El Alfa Romeo Montreal fue un encargo que se solicitó a Alfa Romeo para participar en la Exposición Universal de Montreal de 1967. El requisito fundamental que se exigió fue mostrar una relación entre las aspiraciones del ser humano y el automóvil. Esta complicada tarea se la encomendaron al diseñador Bertone.
A la cabeza del proyecto se encontraba el mismo joven diseñador que creó el Lamborghini Miura, de nombre Marcelo Gandini. Para esta extraordinaria ocasión no se conformó con crear un prototipo sino dos, aunque eran idénticos, pero sin nombre, animados por motores de cuatro cilindros en línea. Uno de ellos se conserva en el Museo Histórico de Alfa Romeo en la ciudad italiana de Arese.
Se consideró como uno de los deportivos más radicales de Alfa Romeo (no como ahora). Se produjo durante un largo periodo de tiempo, no llegando a renovarse nunca y manteniendo el mismo diseño y mecánica durante ocho años, desde 1970 hasta 1977. Solo experimentó algunos pequeños cambios, como la sustitución de los adornos cromados por elementos de plástico.
Presentaba una línea futurista y atractiva al mismo tiempo, con una carrocería baja y ancha, y un frontal que recordaba claramente al morro de un tiburón
Este morro se prolongaba por un guardabarros de forma curvada, continuando hasta una zaga truncada. Otros detalles tremendamente futuristas eran la rejillas en disposición horizontal de los pilares C, o las persianas que tapaban los faros. A algunos les parecía que su línea era pesada y recargada, pero no se podía negar el atractivo de este coupé 2+2.
Curiosamente el nombre lo decidió el propio público: Alfa Romeo Montreal. Fue tal la fascinación que ejerció el modelo que la marca decidió pasar a la producción del mismo, presentando un modelo de calle en el Salón de Ginebra de 1970, conservando el nombre y bastantes elementos estéticos de los prototipos, como por ejemplo los cuatro faros tapados por unas persianas que se recogían en el momento de encender las luces.
Las rejillas dispuestas en los pilares C eran meramente estéticas, sin valor funcional. Su número varió del prototipo al modelo de serie, pasando de siete a seis. La toma de aire del capó si era funcional, y sirvió para disimular el abultamiento existente en el mismo, necesario para poder alojar el propulsor.
Debajo del capó respiraba un V8 de 2.593 cm3 de cilindrada que generaba aproximadamente 200 CV, alimentado con una inyección mecánica SPICA (Societá Pompe Iniezione Cassani y Affini), bastante compleja a la hora de su puesta a punto. Este motor estaba unido a una caja de cambios de cinco relaciones del fabricante ZF y contaba con diferencial autoblocante. La potencia se transmitía al eje trasero. Los ocho cilindros formaban una V de 90 o y estaba dispuesto en posición delantera longitudinal. Derivaba del V8 de 2 litros utilizado en el Tipo 33 Stradale.
Este propulsor era diferente al de los prototipos, que llevaban cuatro cilindros en línea y una cilindrada de 1.600 cm3. Esta mecánica se quedaba claramente insuficiente para la categoría del Montreal, cuyos propietarios exigían más poderío debajo del capó. Los 200 CV los ofrecía a 6.500 RPM, siendo su par máximo de 255 Nm a 4.750 RPM.
El chasis empleado era el mismo que en el Giulia GTV Coupé, con suspensión independiente en el eje delantero y de eje rígido en el trasero. En ambos ejes llevaba muelles helicoidales y amortiguadores telescópicos. El sistema de frenado estaba a la altura del coche, con cuatro discos de freno ventilados, de doble circuito y servoasistido.
Las ruedas eran de dimensiones reducidas para nuestros cánones de hoy, de medidas 195/70 R14. Sus dimensiones eran las propias de un coupé biplaza, con 4.220 mm de largo, 1.670 mm de ancho y 1.205 mm de alto. Su peso en vacío se acercaba a los 1.300 kg.
Sus prestaciones básicas eran una velocidad máxima de 221 km/h, unos 7 segundos para alcanzar los 100 km/h desde parado y dedicaba menos de 29 segundos para recorrer los 1.000 metros desde parado. Estos valores eran variables, pues dependían de la correcta calibración de la inyección. De los consumos más valía no preocuparse, con unos valores medios de 25 l/100 km por ciudad y cercanos a los 14 l/100 km de consumo mixto.
Curiosamente, no se vendió ninguna unidad en suelo canadiense, ya que Alfa Romeo no construyó ninguna de ellas con las especificaciones necesarias de control de emisiones contaminantes del país. En total se construyeron entre 3.917 y 3.925 unidades según la fuente consultada, por lo que se podía considerar una edición limitada.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...Me hizo mucha ilusión cuando, de chiripa, lo conseguí en miniformato. De haber tenido oportunidad de adquirir la versión real en esa era, seguramente hubiera tratado de conseguirlo.
Mi abuelo tuvo uno, yo no llegué a verlo, pero mi padre siendo muy joven lo pudo llevar. Ains…
Hola, Javier;
ole y ole esa familia con tan buen gusto. Partirían el bacalao con ese cacho coche: exclusivo, original y deportivo, no le faltaba nada de nada.
Tampoco le faltó la típica “alfada”, rotura de la distribución y destrozo de motor. Mi padre me dijo la cifra en pesetas y me mareé.
Me estoy mareando yo de solo pensarlo….
Todo buen Alfa ha de tener sus típicas alfadas, a nivel virtud o a nivel defecto. Las del segundo nivel son consentibles, aceptables….mientras no le piten los oídos a Gandini xD