Viendo la imagen de portada, no parece gran cosa. Es un Mustang con carrocería coupé de 1966. Aún sobreviven muchos de ellos en nuestros días, la mayoría asociados a un motor V8 de 289 pulgadas cúbicas (4,7 litros) y una transmisión automática de tres velocidades. Pero este ejemplar es un tanto peculiar. Su actual propietario lo ha bautizado como Ford “Z-Tang”, y bajo la piel hay mucho más de Datsun de lo que podrías imaginar.
A la venta en Facebook Marketplace por 7.000 dólares negociables (6.395 euros), esta máquina seguramente fue creada en la década de los 80, cuando hacerse con un Datsun 280 ZX (1978-1983) era relativamente una tarea sencilla; en la imagen inferior se puede apreciar que la instantánea fue tomada hace varias décadas. Lo que no tendrá que haber sido fácil ha sido la instalación de medio coupé nipón dentro de todo ese metal estadounidense.
De acuerdo con el vendedor, el Ford “Z-Tang” es un show car personalizado con mucho potencial para ser restaurado. Tiene algo de óxido en la carrocería y en el interior del área de la segunda fila de asientos. Del Datsun recibe el motor, los frenos, la suspensión, la transmisión, el interior, el aire acondicionado y toda la electrónica. El coche actualmente se mueve por su propio pie, pero no se puede conducir en la vía pública al no tener los parabrisas fijados.
Desde el exterior, todavía se ve como un Ford Mustang de 1966, excepto que ahora tiene el tren motriz, la suspensión, los frenos y el habitáculo de un Datsun 280 ZX de 1983
Respecto al ocho cilindros original, con 228 CV y 414 Nm, el seis cilindros en línea de 2,8 kitros del 280 ZX apenas entregaba 155 CV y 231 Nm, en ambos casos con la transmisión manual. Dado que, en este caso, tratamos con una caja de cambios automática de tres velocidades, realmente no parece haber una gran ventaja. Incluso el interior tampoco es exactamente lo que se dice una gran mejora sobre las entrañas que había en mediados de los 60 (y necesita también mimos).
Entre las principales ventajas podemos encontrar la inyección de combustible, un consumo algo menor, mejores frenos y un diseño de suspensión trasera independiente (siempre ha mantenido un eje rígido hasta su última generación). Apuesto a que, en la década de los 80, parecía una mejora importante. Ahora, 40 años después, el salto tecnológico de los 60 a los 80 parece poca cosa, y siendo sinceros, tampoco estaría muy descontento con un Mustang V8 “289” de fábrica.
Luis Blázquez
Aficionado al mundo del motor desde que fui concebido. Aprendí a leer con revistas de coches y, desde entonces, soy un completo enamorado de la gasolina. Como no se nace sabiendo todo, cada día es importante aprender algo nuevo y así ampliar los conocimientos. Este mundillo tiene mucho que ofrecer, al igual que un servidor a vosotros los lectores.Pobre Mustang, pobre Z.