Uno de los modelos más míticos de Subaru Tecnica International (STI), fue el Subaru Impreza 22B STI de 1998, inconfundible por su ropaje de color azul y sus llantas doradas, nacido para triunfar en los mundiales de rallies. Únicamentes se fabricaron 400 unidades oficiales, que se vendieron en apenas media hora.
En realidad se fabricaron unas cuantas unidades más, -hasta 426-, repitiendo la unidad 000 unas cuantas veces para grandes pilotos como Colin McRae, Nicky Rist o David Lapworth, entre otros. El número 13 no se incluyó en la serie, símbolo de mala suerte en Japón. Uno de sus principales rivales era también japonés, el no menos conocido Mitsubishi Carisma GT Evolution VI. Todos salieron de fábrica con volante a la derecha (RHD) pero algunas unidades han sido “convertidas”.
Esta edición conmemoraba el tercer campeonato de constructores WRC ganado por Subaru, además de sus 40 años de existencia en el mercado. Un vehículo de altas prestaciones como este se convirtió en un claro objeto de deseo para cualquier amante de la gasolina. Con el paso del tiempo se ha ido revalorizando, siendo una pieza de museo codiciada por su exclusividad y precio. Su mérito se ve potenciado por el hecho de que Subaru era una marca generalista fuera del mundo de la competición; fabricaba coches muy fiables a buen precio, sin ningún atisbo de deportividad.
No solo destacaba por su inconfundible silueta, con una carrocería de dos puertas, también por su personalísimo azul “74F” (conocido por diferentes nombres, como WRC Blue, o Rally Blue, y unos cuantos más), su inmenso alerón ajustable y sus doradas llantas doradas BBS de 17 pulgadas. Subaru creó una máquina tan veloz como efectiva que se podía codear con deportivos de lujo que le duplicaban en precio, al menos en cuanto a prestaciones.
Todas las unidades se montaron artesanalmente
Además, contaba con la ventaja de ignorar las estrecheces habituales en este tipo de coches, ya que contaba con cuatro verdaderas plazas, y un maletero capaz para llevar el equipaje de sus ocupantes. Aparte de ser terriblemente rápido, también resultaba muy divertido de conducir, eso sí, en unas manos mínimamente expertas, no era solo un juguete para presumir.
Su razón de ser la encontramos debajo de su capó, un propulsor 2.2 de disposición bóxer que entregaba los 280 CV declarados por el fabricante nipón (a causa del curioso acuerdo entre fabricantes japoneses), aunque a buen seguro rendirían un buen puñado de caballos más. Este motor era infinitamente mejor que la versión del STI estándar, entregando hasta 70 CV más a 3.000 RPM. Estos 280 CV los entregaba a 6.000 RPM, con un par máximo de 363 Nm a 3.200 RPM. El corte de la inyección lo alcanzaba a las 8.000 RPM.
La salsa de semejante corazón era un turbocompresor IHI VF23. Este turbo de la serie VF utilizaba el mismo cojinete de rodilla y núcleo refrigerado por agua que el resto de sus hermanos. Se diferenciaban por el tamaño de sus turbinas y sus carcasas. El IHI VF23 entraba en acción a 3.100 RPM de régimen del motor. Los pistones forjados que utilizaba procedían de las unidades de WRC, al igual que las bielas. Contaba con unos inyectores de agua para enfriar de forma adicional el Intercooler.
Tanta potencia no serviría de nada si no acompañasen otros aspectos de su mecánica, como una tracción integral permanente acompañada de un diferencial de deslizamiento limitado. Llevaba asociada una caja de cambios manual de cinco velocidades de relaciones cortas, y un embrague cerámico. Contaba con un interruptor en su instrumental para ajustar el reparto de par entre sus ejes. Sus neumáticos de medidas 235/40ZR 17 -unos Pirelli PZero, nunca usados por Subaru- calzaban sus preciosas llantas doradas.
Para ser coherentes, sus frenos Brembo eran discos de dimensiones generosas, con pinzas de cuatro pistones en el eje delantero y de dos pistones en el trasero. Iban pintadas en color rojo, contrastando con el dorado de las llantas. La suspensión iba firmada por Bilstein y Eibach.
Sus prestaciones iban acordes con su mecánica. Rozaba los 250 km/h, pero más interesante era la forma de alcanzarla, con poco más de 4 segundos para llegar a los 100 km/h desde parado y superando por poco los 3 segundos para recuperar de 80 a 120 km/h.
Se podía considerar como un misil tierra/aire volando a ras de suelo. A modo de comparación, un Ferrari Módena de 1999 aceleraba de 0 a 100 km//h en 4,5 segundos, y un Lamborghini Diablo VT del año 2000 necesitaba cuatro segundos. Un buen ejemplo de más por menos.
A continuación, un vídeo homenaje de la propia Subaru, para vuestro deleite:
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...Piel de cordero con ese alerón, entradas de aire en el capo y las llantas doradas…no sé yo
A destacar que se vendió sólo en Japón y, por tanto, con el volante a la derecha, aunque parece ser que se envió un vehículo a algunos distribuidores del resto del mundo.
Asi que queda la duda de por qué esa unidad con matrícula de Estonia tiene el volante en el lado “equivocado”.
PD: me suena más el 4 como número de mala suerte en Asia. Lo del 13 debe ser influencia occidental.
También me llamó la atención. Existir, existen, seguramente conversiones hechas al margen de Subaru.