En enero de 1997 los únicos coupés de tamaño medio que había en el mercado eran el BMW Serie 3, Honda Accord y Rover 800. En unos pocos meses, los integrantes de este segmento se multiplicaron gracias a la aparición de los Mercedes CLK, Peugeot 406 Coupé, Volvo C70 y el protagonista de hoy, el Lancia K Coupé.
Al igual que los otros, el K derivaba de una berlina, y aunque ninguno ocultaba su parentesco, en el modelo de Lancia quedaba aún más patente su origen; con matices, eso sí. Para empezar, el Coupé recortó su longitud en 12 centímetros que fueron a parar directamente a su distancia entre ejes, hasta quedarse en 2,58 metros para una longitud total de 4,57 m, lo cual redundaba en unos grandes voladizos tanto por detrás como delante.
La altura de 1,42 metros resultaba también elevada para una carrocería de estilo coupé, por lo que la vista lateral del K era un tanto peculiar, quizá menos estilizada que la del 406 o C70. La zaga recibía más cambios que la parte frontal, aunque se limitaban a la curiosa forma que hacían la tapa del maletero con los laterales, creando unas aletas que recordaban a otros coupés de la marca, así como el marco cromado que envolvía los grupos ópticos.
Al parecer, Lancia iba a regresar al segmento de los coupés con algo parecido al concept Bertone Kayak, mucho más diferenciado de la berlina
En el interior los cambios eran menores, tomando tal cual el salpicadero de la berlina. Las plazas traseras se redujeron a dos, aunque eran bastante espaciosas en lo referente a anchura o hueco para las piernas. El maletero también mantenía una excelente capacidad al cubicar 505 litros. Los magníficos asientos deportivos se desplazaban eléctricamente para proporcionar un buen acceso a los ocupantes de los posteriores.
La gama de motores estaba compuesta por tres opciones de distinto carácter. Por un lado, el escalón de acceso se cubría con un voluntarioso cinco cilindros 2.4 de 175 CV. El refinamiento lo ponía el poderoso 3.0 V6 24 válvulas de 204 CV, si bien desde el punto de vista de las prestaciones estaba lastrado por el cambio automático de cuatro velocidades. De esta forma, era el 2.0 Turbo de 205 caballos el que más brillaba, alcanzando una velocidad máxima de 235 km/h frente a los 220 km/h del V6, y en cifras de aceleración le endosaba más de dos segundos (7,3 frente a 9,8 en el 0 a 100 km/h).
Las apariencias podrían engañar, pues al contemplar la silueta del K Coupé esperaríamos un coche más cómodo que efectivo, pero lo cierto es que la puesta a punto del bastidor y el sistema de suspensión pilotada le otorgaban un comportamiento destacable, desenvolviéndose con soltura por carreteras secundarias en las que poder disfrutar al volante casi tanto como en un buen deportivo.
Para este tipo de conducción decidida, el motor Turbo de cuatro cilindros era el más apropiado aunque perdiese parte de la suavidad y el refinamiento de los otros miembros de la gama y casara menos con la imagen que el Lancia K proyectaba, más orientada al lujo clasicista que al espíritu RACER.
El Lancia K Coupé ha sido todo un desconocido en nuestras carreteras, y según algunas fuentes tan solo se vendieron 17 unidades en España. La imagen de marca, precios elevados, y la súbita aparición de otros coupés de mayor calado quizá provocaran que pasara totalmente desapercibido.
Ángel Martínez
Soy uno de esos bichos raros a los que les apasiona hablar de coches y se pasaría horas comentando modelos o repasando la historia de la automoción. Pienso que la mayoría de ellos tienen su encanto, desde el deportivo con el que soñamos hasta el utilitario que te encuentras en cualquier esquina.Precisamente en el classic auto hay una unidad en vente y si no recuerdo mal pedían 5.000€, no me fijé en la motorización de la unidad en concreto, pero si que comentamos lo poco que se vendió, a título personal me gusta bastante, aunque solo 17 unidades vendidas en nuestro país, me he quedado “alucinado”.
Es un 2.4 de 1998. Por la rematriculación (HCV) no me sorprendería nada que viniese de Italia.
Sí es verdad, transmite sensación de inclinarse hacia el mundillo de la comodidad sacrificando simultáneamente esperanzas de hallar tarado deportivo en algún resquicio.
No he sido, nunca, afortunado avistador del majestuoso Lancia K Coupé, pero hoy me voy contento a casa con los deberes bien hechos: he manoseado (por fuera) un Opel Speedster y oyes, algo es algo, no está mal.
Durante algún tiempo fui propietario de un Lancia Kappa 2.4 20v de 5 cilindros y 175 CV. Coche confortable donde los haya, blando de suspensión, pero estable a más no poder, con su eje trasero de suspensión independiente. Creo que después del HF, Lancia y deportividad no iban de la mano.
Excelente gusto, Pablo! Puedes tener el placer de presumir de haber poseído una máquina de ensueño para muchos, entre los que yo me incluyo. De la noche a la mañana, Lancia se disipó deportivamente hablado -sí, ya, y poco después fue decayendo y decayendo hasta ser una trágica víctima colateral en cuarentena, hasta, por desgracia, complementar la lista de aquellos vestigios consecuencia de una fatídica y nefasta gestión de empresa- , pero sin embargo, en este segmento, con el Thesis demostró una capacidad insólita de ingenio fino y con el Thema (Chrysler 300=cochazo), manque tarde, finiquitó con una bestia a… Leer más »