneo, y que al cambio en la actualidad serían algo así como unos 100.000 euros, se puede considerar todo un éxito de ventas en aquellas fechas.
En la actualidad encontrar una unidad en venta de esta versión es algo complicado. No lo es tanto la variante B10 atmosférica, pero eso es otra historia y evidentemente mucho menos prestacional y pasional que este B10 Bi-Turbo, que indudablemente dejó su huella como uno de los coches más especiales que ha fabricado Alpina.
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J. Rubio
Soy un enamorado del motor en general y de los vehículos clásicos y motocicletas en particular. Dedicado al mundo de la automoción desde hace unos años, disfruto probando toda clase de vehículos y escribiendo mis impresiones y experiencias sobre ellos.COMENTARIOS