Volkswagen llegó tarde a la moda de los denominados coupé cabrio compactos (de techo duro retráctil), una categoría dominada por Peugeot con el 307 CC y Renault con el Mégane Coupé Cabriolet desde 2003. Sin embargo, los de Wolfsburgo llegaron en 2006 con los deberes bien hechos, contando con algunas características que le distanciaban de sus rivales.
Para empezar, el Volkswagen EOS no tomaba el nombre del compacto del que derivaba (el Golf), ni tampoco el frontal o rasgos básicos de la carrocería, como hicieron los modelos arriba mencionados o los Astra Twin Top y Focus CC. Las líneas del EOS le desvinculaban de otros coches de la marca, dotándole de un mayor grado de exclusividad. Pero además, y aunque para gustos estén los colores, su perfil disimulaba con más destreza la voluminosa zaga que se requería para albergar el techo metálico.
En este sentido, el EOS era también diferente a los otros debido a la cinemática del techo, que no precisaba de tanto espacio para guardarlo. Mientras los franceses se decantaron por la opción más sencilla de dividirlo en dos piezas (tres en el Astra), en Volkswagen se decidió utilizar un sistema algo más complejo.
En primer lugar, el techo (que era de cristal y practicable) se deslizaba hacia atrás, luego se levantaba la luneta trasera para quedar encima de la parte superior del techo, se abría el maletero y todo el conjunto se introducía en él, aprovechando incluso los laterales de los asientos de las plazas traseras. En total, hasta 470 piezas se movían en la maniobra de cierre o apertura de la capota que tardaba unos 25 segundos.
La gama EOS fue recibiendo mejoras técnicas y de equipamiento para mantener su liderazgo en el segmento
Se ganaba en ligereza visual en la parte trasera, y además el marco del pilar A no estaba tan inclinado como en los otros, resultando por tanto menos intrusivo y más similar a un descapotable tradicional. Atendiendo a los aspectos prácticos, el EOS tenía un maletero de 380 litros con la capota desplegada, lejos de los 440 del Astra y de los 490 litros del Mégane. Con el techo en el maletero, todos se movían en un margen mucho más pequeño, oscilando entre 190 y 205 litros.
La limitación particular del EOS aquí era que no contaba con una toldilla, sino una carcasa rígida que ocupaba algo más de espacio. Alguno pensará que esto en un coche de capricho no era un aspecto relevante, pero en realidad lo bueno de los coupé cabrio era su doble personalidad como coche de uso diario con el que también disfrutar a techo descubierto.
Por ello se ofrecían también mecánicas para todos los gustos y necesidades, desde un tranquilo 1.6 FSI de 115 CV hasta el apetecible y poderoso 3.2 V6 con 250 CV, el único con inyección multipunto de la gama. Entre medias quedaban un 2.0 atmosférico (FSI) con 150 CV o turboalimentado (TFSI) con 200 CV que fueron los primeros en ponerse a la venta. Para quien primase el consumo de combustible la alternativa diésel se cubría con el 2.0 TDI en su versión de 140 CV.
El elevado peso del EOS inclinaba la balanza hacia las versiones más potentes, aunque de su comportamiento no podía esperarse el tacto de un coche deportivo. Rápido sí, pero sin las sensaciones de un GTI. En este sentido tenían mucho que ver la menor rigidez de su chasis y el tarado suave de las suspensiones, si bien se ofrecía el tren de rodaje deportivo en opción. Aun así, se primaba el confort y la nobleza de reacciones por encima de la eficacia o la agilidad en curva, aunque esto no quitaba que en momentos puntuales le pusiésemos a prueba aprovechando las prestaciones de los TFSI o estuviésemos tentados por el sonido del V6.
A sus mandos, el interior sí nos recordaba al Golf y otros modelos de Volkswagen, con pequeños detalles diferenciadores como las salidas de ventilación con forma trapezoidal o inserciones cromadas en volante, consola o salpicadero. Existían tapicerías más coloridas tanto en tela como en piel, estas últimas como una de las múltiples opciones de personalización disponibles.
Sin embargo, ofrecía pocas cosas que sus rivales no pudieran equipar también (la suspensión adaptativa era una de ellas), y con el usual posicionamiento de VW con respecto a la competencia, el EOS era bastante más caro que Astra TT o 307 y Mégane CC. Al menos estaba justificado en parte porque la exclusividad tiene un precio.
Ángel Martínez
Soy uno de esos bichos raros a los que les apasiona hablar de coches y se pasaría horas comentando modelos o repasando la historia de la automoción. Pienso que la mayoría de ellos tienen su encanto, desde el deportivo con el que soñamos hasta el utilitario que te encuentras en cualquier esquina.Sí era el mejor creo yo. Si hubiera tenido la opcion de descapotarlo con mando a distancia como el Astra o en movimiento mejor.